Te atreves a amarme

Capítulo 14

CAPÍTULO 14

 

Por la mañana llegó puntual a la empresa. Jessie le abrió en cuanto tocó.

—Buenos días, Leah, ¿dormiste bien?  —La chica le sonrió tendiéndole un cupcake que ordenó en su desayuno y había visto  al hombre ingerir. Este lo tomó comenzando a sentir un inmenso cariño por la joven que aunque no tuvo la mejor infancia conservaba intactas las partes más bonita de la vida, su ingenuidad y humildad. Sabía todo sobre su vida, por lo que ese tipo de gestos lo alegraban, a Leah le gustaba ayudar, eso era lo que la motivaba.

—Bien, disfrútalo —Pasó con tranquilidad aunque en su interior moría de nervios.

—Sabes que lo haré —Maciel apareció por el pasillo. Ambos se detuvieron por unos minutos. Las miradas diferentes, el cuerpo tenso, algo había cambiado, comprendió el escolta mordiendo su cupcake al tiempo que enarcaba una ceja.

—Buenos días, señor  —murmuró ella con indiferencia, un segundo después depositó sus cosas sobre su escritorio y encendió la computadora.

Maciel la observó contenido. Iba con un jean más ajustado, zapato alto, de nuevo sus movimientos eficientes ahí, en el medio de los dos, como claro recordatorio de lo especial que era, también de quien era ella y quién era él, haciéndolo consciente del error que cometieron la noche anterior pero más que considerarlo un error, Maciel lo visualizó como una oportunidad para olvidar y volver a empezar. Mantenía el pensamiento que la gente le daba más importancia al estatus que a lo que realmente tenían que valorar.

Toda la jodida noche del domingo dio vueltas en la cama, ansioso. Había cometido una locura y odiaba desconocer las consecuencias que esto le traería. El control era parte de su vida y perderlo lo hacía sentir derrotado, perdido y muy vulnerable.

 

Se sentó a su lado con una taza de café.

—¿Empezamos? —Leah asintió sin verlo a los ojos.  Horas después ya tenían todo organizado y ella podría ir a descansar —. Bien, por la noche firmamos el contrato con los Willow. Confirme la reservación para la noche... —En todo ese tiempo reunidos ambos mantuvieron la misma distancia, hablaban solamente lo necesario y prácticamente no se dirigieron la mirada.

Jessie los observaba a los lejos con una sonrisa, desde el principio se percató que la presencia de esa chica cambiaría la vida de todos.

—Está bien, ahora lo hago  —Leah se levantó dejándolo en la mesa revisando algo en la computadora. Con disimulo la observó andar. Su espalda era chica pero estilizada y recordaba sin problema la suavidad de su piel. Su cabello iba trenzado dejando algunos mechones, sobre su rostro, su cuerpo parecía trabajado y eso le era tremendamente sensual y llamativo, ella, su figura, sus jadeos, y su interior. Todo en conjunto era una bomba que lo mantenía con los nervios de punta.

Leah almorzó junto a otros trabajadores y no volvió a verlo el resto del día hasta la noche. Hora y media antes de firmar el contrato con los Willow, Leah se escabulló pues debía darse una ducha, arreglarse un poco para cena.

Se encontraron en el auto donde ya él la esperaba. En silencio transcurrió el camino. Al llegar se miraron intensamente por un momento con mucha ansiedad, sus cuerpos se hallaban como piedra, como si un hilo fuera estirado por ambos lados, todo en dirección contraria.  El contacto terminó al abrirles la puerta. En la cena todo salió cómo esperaban o mejor aún pues los socios se mostraron siempre divertidos y complacidos con el contrato.

 

 

—Espero que nunca borres esa bonita sonrisa de su rostro Leah  —dijo uno de los hombres cuando se despedían. La chica asintió alegre. Maciel, aún consciente que estaba comprometido, no le gustó la familiaridad con la que se expresaba. De inmediato y sin pensarlo se ubicó a su lado y la tomó por el brazo.

—Y usted disfrute de su Luna de miel —completó él tendiéndole la mano serio. Leah al sentirlo cerca dejó de pensar y solo estaba consciente de su respiración. Pasó saliva fingiendo que nada sentía.

Salió del lugar y sin pensarlo, él fue detrás dejando a Jessie en una esquina.

—¿Esta es tu estrategia? —preguntó en el estacionamiento al darse cuenta que pensaba irse.

—¿A qué te refieres? —cuestionó en voz baja.

—Coquetear conmigo es tu plan...

—¿Cuál estrategia? ¿Cuál plan Maciel? —Él  dio un par de pasos para quedar a menos de un metro de ese cuerpo que lo volvía loco.

—La estrategia que usas para conseguir lo que quieres, o crees que soy estúpido —soltó amargamente. La joven se cruzó de brazos, y observó de pies a cabeza.

—¿Tanto desconfías de una mujer? ¿Tanto miedo doy?  —Lo desafío y eso lo enfureció. No pudo más, la tomó por los brazos y la atrajo a su cuerpo.

—No sé quién eres y tampoco sabes quién soy, no temo ni de ti, ni de una mujer pero tu si de mí —Ella, sin amedrentarse mantuvo su cabeza en alto y mirada fija en él.

—Yo vivo, no ando de cobarde... Podrías intentar no huir y enfrentar —Sin más Maciel estampó sus labios en los suyos mientras la guiaba a una pared para no darle opción a marcharse. La probó mientras ella aferraba la corbata de su traje para que no se alejara. Al percatarse de lo que hacía se separó  drásticamente sin alejarse.




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