CAPÍTULO 15
Entró a su hogar despidiendo a la chica que cuidaba de sus hermanos quienes ya estaban dormidos, deseando así un momento de calma. Se quitó los zapatos, se desabrochó el vestido resoplando. ¿Qué estaba haciendo? se preguntó en su fuero interno.
El móvil en su mano sonó. Lo observó como si quisiera que explotara. Sólo imaginaba a una persona marcando a esas horas. Descolgó dejándose caer en el suelo de su habitación.
—¿Sí?
—Necesito los documentos, tráelos —ordenó su jefe. Dejó caer la cabeza hacia atrás cerrando los ojos. Detrás de esas palabras se ocultaba otra verdad.
—No —Colgó nerviosa, asombrada por lo que acababa de decir. Sus pulmones comenzaron a trabajar a una velocidad extraordinaria y su pulso parecía estar fuera de control. ¿Qué acababa de hacer?
Se dejó caer en la cama, bufando. Ese trabajo no duraría mucho, ya lo veía venir y todo por su debilidad, por esa jodida atracción que la mantenía fuera de sí, que la hacía desear, sentir cosas que nunca con nadie siquiera pasó por su mente. No iría, podía esperar a mañana, ya tenía que controlarse, su vida no compaginaba con la de él y debía hacerse responsable de sus hermanos, últimamente no había compartido mucho con ellos y no todo podía dejárselo a la niñera o a Lolitha todo el tiempo.
Se levantó furiosa. Necesitaba aire. Respirar, No podría dormir, lo sabía. Subió la cremallera de sus jeans, se puso unas botas, un gorro, tomó su celular y abrió, decidida a pensar qué haría si todo escapara de sus manos, como lo visualizaba. Casi suelta un grito cuando lo vio ahí, parecía un ángel, mirándola con el ceño arrugado, su traje desaliñado
—Pasa —dijo él mientras llevaba sus manos a la cabeza y restregaba su melena, su aliento derramaba un leve olor a vodka. La miró y comenzó a caminar de un lado a otro al frente de la entrada dejando a la chica intrigada.
—¿Qué quieres? —preguntó buscando de una maldita vez acabar o marcar una distancia con aquello que a ambos estaba enloqueciendo.
Maciel negó con la cabeza, abrió más la puerta y entró sin más. Leah solo giró para obsérvalo.
—¿A dónde ibas...? —exigió saber serio.
—¿Y yo tengo que responderle? Solo eres mi jefe, nada más —zanjó ansiosa por terminar con esa locura que acontecía.
Maciel parecía furioso, lleno de coraje y demasiado desesperado. De un movimiento se acercó, cerró la puerta y la pegó a la puerta rodeándole el cuerpo por completo.
—Que bien, que lo tengas tan claro porque eso no va a cambiar... —La joven al ver venir su beso giro el rostro.
Maciel abrió los ojos con sorpresa, ahora no, dejándose llevar por la excitación que lo quemaba, la beso. Ella lo deseaba, lo miraba en sus labios, en sus ojos llenos de emociones.
—Me satisface saber que usted también lo tiene claro —murmuró enredando sus manos en el cabello para enseguida devorarlo como ambos deseaban. Su aromase coló en su sistema tan rápido que tocaba cada espacio de su ser. Algo en su mente la animó a dejarse llevar, a solo sentir, a vivir algo que sabía no experimentaría con nadie más.
El hombre rugió tomando el control, deslizando sus manos por la cintura de la joven. El beso era tan exigente, tan atrapante. Sus alientos en un encuentro apasionado, sus sentidos actuando al compás. Su ansiedad calculando en contra de ambos y el deseo desenfrenado siendo cómplice de la alarma en su conciencia. Aun así se dejaron llevar.
Dieron con un sillón y él intentó tocarla, ella retrocedió señalando con el dedo las habitaciones de sus hermanos y la de ella. Maciel no esperó un segundo y la llevó al interior de su dormitorio, se despojó de todo en un segundo. Sin demora la tomó por la cintura, le quitó la única prenda faltante y la probó de pie. Aferrando su cintura con una mano, mientras que con su boca humedecía uno de sus pechos.
La chica se arqueó con la boca seca, con las terminaciones nerviosas a una velocidad que estaba segura no era permitida. Con lentitud su aliento fue abandonando esa parte de su anatomía para descender. Leah dejó salir un grito ahogado al sentir su exploración. Quería parar, quería que siguiera. Dios, no sabía lo que quería, pero se sentía tan jodidamente bien que no lograba conectar su mente con los pensamientos. Sin poder evitarlo su respiración fue aumentando, su pulso estaba peor, en subida y una luz roja apareció dejando salir de una vez todo lo que su cuerpo contenía. Gritó arañando su espalda. De pronto, su aliento inundó sus labios, sus caricias la hicieron volver a la realidad.
Unos segundos después aún continuaba encima de ella, buscando, de alguna manera, regresar a ese punto de control, deseando pensar y relacionar las ideas. Pero era casi imposible, se sentía al límite de sí mismo, esa mujer lo volvía loco, jamás había estado con alguien de una forma tan arrebatada, tan sensual. No tenía idea de por qué diablos no le dijo lo que iba a decirle, por qué terminó una vez dentro de ese lugar que lo quemaba a tal punto que perdía la cordura.
Se irguió un poco juntando el valor. Leah tenía sus ojos cerrados, La respiración acelerada y su bello rostro tenía adherido algunos mechones. Apretó los dientes.
—Debemos poner punto y final a lo que sea que tenemos.