Te atreves a amarme

Capítulo 06

CAPÍTULO 6

Por su lado, encerrada en aquel cuarto Leah siguió evocando los mejores días de su vida, para olvidar aquel cuarto completamente oscuro, tenía hambre y sed.

***

Leah estaba nerviosa, se sentía perdida. Aquellos chicos habían ido a hacerle una visita, era consciente nunca lograría liberarse de aquello en lo que su hermano la involucró, siempre estaría manchada por él, por su propia sangre.

Cada vez que se acercaba la hora de verlo sus manos se convertían en una máquina de sudor, no obstante debía alejarse, no podía arruinar la vida de Maciel, del hombre que robó su corazón en tan solo un par de semanas. Ese día se levantó más temprano de lo usual y llegó con tiempo de sobra para cumplir su horario en la empresa. Ana una señora de mantenimiento llamó su atención y la distrajo.

—Señorita Leah —giró en dirección a la voz que la llamaba.

—Hola Ana ¿Qué ocurre? —La joven notó el nerviosismo de ella y se acercó a abrazarla—. ¿Sucede algo Ana? —la señora se aferró a sus brazos y susurró.

—Una joven dice ser su familia, la está esperando en el sanitario.

—¿Mencionó su nombre? —preguntó ella curiosa.

—No señorita, dijo que necesitaba hablar con usted urgente.

—Está bien Ana. ¿Me dices en que baño esta? Este edificio me pierde —exclamó Leah observando su alrededor.

Ambas caminaron por detrás de los almacenes de la empresa y llegaron a una especie de sótano, estaba bastante lejos de los trabajadores y oficinas.

—Ana, no creo que lo baños estén por acá—soltó Leah deteniendo su andar.

—Sígame —profirió Ana sonriendo y abriendo una puerta un poco oxidada—. Le dije que me esperara aquí porque si el jefe se entera que deje acceder a la empresa una completa desconocida me despide.

En eso tenía razón y cuando a Maciel se le iba la cabeza perdía completamente la razón.

Ambas entraron, en definitiva era un baño, olía muy mal, la humedad era notable y su descomposición también.

—Traje a la joven —Leah se acercó para observar bien el rostro pero no la conocía. ¿Quién era esa mujer y por qué quería hablar con ella?

—Hola Linda o debo decir "Mi Leah" —Leah pasó saliva y se alejó de ella—. ¿No te acuerdas de mí? Oh que mala educación la mía, Soy Rebeca. Pensé me recordarías de aquella noche con Maciel.

—¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí? —un sudor frío recorrió su columna vertebral, el miedo comenzaba a acumularse en su interior, aquello no era bueno, lo sabía.

—Ana vete y cumple con tu trabajo, no regreses —Leah giró a ver a la señora incrédula ¿Por qué lo hizo?

—Pero que horrible persona soy, ¿Quieres sentarte? Tenemos muchos que hablar. ¿No es cierto? ¿Por qué mejor no me cuentas?

—Tú y yo no tenemos que hablar, estás equivocada Rebeca.

—Oh querida, la equivocada aquí...eres tú.

—¿Qué quieres? —La mujer la miró con impotencia. Era linda, imponente, tenía una mirada negra oscura muy atractiva, entendía porque Maciel había caído redondito por ella hasta que se dio cuenta de lo que habitaba en su interior. De pronto la mujer agarró con fuerza sus brazos y la tiró en el agua acumulada en el suelo.

—¿No sabes? ¡Si te deje un mensaje! ¡Lo ignoraste! —tomó su rostro y pellizco, Leah se zafó sintiendo la rabia arder. Se levantó y dirigió a la puerta, sin embargo Rebeca fue más rápida y la acorraló apuntándole con una pistola.

—Harás absolutamente todo lo que yo te digo ¿Lo entiendes?

—¡Suéltame! —exigió con furia apartando la pistola de su barbilla.

—¡Pregunte que si lo entiendes! —gritó haciéndole ver que el arma estaba cargada.

—Si —Leah sentía los nervios apoderarse de cada rincón, ya no podía luchar, Rebeca conocía todas sus debilidades y donde apuntar para tenerla a sus pies.

—Sé que aunque no las has tenido fácil, desde que conociste a Maciel has tenido todo como una princesa. Y hice un trato querida, Maciel jamás, jamás será feliz ni nadie de su familia. ¿Comprendes?

—¿Quién demonios eres tú para decidir semejante atrocidad? —espetó furiosa Leah, sintiendo su sangre arder.

—Dime de una maldita vez ¿Qué quieres?

—Es muy fácil Leah, que te alejes de él, que le rompas el corazón, haz que te odie.

—¡No puedo hacer eso! ¡Estás completamente loca Rebeca!

—Si puedes, o tus hermanos, Daniel, Raquel, Ricardo, e incluso Jessie y esa mugrosa que me ayudó se verán perjudicados solo por tu acciones niñas.

—¿Por qué Rebeca? ¿Por qué te empeñas en hacerle la vida imposible a los Herworth?

—Te contaré una historia Mi bella —odiaba la llamará así con un tono muy diferente al de Maciel, mientras él lo hacía con amor ella con repulsión—. Una familia feliz con un reino bajo sus talones, un padre luchando por mantener sus riquezas y otra destruyendo a su paso lo que en mucho tiempo construyó. La familia se vio amenazada por otra y la hija menor se enamoró de nada más y nada menos que el hijo menor de sus enemigos. La joven impotente prometió acabar con la familia que había destrozado a la suya. Hizo que el hijo mayor fuera deseherado por no cumplir con los matrimonios arreglados, siendo alejado por completo de la fortuna que poco le interesaba, el hijo menor obligado a contraer matrimonio con la mujer que sería su peor pesadilla lo que no estaba en los planes y en el rompecabezas que poco a poco fue cobrando sentido era que la prima de su querido Maciel apareciese, que cambiara la jugada de su partida. No obstante está pensó y se percató de la gran ayuda que esta chica podía aportar.




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