Te atrapé (historia Corta)

•❥ Cupido❥• 1

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  Era una mañana hermosa de catorce de febrero, los pajaritos cantaban y el viento…

—¡Freya! —mi hermana, Leila, abre la puerta salvajemente, haciendo que los libros de la estantería caigan todos, solo me toca suspirar y respirar para no lanzarle uno de mis preciados libros a la cara.

Mi dramática entrada… se fue por el caño.

—¡Largo! —Exclamo, trato de echarla—. No ves que estoy…

Me interrumpe, antes de que pueda decirle que me estoy cambiando para la escuela.

—Papá esta como loco buscándote, está en el despacho, se ve desesperado por todas las cartas que tiene este año.

Eso sólo significa una cosa.

¡Hoy mini cupido hará su entrada, o sea, yo!

—Ya voy —no sé qué hacer: saltar, gritar, emocionarme, romperme una mejilla de tanta expansión de mis cachetes.

—¿Tanto te gusta juntar personas? —rueda los ojos al cielo.

—¡Sí! —lanzo un gritico emocionado. Salgo, pero antes, me paro en el umbral esperando lo obvio, que mi hermana salga igual, al ver que no está en plan de eso la echo—. Afuera, Leila —señalo al pasillo.

—Vale, vale, me voy, pero que conste que volveré por esa paleta de maquillaje que te compraste —se acerca para darme un abrazo con demasiado cariño, sospechoso, en resumen, un abrazo de asfixia—. somos hermanitas ¿no?

—Cuanto cuento para conseguir el maquillaje. —bufé.

—Oh, vamos, soy la mayor —hace puchero, apretándome aún más.

—Sabes que la puedes tomar, siempre y cuando, el sello de “devuelta” lo sepas leer. —no me culpen, es mi hermana y tenemos una relación bien, sí, a bien me refiero a: un día somos la tercera guerra mundial y al otro somos almas gemelasticamente hermanasticas, me acabo de inventar eso, con un lazo inquebrantable de amor.

—Gracias, pequeñito cupido de la casa —me extiende los cachetes.

—Déjame, ya tengo diecinueve años —le recuerdo. Ni siquiera los aparento, siempre me piden la identificación a todo lugar al que voy que solo sea para mayores.

No replica, ni nada y sale de nuevo disparada dentro de mi cuarto, si mi paleta de maquillaje sale herida, su cabello sufrirá las consecuencias, ya está escrito en mi lista negra.

Abro con cuidado el despacho de mi papá y al poner un pie dentro me lo encuentro gruñendo con la cabeza entre las manos, con el escritorio lleno de cartas: rosadas, negras, rojas, millones y millones de peticiones de enamorados. Toma una al azar, la abre, toma otra las mira ambas y grita en frustración.

—¡Dioses! ¿por qué tengo que ser cupido?

—Porque eres hijo de una diosa, papá —respondo, captando su atención, me adentro al despacho y me siento frente a él, mientras tomo unas cartas—. Jena es compatible con Falcón, son muy iguales —le sugiero.

Oh, vamos, papá. Sé que quieres decir que esta vez sea cupido, la emoción me está matando y creo que seré yo quien termine primero dándole la idea que sé que tiene en su cabeza.

—Error, mi pequeña caza novios. —una de sus comisuras se levanta, revelando las pequeñas arrugas de la edad—. Te falta mucho por aprender.

¿Cómo qué error?, tomo nuevamente la carta de los dos jóvenes, no puede haber error, son los dos muy iguales, nacieron el mismo día, aman el mismo deporte, comparten hobbies.

—Pero tienen muchas cosas en común —defiendo mi idea.

Papá sonríe a más no poder.

—No es que sean tan iguales, sino que tengan un pequeño sentimiento de compatibilidad.

Ahora, sino entiendo.

—¿Qué te quiero decir con esto?, que, aunque sean tan iguales, no puedes juntas dos sentimientos diferentes, él no la va a valorar porque en la carta quiere algo que sea fugaz; mientras ella da sentimientos que serán duraderos, él, automáticamente, será rechazado.

—Porque no usar las flechas y hacer que se enamoren de forma real de ella, y listo —le digo como lo más obvio.

—Eso está prohibido en el código cupido, ya sabes que dice: “sin sentimientos no hay flecha”. —toma una carta y la lee—. El trabajo de cupido es juntar almas, no tienen que ser perfectas, solo que tengan un verdadero sentimiento al amor, Freya.

Él tiene razón, en resumen, no estoy preparada para ser cupi…

—Serás cupido esta vez, Freya, confió en ti.

¡Olviden lo que dije antes! ¡si estoy lista ¡

—Me dejarás ser cupido ¿de verdad? —abro los ojos sorprendida.

—Sí —responde con simpleza—, pero no tendrás alas.

¡No! P…pero ¿por qué?

—Pe…pero ¿por qué? papá, las alas son esenciales en ser cupido.

—Pero tú eres aprendiz, así que, todos comenzamos por lo bajo.

Odio esto; sin embargo, soy persistente y saltaré el obstáculo.

—Está bien —dije decidida a lo que él sonrió—. ¿Cuándo comienzo, cupido-papá?

Me da un total de cinco cartas, hermosamente decoradas.

—Hoy.  

—¡Hoy! Dime que tengo un total de cinco días ¿cierto?

Me imagino, y espero, que sí, o sea, como en un día juntaré a tantas parejas.

—Yo no me tomó un día para cada pareja, Freya así que es hoy, además sólo son cinco, nada comparado con todas estas. —señala el montón de cartas en la mesa más el saco de la esquina—. ¿Preparada?

—¿Tengo que ir a la escuela? —indagué, que diga que no, que diga que no.

—Sí

¡Joder!

Mi padre se levanta del asiento, agarra un libro, sacándolo, automáticamente el librero se abre en una puerta secreta, dando a relucir el maravilloso arco con decoraciones talladas en oro y las flechas con punta de un corazón, igualmente en oro, flechas únicas en todo el mundo, dadas por los dioses, forjadas con la energía del amor y la compatibilidad.

Papá las saca y mi emoción crece y crece, nunca me cansaré de mirarlas, son simplemente hermosas.

—Manos a la obra, mini cupido —me extiende la flecha y el arco—. has sido entrenada para esto, mi pequeña Freya. —¿es normal que me sienta nerviosa? —. Tú puedes. —me palmea la espalda.



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En el texto hay: fantasia, romance, divertido

Editado: 24.12.2023

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