Te atrapé (historia Corta)

•❥ Cupido❥• Epílogo

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Llegamos a los bolos, entro al lugar recibiéndonos con decoraciones de san Valentín y adornos de globos, el letrero de la recepción decía: solo parejas esta noche, que reine el amor.

¡El vino a una cita!

Por fin lo voy a flechar.

Una gran sonrisa apareció en mis labios por la sola idea de que voy a completar las cinco cartas, papá me dejará más seguido usar este poder y podría juntar personas hasta fuera de la fecha de…

Mierda.

Este chico tiene un problema, muy, repito, muy serio.

Tres chicas lo rodean y todos lo saludan, dice y actúan como enamorados. Esta será una tarde muy larga, demasiado.

Me senté a observar cada movimiento del guapo de tres acompañantes cuando creía que estaba al besar alguna solo le susurraba al oído y eso era todo, algunas reían de algo a lo cual no me daba cuanta.

Me  acerco a la mesa para ver cada movimiento, alguna de ellas es, saco la carta para buscar una pista, pero  lo que hace que me detenga es la mirada de Atley, mis ojos se abrieron a más no poder, mi acción de leer la carta se quedó a medias, sus ojos y los míos…  acaso, ¿están conectando?

—¿Señor desea algo? —me volteo y por fin respiro dándome cuenta de que en realidad miraba a un servicio de los bolos.

Aunque, parecía que me estaba mirando a mí.

—Sí —sonríe—. Ha cupido. —contesta.

Volteo mi cabeza con rapidez, la sospecha de que, puede verme me carcome ¿será?

Me muevo a su alrededor, le he hecho muecas y le pincho el cachete como si fuera un mosquito, pero ignora mis intentos azotando su mano como si nada.

No me ve, eso es un alivio. 

Y así llegamos hasta la noche, y el lindo chico saliendo y entrando de cada local con más de diez chicas diferentes.

¿Será que me equivoqué de carta?

Me senté en la orilla de la calle, frente al establecimiento, con los ánimos por el subsuelo, tan solo por una carta y un estúpido que tenía más de diez chicas en la bolsa.

Mujeriego…

Ya entiendo lo difícil que es ser cupido, saco la carta mirando el nombre de la, no tan afortunada, que le tocó un mujeriego. Solo se nota la inicial C.

—Que día tan malo —apoyo mi cabeza entre mis manos, mientras los sostienen mis piernas flexionadas en la acera.

—¿Qué pasó, cupido? ¿Decepciona por no poder flecharme?

—Pues obvio Atl…—Esperen.

Levanto mi cabeza para ver al chico castaño mirarme con diversión y una sonrisa burlesca en sus labios.

—¿Puedes verme? —me levanto con asombro.

El asiente con la cabeza, despreocupado y manos en los bolcillos de su pantalón, mientras que, en sus labios no lo abandona la burla.

—Es estúpido que trates de flecharme, Freya —se acerca a mí y sonríe de lado. —Soy el hijo de Ares —se presenta y me extiende la mano para que la estreche.

¿Hijo de Ares? tiene el gen de un dios, como pude ignorar las energías que emanaba. Soy una estúpida.

—Déjame proceder a decirte que eres un imbécil por hacerme dar millones de vueltas —lo miro con molestia y mi tono le da la confirmación de mi enfado y disgusto por su idea.

El ríe a carcajadas.

—Tú no te acuerdas de mi ¿verdad?

—¿Por qué debería de acordarme de ti?

—Además de que soy un semi-Dios…

Jodido ego.

Carraspeo.

—Mejor di porque debería guardar tu imagen en mi valioso cerebro —espeté. Estoy cansada, molesta y quiero golpearlo porque todo este tiempo fue hijo de un dios y podía verme. No me pidan ser cortes.

En un movimiento rápido, se saca lo que parecen ser unas lentillas, levanta el rostro y me quedo flipando del asombro, de lo que ven mis ojos.

—Soy el chico de aquella fiesta —confiesa. Es él, con el que hice química.

—¿Tú…? —lo señalo sin poder creerlo.

—Sí, nunca olvidé a la chica cupido. —me guiña el ojo.

No sé qué decir o hacer, mis sentimientos están queriendo salir con violencia del pecho. Sus ojos azulados por fin los reluce y el recuerdo de nuestro baile es maravilloso.

—¿Podemos salir algún día? —pregunto encogiéndome de hombros.

—¿Por qué no ahora? —sonríe y me invita al café frente a nosotros. —. ¿por cierto ese es mi uniforme? —enarca una ceja divertido.

—Lo devolveré cuando lo lave.

—No lo devuelvas, al fin y al cabo, serás mi novia. —Responde seguro, me quedo callada mordiéndome la lengua para no sonreír—. Te atrapé cupido.

Al final si le conseguí a su flechazo.

Y ese flechazo resulté ser yo.

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Cupido

—Y Colorín colorado, mi plan de juntar a mi hija con él hijo de mi mejor amigo se ha completado. —choco la copa con el dios Ares. Mi mejor amigo. Mientras disfrutamos la vista en la perla que todo lo ve.

—No por nada te llaman cupido. —halaga.

—Te dije que iba a funcionar, fue fácil la carta falsa, darle el baño de agua sucia —bebo del néctar dulzón—. Ah, y que no se me olvide lo de la fiesta.

—Nuestros hijos nos mataran. —Asegura.

—Que nos maten cuando seamos abuelos, porque esos se nos casan. Será una boda increíble.  

Por eso siempre les digo: tengan cuidado, si mi hija no se salvó de mis movidas, menos ustedes. Sonrío y guiño el ojo.

Feliz san Valentín, mortales.

Fin.

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Carta:

De: Atley Ellen

Para: Cupido, mi futura novia de pelo lila.



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En el texto hay: fantasia, romance, divertido

Editado: 24.12.2023

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