Te atrapé (historia Corta)

•❥ Cupido❥• 2

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Creo que soy la única chica que ama su uniforme de la escuela, sí, bueno, es que es hermoso, me siento como en alguna escuela de corea, que, por cierto, mi madre es coreana, una camisa blanca, un corbatín en forma de lazo delicado verde y la falda verde a cuadros, no tan larga, pero tampoco indecente, siempre me gusta venir bien peinada y el uniforme bien planchado.

Vale, pero no quiero alardear del uniforme, sino informar de mí “no avance”.

Había salido ya de la escuela y la primera carta que abrí era de: Nani, una estudiante venezolana de intercambio. El chico que tengo en la mira para ella es: Carlos, estudioso, atento y algo que poseen en común es que se gustan ¡sí! se gustan en secreto, pero hay un problema ¡son tímidos! Pero que no se preocupen, cupido anda al asecho, oh, claro que sí, junto mis manos como mosca planeando un plan.

¡Lo tengo!

Para poder lanzar la flecha debo hacer que se noten o que estén a una distancia prudente; y no me lo facilitan nada si ella está a un extremo y él esta…

¡Joder, se me escapa!

¡Está subiendo al buss!

¡Esto es malo!

¡¿Pero qué hago yo que no corro?!

Todo fuera más rápido con mis lindas alas, pero ya que, me echo, lo más posible atrás y corro a toda velocidad para saltar la valla de la escuela a toda prisa, espero que nadie me haya visto.

Debo tomar algún truco de cupido, me voy de acuerdo con lo improvisado, me hago invisible y le pincho las llantas al buss. Espero que el señor conductor me perdone, las pincharé todas.

El conductor se baja del buss y ve mis hechos con horror lo escucho pedir disculpas y que llamará a una grúa para que lo ayuden.

Mi objetivo uno se baja y maldice, al parecer es muy puntual. Él se para en seco al ver a la hermosa morena, alta, incluso un poco más que él. Camina despacio y se sienta a su lado, pero nada de hablarle, tan solo le lanza miraditas.

Maldición, podría tirar la flecha, pero quiero por lo menos que…

¡Ah!, ¡ya sé!

Me acerco y la empujo hacia él, ella no sabe cómo pasó eso y solo se pone roja porque su choque causó que la mochila del chico cayera al suelo.

¡Si!

Se ven perfectos.

—Perdón —se disculpa ella avergonzada.  

—No te preocupes —él se baja del asiento de la parada y ella rápidamente hace lo mismo, causando que se choquen de frentes, ambos se quejan y se quedan mirando directo a los ojos.

¡Beso!

¡Beso!

¡Beso!

¡Beso!

¡Beso!

Oh, esperen, aun no.

Ahora sí, es momento de mis flechas.

Posiciono mi arco, saco una flecha de mi espalda, y la pongo en el arco, al dispararla en el chico aparece una luz cegadora.

Ahora viene lo mágico.

Se miran tan fijamente que me emociona hasta dar brinquitos.

—¿Te gustaría ir por un helado? —invita él con una sonrisa.

—Sí, me encantaría. —contesta ella con cachetes encendidos.

Y así es como comienza mi labor del día.

Adoro los finales felices.

Aun falta más…



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En el texto hay: fantasia, romance, divertido

Editado: 24.12.2023

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