Te atreves a amarme

Capítulo 07

CAPÍTULO 7

 Leah de pronto sintió que todos sus planes se estaban haciendo cenizas uno por uno.

Recordaba perfectamente como habían sido sus días en la empresa hace ocho meses después de aquella cena que todo lo había cambiado y aquella carta que nunca iba a olvidar.

Discúlpame, Leah, de verdad lo siento... Le juré a ella que no lograrían salir adelante, pero, fui consciente que tú no te dejarías vencer, que lucharías y estoy tan orgulloso de ti hermana… Te amaría como lo que eres, mi familia si no estuviera en este profundo agujero sumido en una completa oscuridad. Por eso me fui, por eso te culpe; para protegerte, protegerlos, por eso no pude seguir mi plan de hacerles la vida miserable  pese a todo son mis hermanos. Ojalá algún día me perdones y comprendas lo mucho que los amo, a los tres”

 

Esas palabras se reproducían como un disco en las noches, y aunque no eran tan seguidos sus sueños no lograba eliminarlos por completo. Era su hermano mayor, quien debía protegerlos y sin embargo los abandono y dejo a la merced de todos sus enemigos, nunca se lo perdonaría.

Maciel giró el rostro y prendió la luz de la lámpara. Ahí, a un costado del despertador, la foto  de sus padres y hermanos. Sonrió decidido a encontrar a los culpables de aquel accidente, todas las investigaciones llevaban a la misma respuesta: Nada, un fallo mecánico del vehículo, sin embargo la agencia de Investigaciones secretas que había contratado habían dado con el clavo, todo era una fachada. Sin embargo continuaba sin rastros ni conocimiento del posible enemigo que lo acechaba.

Un día más y al parecer debía comenzarlo aún más temprano.

Saludó al guardia de la entrada mientras este le abría el ascensor.

 

— ¿Leah Ferrer ya llegó?  —Jessie, su guardaespaldas, asintió a su lado.

Eso no era algo de su incumbencia, no obstante, su actual asistente poseía su atención y el escolta contaba con personal a su cargo para darle todas las respuestas que quisiera, por lo  que contestar un simple dato curioso de su jefe no significaba un problema.

Ya se encontraban solos y aunque confiaba en todo su personal de seguridad, Jessie era su mano derecha desde que era un crio, confiaba a ciegas en él. Era un segundo padre.

—Sabe que no es fácil esa mujer... pero logré investigarla hijo —Maciel sonrió sacudiendo la cabeza. Sí, era testaruda y además  de Nina la hermana pequeña de Ricardo que hacía lo que quisiera de él,  Bella su anterior asistente que estaba embarazada y se encargó de seleccionar a la chica correcta. Sonrió recordando cómo había entrado a su oficina luego de que Leah se fuera.

—Tiene que ser ella Mac —gritó entusiasta Bella dado aplausos como una niña pequeña.

—Aún no lo sé Bella, aún hay muchas chicas —respondió dudoso.

—Tú no necesitas a una prostituta —exclamó señalando la puerta haciendo referencia a la gran fila de chicas vestidas de manera elegante y de forma rescatada, con grandes cantidades de maquillaje en el rostro y bisutería que seguro no podían costearse —con la palabra "Interesada" Ohh "Dame un orgasmo Maciel" tallada en la frente.

Soltó la risa ante los comentarios de su secretaria y que tenía su confianza para hablarle y decirle todo lo que quisiera pues llevaban años laborando juntos y le demostró ser recta y fiel, sobre todo en aquel momento donde todo parecía desmoronarse, incluso le advirtió del mal presentimiento que le otorgaba Rebeca y sin poder evitarlo luego de sentirse en la cima de un castillo, éste se derrumbó haciéndolo rememorar las palabras de su secretaria.

—Está bien, está bien Bella, Leah será tu suplente.

—Si lo sabré yo. Bueno, encárgate de que para el próximo mes viva en un lugar decente, tenga comida para llevarle a sus hermanos y no tenga que preocuparse de nada, esa chica Mac, es más de lo que tú crees —Le pidió revisando su correo electrónico.

Era un adicto al trabajo, más aún desde que Rebeca lo abandonó. Jessie asintió. Se llevaban muy bien. Aún recordaba el momento en el  que su padre se lo presentó. Así que diez años era el tiempo que llevaba trabajando con él, se había permitido conocerlo, no obstante solo él, Nina y Bella tenían ese derecho, nadie más lograba derrumbar sus barreras, había logrado construir un muro que lo separaba de todo a su alrededor que estuviera involucrado con los negocios y la empresa. Era un témpano helado que sin saber cómo, ni el porqué, Leah Ferrer lograba derribar solo con una mirada.

—Excelente Jess, mándale comida, ropa a sus hermanos, encárgate de su moto que la envió al taller luego del accidente.

—Aún hay tiempo hijo... No hay apuro con nada, el día apenas comienza, pero cuenta con ello.

—Lo sé, pero prefiero ir tachando los deberes, ya sabes que nunca terminan y me gusta tener todo calculado–Así era; planeador, nada podía salirse de su lista de deberes y día controlado.

—Buenos días... —lo saludó la chica de ojos verdes de rasgos finos justo cuando  pasaba por delante del escritorio de Bella, su asistente, a pesar de rondar los ocho meses de embarazo se mantuvo laborando hasta ese día.

— ¿Qué tal la mañana Bella? —preguntó su jefe ignorando a la joven con quien había salido la noche anterior al tiempo que se servía café.




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