CAPÍTULO 02
«Un idiota. Sí, un completo idiota. ¿Cómo era posible que no pudiera darse cuenta? ¿Cómo mierdas fue que se comportó tan mierda con ella? ¿Nada había aprendido de su pasado? ¿Cómo pudo creer semejante mentira luego de tantos meses conociéndola y de la amenaza que había recibido », se reprochaba Maciel.
No. Tal parece que existían cosas que aún necesitaba aprender, que aún no lograba entender de la vida. Tal parece que no la conocía, que desconfiaba de su procedencia, de su pasado.
Pero es que no pudo resistirlo, vaya, ni siquiera recordó que podía pensar y que tenía un cerebro que nunca dejaba de funcionar, justo para utilizarlo en ese momento, pero, ya era tarde. Leah se había ido, estaba desaparecida y sin un indicio de donde se encontraba.
¡Mierda y mil veces mierda!
¿Ahora qué sucedería? Necesitaba buscarla y tenerla entre sus brazos.
Recargó la frente en la puerta del lujoso baño de aquel hotel donde se alojaba desde que se enteró de su desaparición. Desprovisto de ropa y solo con una toalla enrollada alrededor de la cintura se torturaba una y otra vez pensando en aquella chica que consiguió robarse su corazón en tan solo un par de meses.
Su cuerpo era un horno a punto de explotar cuando la tenía cerca. Por otro lado, desde que todo aquello ocurrió, tomaba esa clase de relaciones a la ligera, sin prestar atención con quién, ni cuándo, por lo que no le daba tanta importancia, pero ella era diferente.
En serio era estúpido.
¡Ah! Cerró los ojos con fuerza y se acercó al lavamanos. Se echó agua al rostro hasta que se encontraba frío por completo y es que aún sentía su cuerpo arder sobre todo ciertas partes, de tan solo recordar lo último que hizo al tenerla cerca.
Vibró como nunca, se dejó llevar sin pensar, sin contenerse ni un poco. Tomo todo de sí, evocar sus gemidos, sus manos aferradas a sus brazos, su entrega absoluta solo logró que ingresara por completo a la ducha.
¡Maldita sea! Maldita sea el momento en que decidió meter a Leah en las sombras que lo perseguían, en su pasado.
Respiró hondo y salió de una jodida vez de esa habitación. Le dejaría todo muy claro a Rebeca y esperaba fuera lo suficientemente madura como para comprender que no iba a dejarse pisar como la vez pasada, tenía que recuperar a Leah y su ex-prometida planeó todo, lo sabía, nunca lo dejaría ser feliz, nunca dejaría que ninguna otra mujer se le acercara.
Se mostraría relajado e intentaría no alterarse.
Recorrió el pulcro pasillo hasta que llegó a lo que era el área de la piscina. Rebeca se encontraba ahí esperándolo con su ordenador abierto leyendo algo con atención. Vestida nuevamente con ese conjunto negro que detestaba que le quedaba como a la villana de la última película que vio. La mujer elevó los ojos hasta los suyos cuando lo tuvo enfrente, tan solo un par de segundos.
—El reloj gira y aún no cumples lo que prometiste querido Mac —Ardía en furia, casi le soltaba un par de palabras que merecía pero era la única forma de recuperar a Leah, su Leah.
Parecía que lo ocurrido hace unos días simplemente no había pasado.
¿Eso era posible? ¿De verdad actuaría de esa forma? La observó por unos minutos sin creer netamente que estuvo a punto de contraer matrimonio con semejante monstruo.
—Creo que es todo. ¿Necesita algo más? —Se puso de pie y cerró el ordenador relajada. Al ver que no respondía, se dio la vuelta de inmediato y reaccionó.
—Necesito tiempo, nos vemos mañana Rebeca, temprano –zanjó serio.
—Sí, a las nueve estaré aquí. Buenas noches Maciel —Y pasó a su lado murmurando tik tok, tik tok.
Permaneció ahí, de pie, aturdido. No era ni la sombra de aquella Rebeca que conoció, de la que se enamoró.
¿Quién era esa mujer?