Te atreves a amarme

Capítulo 17

CAPÍTULO 17

 

—¿Aquí vives? —preguntó asombrada Leah antes de entrar.

—Tus hermanos ya están instalados puedes escoger  una habitación —mencionó él antes de adentrarse en otro cuarto dejándola con la palabra en la boca.

Maciel fue directo al baño, abrió el grifo de agua, tomó un poco con las manos y se lavó el rostro. Observó en el espejo la imagen que reflejaba. No la reconoció, algo había cambiado en él,  repasó cada una de sus facciones, seguía igual. Era atractivo para la gente, tenía ojos grandes color océano, con pestañas onduladas. Una boca bien delineada, nariz fina, nada desentonaba,  solo el vacío de su mirada. Su cabello rubio corto contrastando con el bronceado de su piel. En sus treinta años, nunca se detuvo a mirarse realmente. Si alguien lo observaba, a primera vista pensaría que lo tenía todo aunque no lo mereciera. Hasta hace dos años así parecía. Pero en ese momento todo era distinto. La llegada de Leah a su vida lo hizo ver más allá, se daba cuenta que sus últimos meses eran solitarios, intentó ocupar su mente desesperadamente con reuniones, viajes, noches en bares y más trabajo del que tenía. Ahora, sólo de pensar en la joven que se encontraba viviendo bajo el mismo techo con sus hermanos, sentía que se ardía en llamas, era como si pintara con colores sus días... Pero no era para él, ella era distante, tímida, temerosa, su mirada guardaba misterios, parecía una caja llena de secretos, con un candado y una llave perdida. Desde aquella noche en su casa no habían vuelto a tener un contacto físico y eso lo estaba volviendo loco, era demasiado orgulloso para aceptar que Leah Ferrer estaba derrumbando sus barreras, sin embargo ella no hacía más que ignorarlo y seguro muy pronto desaparecería de su vida así como llegó. El solo hecho de pensarlo, lo hizo sentir un vació, recordar la soledad, aquella que no extrañaba en lo absoluto.  Se pasó las manos por el cabello con evidente frustración ¿Qué haría?

Debía de pensar en lo mejor para ella y sus hermanos, su información estaba protegida, era clasificada. Jessie no había podido indagar más de lo que ya sabían.

 Tenía que resistir, ella era una chica más, tenía que lograr que esto, todo, valiera la pena, es la ayuda que podía ofrecerle y lo iba a hacer bien. Regresó a su recámara, tomó su tableta y se puso a trabajar.

Era sábado y no tenía ni la más mínima intención de salir, su celular lo apagó, así pasó toda la tarde y nadie lo molestó. En cuanto se metió a cuestiones de la empresa, el tiempo comenzó a volar, checó todos los correos y los respondió uno por uno. Así lograba olvidar lo que en su interior bullía, una ola se avecinaba y sin precedentes se avecinaba y era mejor no darle importancia o haría de su persona lo que quisiera.

Una vez, solo una vez se había dejado llevar, se permitió sentir más y sin duda había sido su peor error.  Solo sería un juego, no se atrevería a dar más.

Esa noche Adam y Cloe habían decidido quedarse con Lolitha por lo que regresó al departamento de Maciel sola. Sentía que la estaban siguiendo, sus nervios estaban a flor de piel, su respiración se había acelerado y aumentó el ritmo de sus pasos hasta que sintió como la jalaron por un brazo a un callejón.

—Shh… soy yo hermosa —escuchó la voz de Brank, dejó pasar saliva y suspiró.

—¡Me has asustado! —susurró apenas consiguió relajar un poco su cuerpo.

—¿Qué haces a estas horas sola? —cuestionó molesto y ella se regañó mentalmente —¡Maldición Leah!, no estás a salvo. No aquí, eres consciente que me estoy jugando el pellejo por ti, ¡No te expongas! —advirtió con preocupación.

Los ojos de ella se pusieron acuosos, leerlo en aquella nota era una cosa, pero escucharlo la derrumbaba por completo.

¿A quién le gusta saber que lo andan buscando?¿Qué su cabeza vale un montón de millones?

—¿Qué puedo hacer Brank? —dijo pasándose las manos por la cara con desesperación.

—Nada Leah, esperar. Solo escúchame bien —musitó mirando hacia atrás —Si tienes la oportunidad de salir de este país, ¡vete! ¿Entiendes? Que nada te detenga, así sea por unas semanas. Tu jefecito estuvo indagando en tu vida, y eso no le ha gustado al jefe. Tu información es clasificada por alguna razón que desconozco, alguien de alguna forma te quiso proteger, pero Rebeca, una mujer que no sé de donde diablos salió está de su lado y ella sabe todo Leah, parece que te conoce de pies a cabezas. Eres su presa, tienen la carnada y están esperando el momento exacto para atacar —relató el chico abrazándola, sus tácticas para pasar desapercibido si alguien los estaba viendo, solo eran una pareja más en medio de la noche, Leah asintió ante cada palabra, comprendiendo que aún esa pesadilla estaba comenzando —Te seguiré dejando notas siempre que pueda, si por alguna razón, Leah, te escribo “Luz roja” simplemente desaparece, pide ayuda, sé que tu jefe ya no es tan solo jefe, ese hombre te mira de otra forma, así como yo te veía antes. Ahora Leah, eres mi amiga, te he tomado cariño, sé que eres diferente a Lohan, estás pagando por sus errores, pero me encargaré, mírame Leah —dijo levantando su mentó—, me encargaré de que vivas, tú eres una oruga en una cueva oscura, aquella que en algún momento se convertirá en una gran mariposa de oro, volarás, serás libre de este mundo en el que tu hermano te sumergió —la chica sonrió ante la metáfora. Confiaba en Brank a pesar de saber que también estaba coludido con esos hombres.

—¡Cuídate Brank!  —soltó de pronto, sintió una presión en el pecho, tenía un mal presentimiento.




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