Te amo: Un amor sin fronteras

Sentimientos encontrados

Me devolví a mi casa y lloré largamente, me parecía sorpresivo que se hubiera marchado de una forma tan abrupta. Me sentía mal por no haberle dicho sobre mis sentimientos dejándolo que creyera que no le correspondía, quería decirle cuanto me importaba pero no respondía mis llamadas ni mis mensajes por lo que comprendí que no debería insistir más. Pasó un mes cuando sobre las dos de la madrugada recibí una llamada, al contestar me dijeron:

—señorita Ángela, soy Marie enfermera de la Clinica Sant'Anna, el motivo de mi llamada es porque el señor Gabriel Hang solicitó verla inmediatamente.

Escuchar estas palabras me hizo imaginarme lo peor por lo que me ausenté de clases ese día y viaje a donde se encontraba internado.

Llegue muy conmocionada a la recepción de la clínica y pregunté por él, me indicaron que se encontraba en la habitación 405, me dirigí al ascensor, lo tome y presione el número 4. Al llegar busqué la habitación que me habían dicho y toque, una voz femenina indicó que podía pasar. Gabriel se encontraba con suero, lucia demacrado y su voz apenas se escuchaba, la joven enfermera me dijo que había tenido una infección en el intestino y que fue hospitalizado de emergencia en la madrugada del día anterior  pero que ya se encontraba fuera de peligro. Esto hizo que me tranquilizara, agregó que solo tenía permitido visitas de media hora dejándonos solos.

Me senté en el sofá cercano a su cama y tomé suavemente su mano, él dirigió su mirada hacia mí y me sonrió lo que hizo que me sonrojara. Estaba tibia al tacto y suave, me apretó con tanta fuerza como pudo y me sentí tranquila de ver que estaba mejor, él susurró:

—siento haberte hecho venir a verme, pero me inquietaba que pudiera morir sin despedirme de ti…

Sus palabras fueron interrumpidas por un ataque de tos incontrolable, me asusté tanto que empecé a llamar a la enfermera quien llegó corriendo al escuchar el tono de alarma en mi voz. Al entrar en la habitación me pidió que saliera, no entendía lo que sucedía pero sabía dentro de mí que era grave por lo que asentí y me fui a la sala de espera.

Tenía un nudo en la garganta y una angustia indescriptible, era la primera vez que presenciaba algo así, cuando la enfermera salió me dijo que había sido una crisis seria y había tenido que ser entubado para darle respiración artificial a raíz de que sus pulmones no eran capaces de contraerse como deben hacerlo, le pedí que me dejara entrar a verlo pero me indico que estaba sedado y que ya había terminado el horario de visita.

Me quedé en un pequeño hotel cerca a la clínica no quería irme antes de poder verlo de nuevo apenas pude dormir un par de horas, la angustia me provocaba pesadillas terribles. Muy temprano me duche y me vestí para ir a visitarlo, pregunté en la recepción si tenía permitidas las visitas y me contestaron que se encontraba estable por lo que podría verlo. Subí las escaleras hasta llegar a la habitación, al entrar la enfermera me sonrió y salió minutos después.

Gabriel abrió los ojos y me miró fijamente tratando de hablar pero no podía, aún tenía el tubo en su garganta por lo que trató de quitárselo, le sostuve de las muñecas y le pedí que por favor no hiciera eso pude ver que comprendía que era necesario que estuviera así  porque inmediatamente bajó la mirada y un leve rubor tiñó sus mejillas, sentía pena de que lo viera en ese estado según pude notar cuando me miro nuevamente, coloque mis manos sobre las suyas y le susurré:

—no importa en qué circunstancia te encuentres, siempre estaré contigo.

Sus ojos se cristalizaron y me percaté que deseaba llorar aunque esto complicaría su situación, por lo que besé su frente y por fin le dije que lo quería mucho, esto hizo que contuviera sus lágrimas. Pasarían varios días antes de que le dieran salida, tenía que volver a casa a cambiarme y a asistir a clases había faltado suficientes días para que perdiera la materia por lo que empaque ropa limpia y nuevamente fui a verlo a la clínica hasta que salió. Su semblante había cambiado bastante se veía más delgado podía notar su clavícula y sus costillas a través de la camisa que llevaba puesta, aun así para mi seguía siendo atractivo.

Tomamos un taxi hasta el hotel donde se estaba hospedando y caminamos hasta su habitación, se encontraba convaleciente por lo que iba apoyado en mí. Al llegar a la puerta me pregunto si deseaba quedarme y le indique que pediría una habitación cercana a la suya al notar mi tono aclaró:

—no dormirás conmigo si es lo que te preocupa, puedo dormir en el sofá no deseo quedarme solo—. Dicho esto, abrió la puerta y avanzamos. Pero eso no era lo que me asustaba, temía que tuviera alguna recaída. Lo quería tanto que me dolía ver su sufrimiento, durante las noches que pasamos juntos en la misma habitación no tuvo problemas serios de salud incluso cenamos en el restaurante de hotel, estaba demasiado feliz por compartir con él tantos momentos.




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