CAPÍTULO 23
—Brank, háblame —dijo entre sollozos Leah—. ¡Brank! — la voz de ella se escuchaba lejana. El joven intentó sonreír, pero a medida que pasaban los segundos sentía que se estaba quedando sin fuerzas. Poco a poco empezó a perder el conocimiento, las voces cada vez se hacían más y más lejanas. Quería abrir los párpados, pero se sentía realmente débil, todo el cuerpo le dolía y era incapaz de hacer cualquier movimiento. Entonces la escuchó sollozar, pero no podía abrir los ojos.
***
—Hemos colocado una malla anticaida abajo Maciel. Ricardo avisó de las intenciones de Rebeca y nos dio tiempo de movilizarnos. Quizás estén heridos, se hayan golpeado pero el golpe fue amortiguado —informó Jessie y Maciel sintió que le regresaban el alma e inmediatamente se puso de pie, todos comenzaron a bajar. Uno de los guardias mantuvo a Lohan esposado.
Al llegar abajo estaban subiendo tanto a Leah como a Brank en una ambulancia.
—La chica tiene la presión baja jefe, y él se golpeó la cabeza, ella cayó encima de él, su cuerpo soporto todo el peso, ambos están inconsciente, le hemos tenido que colocar un calmante.
Cuando llegaron a la escena vieron al equipo correr.
—Ha escapado señor —dijo un joven del equipo y Jessie respiró profundo.
—¡Maldición! Vigilen toda la zona —ordenó—Maciel, ve con Leah, ella te necesita. Yo me encargaré del resto, no te alejes de Lucas, es el nuevo integrante de seguridad, te cubrirá hasta que yo regrese.
En el trayecto Maciel solo deseaba volver abrazarla. Leah, estaba bien, Adam estaría feliz de volver a verla y no lo pensó dos veces y le marcó.
—Maciel ¿Hay noticias? —preguntó sin esperar un segundo.
—La encontramos Adam, la encontramos —exclamó y lo escuchó gritar.
—¿De verdad? —se detuvo a preguntar el chico.
—Si Adam, la están trasladando a una clínica.
—¡Dios, gracias, gracias Mac! Voy a dejar a Cloe con Lolitha y tomaré un taxi, mándame la dirección y nos vemos allá.
—Nos vemos.
Una vez llegó al lugar visualizó a los paramédicos bajando a Brank y a otros con Leah, quien ya se encontraba despierta.
Cuando intentó acercarse uno de los paramédicos lo detuvo.
—En unos minutos podrá verla, mientras estará en emergencia, la atenderán ¿Puede rellenar sus datos? —entonces suspiró con frustración y asintió, él solo quería verla.
Había pasado una hora y nadie salía a darle noticias, pronto Jessie llegó a su lado junto a Adam.
—¿Cómo está ella? ¿Podemos verla? —pregunto el adolescente apenas lo vislumbró.
—Estoy esperando noticias Adam, tenía la presión arterial baja —informó pasándose las manos por el pelo.
—Pero ha pasado mucho tiempo —terminó de decir cuando visualizaron a un hombre acercarse a ellos.
—¿Familiares de Leah Ferrer?
—Sí, somos nosotros.
—Soy el doctor Carlos Santana —se presentó y ambos asintieron—. La señorita está estable, su presión ha sido controlada, es importante resaltar que en su estado hay que evitar este tipo de situaciones, no solo estaría en riesgo su vida, también la del feto. Está siendo hidratada y evaluada por su ginecólogo, en unos minutos podrán pasar a verla.
—Gracias doctor —comentó Adam con admiración.
—Estamos para ayudar jovencito, si me disculpan iré a atender a otros pacientes —dijo estrechando la mano con Adam y Maciel antes de darse la vuelta y perderse entre uno de los pasillos.
Diez minutos después el mismo doctor los paso buscando para llevarlos a la habitación de Leah. Le habían exigido no alterarla por lo que Maciel decidió quedarse fuera esperando. Lo más conveniente es que no entrara, no aún.
—Ella solo necesita que la ames Maciel —comentó su escolta y él asintió.
—Primero solucionaremos todo, la pondremos a salvo. Luego me encargaré de que me perdone.
—Te perdonará Maciel, lo hará, porque cuando dos almas deben estar juntas, aunque una avalancha de piedras se les venga encima, resistirán ¿Sabes por qué? —cuestionó y él atento a cada una de sus palabras negó.
—Porque se aman.
—Le iba a pedir que se casara conmigo —comentó sentándose deslizando su espalda por la pared hasta encontrarse sentado en el piso, el guardaespaldas hizo lo mismo.
—¿Y ya no? —preguntó el hombre mayor enarcando una ceja.
—No lo sé Jessie.
—¿Qué te hace dudar hijo? —cuestionó con seriedad.
—No hacerla feliz, quizás ella no es para mí.
—Si ella derritió el hielo es la indicada Maciel. No te diré más, pero, esa chica y tú terminaran juntos. A este viejo no lo vas a engañar, no en su último año de labor.
—Te extrañaré.
—Yo también Maciel, seguiré siendo el jefe de seguridad, pero, el campo ya no es lo mío, los años no pasan en vano.
—¿Estás seguro? La acción siempre ha sido parte de ti.
—Voy a dedicarle tiempo a mi esposa e hijos Mac, es la mejor decisión que he tomado, esa jovencita nos ha dado una enseñanza a todos y ¡enhorabuena, vas a ser papá! —soltó recordándole la noticia.
—¿Puedes creerlo? Es la mejor noticia que pude recibir en esto años Jessie. Ella realmente cambió mi vida.
—Lo hizo y por lo mismo no deberías pensarlo tanto, entra a verla. El pasado quedó atrás muchacho, ya no hay nada que hacer, construye tu futuro.
Por otro lado Adam visualizo el cuarto iluminado por luces blancas y en la cama estaba ella con muchos aparatos conectados, cuando vislumbró a su hermana llena de moretones, pálida lagrimas derramaron por su rostro sin poder retenerlas. Miró al doctor esperando una instrucción.
—No te preocupes, sorprende un poco, pero, ella estará bien, los moretones irán desapareciendo con los días, puedes quedarte con ella, yo regresaré más tarde —y desapareció dejándolo solo. Se acercó a la cama, tenía varios cables conectados, por su mano derecha le suministraban suero para hidratarla, la joven tenía los ojos cerrados.
—Adam —susurró, captando su atención.
—Leah, estas despierta —comentó con emoción tomando su mano izquierda y acariciándola. No entendía porque la vida la trataba así, si ella era la mejor persona que conocía y no solo por ser su hermana, ella tenía un corazón de oro, como muy pocos lo tenían en la actualidad, comprendió —. ¡Por dios Leah! Estaba tan preocupado
—Lo siento —dijo comenzando a toser señalando una jarra de agua al lado.
—Quieres agua —aseguró en voz alta el chico y su hermana asintió.
—Cloe está ansiosa por verte —mencionó mientras le extendía el vaso de agua —y nada fue tu culpa Leah, ya paso, y estas acá, con nosotros, la joven dejo el vaso a un lado y abrió los brazos, Adam no dudo en lanzarse a ellos, enterrar su cabeza entre su cuello dejando salir una vez más las lágrimas —Te amo Leah, no solo eres mi hermana, has sido mi mamá. Temía mucho perderte. Estoy seguro que nuestros padres estarían muy orgullosos de ti.
—Fue aterrador Adam, pensé que no volvería a verlos, que no podría vivir la experiencia de ser mamá —confesó Leah confirmándole a su hermano que estaba embarazada.
—Lo sé, y serás la mejor mamá que ese bebe pueda tener —aseguró con una gran sonrisa el adolescente.
Pasaron minutos y ambos hermanos estaban en su burbuja, Leah reía de las cosas que le contaba Adam, todo lo ocurrido en esos dos meses cuando de pronto el rostro de ella cambió preocupándolo.
—¿Qué ocurre? —preguntó impaciente.
—¿Él lo sabe? —exigió saber.
—Sí, él manejó todo el caso Leah, el mismo día que se enteró que todo era una falsa. No paró de buscarte, yo fui a pedirle ayuda. No sabía a quién más recurrir.
—Gracias —musito ella, siendo consciente que su hermano había hecho bien en buscarlo, capaz y si no lo hace aún estuviera entre aquellas paredes.
—Él tenía derecho a saberlo —comentó el chico tratando de que su hermana le dijera algo y no se perdiera en su mundo.
—Lo sé, solo esperaba que fuera de otra forma. Desconfió de mi Adam —soltó dolida— habían muchas pruebas falsa, pero, no me dio una oportunidad para explicarme, es cuestión de comunicación Adam, Co-mu-ni-ca-ción. Yo no puedo estar con un hombre que desconfía de mí a la hora de una caída. Levantarme es aún más difícil.
—Tienes razón, no te la voy a quitar, pero, habla con él.
—Lo haré, no soy como él. Le daré su oportunidad Adam.
—Pero no se la pondrás fácil ¿Verdad?
—No, necesito tiempo.
Una vez terminaron esa conversación una aclaración de garganta los sacó de sus mundos. Maciel estaba en una esquina observándola con sus penetrantes ojos azules.
—Yo… —se entrecortó él.
—Yo iré por un bocadillo, regreso más tarde —Adam interrumpió el juego de miradas, estaba claro que en ese momento era un mal tercio en esa habitación.
—Quiero una barra de avena ¿puedes?
—Sí, la traeré —contestó antes de cerrar la puerta.
Una vez solo ninguno sabía cómo comenzar la conversación.
—¿Por qué no me lo dijiste? —exigió saber.
—No me diste oportunidad ¿Qué querías que hiciera?
—Yo nunca dejaría a un hijo mío desamparado… tenías todo una historia, tu pasado, jamás te atreviste a contarlo, lo respeté Leah, pero mira a donde nos ha llevado y ahora me entero que somos primos. ¿Existe otra cosa que deba saber?
—No lo somos —contestó con seguridad —no somos primos, no de sangre.
—¿Qué estás diciendo? —preguntó perdido, estaba como en un juego, brincaba de una mentira a una verdad que resultaba ser mentira para saltar a otra verdad.
—Mi madre engañó a tu tío, soy hija de otro hombre que brilla por su ausencia, mi padre, es decir tu tío, es mi padre, siempre lo será, él me crio aunque su sangre no corra por mis venas, es al único que siempre llamaré papá.
—¿Cómo estás tan segura? —profirió sentándose en uno de los muebles que poseía el cuarto.
—Lohan me dejó una carta con Brank. Ni Marissa ni Eduardo querían que me sintiera mal, Eduardo quería que lo viera como un padre siempre, y decidieron ocultarlo, me enteré mientras estuve encerrada esos días. Rebeca no lo sabe, sigue creyendo que si lo somos, aunque en realidad tu y yo no estamos relacionados.
Leah se daba cuenta por sí misma, se estaba volviendo a encerrar, podía estar molesta pero no podía permitir que se alejara, que quisiera hacerla a un lado, no se había acercado ni había rozado su mano, mantenía la distancia, sin embargo aún le dolía su desconfianza, pudo haberla escuchado, quizás si él hubiese estado a su lado, Rebeca no la hubiera secuestrado, pero no podía vivir de los hubiese. Las cosas habían pasado y no había forma de cambiarlas solo de seguir con ellas acuesta.
—¿No te acercarás? –preguntó con cautela. Maciel restregó un par de dedos por su nariz
—Leah... —musitó arrastrando la última vocal.
—No, ¿dónde está mi bella, hermosa, mi amor? No lo hagas, no ahora por favor —le pidió. Su rostro lucía afligido, tierno y muy vulnerable. Podía sentir sin proponérselo, el miedo a que se volviera a privar de sus emociones. Sin más dio un par de palma a su lado y Maciel no lo dudo, se recostó a su lado y la pegó a su pecho.
—No estoy preparado para esta tarea, mi alma aún se está librando de miles de demonios, Leah, de...
—Miedo –completó ella tomando su mano. Él asintió, serio—Cuando se trata de ti, se transforma en pánico...
—Tampoco estoy preparada para ser madre, me diste la espalda cuando más te necesitaba, pero podemos con esto, solo necesitamos tiempo —acarició su mano, ella siempre le buscaba una solución a todo, lo veía tan sencillo—Es nuevo, es... algo que no contemplaba...No estaba en mis planes, no en este momento pero ocurrió, solo debemos vivirlo —La joven se volteó por completo y sin importarle mucho el suero, se escondió en su pecho.
—No me iré, aquí estoy, a tu lado... –acarició su melena besando su cabeza.
—¿No estás molesto? —cuestionó de pronto con preocupación.
—¿Molesto? ¿Debo molestarme por saber que voy a ser papá? ¿Bromeas? Es la mejor noticia que he recibido —contestó abrazándola aun más haciéndola reír—. Me tomó de sorpresa pero no podría molestarme por eso, ambos sabíamos que podía pasar.
—¿Quieres verlo? El medico vendrá a hacer un ultrasonido más tarde. Apenas estoy por el tercer mes, cuando descubrí que lo estaba no había pautado una cita, quería decírtelo primero— él asintió escuchándola, sabía que los días encerrada le pasarían factura.
—¿No tienes sueño? —preguntó cambiando de tema, deleitado por su aroma, que iba desvaneciendo cada fantasma del pasado, podía visualizar un futuro a su lado, sin Rebeca, sin Ricardo ni algún otro recuerdo que los atormentará.
—Fue... tan aterrador —confesó ella sin separarse. Le narró todo con detalles, desahogándose, dejando atrás su miedo mientras él la escuchaba, después la puso al tanto de todo lo que se había enterado. Al final, sin lograr que descansara, pidió algo que ingerir y comieron en silencio. Cada uno sumergido en sus pensamientos. El corazón de Leah comenzaba a latir de forma pausada, sentía, sin dificultad como él se alejaba, como en esa mente, maquinaba algo. Ya no sabía qué hacer, estar a su lado era mágico, no podía mentirse, era mejor de lo que nunca creyó. Pero él debía superar y ella debía pensar más en lo que le esperaba, ya no solo debía pensar en ella y en sus hermanos, sino en su bebe, Maciel era complejo, demasiado, y percibía cómo dudaba, nuevamente, de lo que fuera que existiera entre ambos, ella necesitaba de su confianza.
Jamás había escuchado un te quiero, o un te amo salir de sus labios, nunca le había exteriorizado sus sentimientos, menos de sus planes o de lo que deseara y eso, eso comenzaba a hacer mella en su interior, en su seguridad. Lo quería, incluso sentía algo ya mucho más profundo por él, pero no era una mujer que pudiera vivir así, en la espera, de alguna manera necesitaba certeza, seguridad y ahí, a su lado, no la tenía, Maciel solo actuaba por instinto.
—Tengo una reunión Adam, regresaré en unas horas —avisó al chico observándola dormir.
—Anda con calma, yo no me moveré de este lugar —sin nada más que decir Maciel se retiró observando a los lejos a Adam recostarse en el incómodo sillón.
***
—Ahora sí, quiero una maldita explicación a todo esto, ya, Jessie —exigió apretando los dientes una vez entró a la oficina, con los puños cerrados. El hombre mayor asintió, serio.
—Ya tengo toda la información y debe saber que pese a que intuimos que Rebeca estaba planeando algo, jamás imaginamos algo similar, intuimos que Ricardo estaba involucrado, el joven Brank está limpio, no estábamos seguros, pero jamás sospechamos de él, más bien buscaba proteger a la señorita Leah, Ana fue la empleada que sobornó Rebeca para que llevará a Leah con ella —Maciel tragó saliva, para luego cruzarse de brazos, impaciente. —Prosigue, mi mujer fue lanzada de un edificio estando embarazada, amenazada en mi propia empresa por una empleada por un poco de dinero... Así que quiero más explicaciones y cómo fue posible caer en todas su mentiras, soy responsable por desconfiar de Leah, no es posible que eso sucediera en mi empresa, frente a todos, que Leah hubiese estado expuesta todo este tiempo sin más.
—Lo comprendo, joven. Bien, deje todo el informe en su oficina, espero no me falte nada, de ser así en el transcurso del día le traeré la información que por ahora no posea. Rebeca se percató de que algo ocurría entre... la señorita y usted, esperó el momento exacto para llevar a cabo sus planes. Lamentó informarle que es fugitiva, las autoridades la andan buscando, Lohan, el hermano de Leah se ha entregado por voluntad propia. La banda Pirror fue localizada, el susodicho al que denominaban “el jefe” ya está en interrogatorio.
—Bien, ¿Ya los de la pandilla dejaron de buscarla? —cuestionó encendiendo el monitor de su escritorio.
—Se equivoca –arrugó la frente.
—¿A qué te refieres?
—Rebeca se está moviendo con ellos, Lucas está investigando más de eso, supongo que por la mañana nos tendrá noticias.
—¡Demonios! —negó aferrándose a la silla girando hacia la enorme ventana.
—Le quiero pedir que por hoy no se movilice mucho y la joven Leah permanezca en observación, son precauciones que debo tomar. Y lamento mucho lo ocurrido, fue una negligencia de parte del equipo —Maciel lo miró de reojo, soltando un suspiro.
—No tenían manera de saberlo, pero eso no me hace sentir más tranquilo, al contrario. No pienso salir hoy, estaré con Leah... —musitó de nuevo viendo el exterior. ¿Hasta dónde la había alcanzado su pesadilla? ¿Hasta dónde sería capaz de llegar por saberlos a salvo?
—Lo mantendré informado —asintió perdido en sus pensamientos, y todo se resumía a ella, a lo que sentía, a lo que los últimos meses se había permitido vivir a su lado.
Minutos después vio a Jareb entrar a su despacho serio, evaluándolo.
—Ya Leah está a salvo —vociferó sentándose sin pedir permiso. Maciel no tenía hambre, las palmas le sudaban y se sentía al límite de sus fuerzas.
—Lo sé —su amigo le extendió un café con una bolsa—¿Cómo te encuentras? —Maciel jugó un poco con el vaso entre sus manos. Se encogió de hombros dejando vagar la vista por la cantidad de papeles a su alrededor—. Perdido, muy perdido –admitió para sí mismo.
Jareb negó esperando escuchar sus próximas palabras. Ni siquiera cuando ocurrió todo lo de Rebeca había dicho que se sentía de esa manera.
—¿Qué ha pasado con ella? —Sin mirarlo sacudió la cabeza —No creo ser lo que ella merece —musitó ahogándose en sus emociones.
—¿Qué sientes por ella, Maciel? —Ahora sí lo miró a los ojos.
—Es mi alma —Jareb sonrió con placer, lo había admitido. Maciel la miraba de una manera especial. La trataba con cuidado y nunca la perdía de vista, no era solo su hijo lo que importaba, sino el hecho de que fuera de ella.
—¿Se lo has dicho? ¿Y ella? —lo cuestionó. La nostalgia que leyó en sus ojos le llamó la atención.
—No, pero... —sacudió la cabeza— ¿Y si siempre me persigue? —admitió turbado.
—Maciel, ya basta. Te dejaste llevar, vivieron esos meses felices, no porque apareció una psicópata y loca vas a retroceder todo lo que habías avanzado. Personas como Rebeca hay muchas, lamento informarte, como Leah también. Bien lo sabes, es parte del mundo. Vuelve a las terapias, supera esto. Aprende del pasado, supéralo y construye algo nuevo. Vas a ser papá, ese pequeño es tu motor, tienes al lado una mujer que estoy seguro te ama. ¿Qué estas esperando? —lo cuestiono con fervor.
—Temo que no sea real, siento que no me conozco —Jareb se frotó la frente sin poder creerlo.
—Escúchame bien Maciel, una vez apostaste por gran error, eso es verdad, pero eras joven. Y si no enfrentas esto y te quedas como un cobarde no seré yo el que venga a caerte a patadas, Annie está muy preocupada por ti.
—Buscaré ayuda. Haré lo necesario –Jareb sonrió complacido.
—Dile que lo enfrentaras... Ella será la madre de tu hijo —Lo observó. Deseaba y necesitaba hacer las cosas bien. Y a lo mejor podía invitarla a salir, empezar de cero, mostrarle una faceta diferente. Citas, detalles, ir al cine, enamorarla, hacerla sentir especial, quería hacerla reír todo el tiempo, deseaba entrelazar sus dedos y pasear por ahí, verla cumplir sus sueños. Eso anhelaba.
—Cambiemos de tema ¿Qué noticias tienes de Italia?
—En definitiva Rebeca estuvo implicada con el incendio, la andan buscando. No solo atento contra tu familia Maciel, estuvo implicada con muchas pandillas, tráfico de personas, su expediente está muy manchado, dudo que salga de cárcel en un muy buen tiempo.
—¡Esto sí que fue un lío! —comprendió Maciel asombrado por los alcances de Jareb.
—Lo fue, los abogados están haciendo su trabajo, cualquier otra información te la haré llegar.
Una hora más tarde estaba de regreso en la clínica, Leah saldría al día siguiente, ella necesitaba estar tranquila, entonces recordó la casa de la playa de su familia en Cancún, no solía ir mucho, pero sería un buen gran forma de volver a empezar.
Varios minutos después estaba en su habitación, Adam dormía en uno de los sillones, la joven no había cerrado los ojos. Se irguió al verlo entrar.
—Creí que ya dormías —musitó de pie.
—No he podido hacerlo, cada vez que cierro los ojos vuelvo a caer, estoy en el aire, y su mirada me persigue.
—Necesitas dormir Leah… —en ese momento no dudo en acercarse, la conversación con Jessie y Jareb habían surtido su efecto. Él debía dejar atrás todo. Iba a construir su futuro y lo haría a su lado.
—¿Quieres un cuento? —Leah dejó salir una carcajada y abrió espacio en la pequeña camilla para que él también se acostará y asintió con las mejillas sonrojadas—. No soy muy bueno en esto pero haré mi mejor intento.
—Había una vez tres cerditos —Leah ensanchó su sonrisa
—¡Vamos! ¿Es enserio Mac? Los tres cerditos —exclamó entre risas.
—Esta es una historia diferente —aseguró y ella se dedicó a prestarle atención mientras se acurrucaba en su pecho.
—Bueno, dos de los cerditos eran hermanas y uno de ellos el hermano del medio, la mayor siempre trataba de protegerlos —Leah comprendió de inmediato la versión de la historia—. La versión original dice que los cerditos eran vagos, pero acá los cerditos eran muy valientes y unidos, sabían que estando juntos podían superarlo todo —Los padres cerditos habían viajado y los tres cerditos no volvieron a saber de ellos nunca jamás, a la hermana cerdito mayor le tocó salir a buscar comida con temor a que alguna otra bestia salvaje se le acercará—Maciel hizo una pausa y la miró —Una mañana un cerdito que andaba cerca se tropezó y la hirió —el accidente pensó Leah.
—¿Los cerditos se tropiezan?
—Son seres vivos, también experimentan dolor —recalcó y Leah asintió dándole la razón.
—Ese día la cerdita vislumbró una luz.
—¡Mentira! No surtiste tal efecto —Maciel enarcó una ceja y ella rodó los ojos.
—Con el paso del tiempo, el cerdito y la cerdita mayor comenzaron a conocerse hasta enamorarse. Ella creía no pertenecer a la sociedad donde el cerdito residía pero luego comprendió que era inevitable, vivieron meses felices, y él la ayudaba con los otros dos cerditos que eran menores.
—Realmente estoy agradecida por eso —dijo tomando una sábana.
—Shh la historia aún no termina —colocó un dedo en sus labios silenciándola y volviéndola a recostar en su torso.
—Un día ocurrió algo terrible, el lobo feroz apareció justamente después de que la cerdita peleara con el cerdito.
—Noo —gritó como una niña haciéndolo reír —pensé que en esta historia no habría lobo.
—¿Los tres cerditos sin lobo feroz? ¿Lo cambiamos por un zorro?
—¿Cuál es la diferencia? Igual será el malvado del cuento. Prosigue —él asintió y continuó relatando.
—Y se llevó a la joven cerdita a un bosque oscuro y peligroso, él quedó muy preocupado con sus hermanos, ninguno sabía dónde buscarla.
—Vaya que original ha sido este cuento.
—Soy un genio admítelo —vociferó guiñándole un ojo—. Bueno, luego de una búsqueda incansable la joven cerdita fue encontrada salva y sana, el lobo cayó por la chimenea de una casa y quemó al intentar robar a una pareja mayor de patos. Más nunca volvieron a saber del lobo y el cerdito buscó el perdón de la cerdita, solo esperaba que ella le diera otra oportunidad. Que le permitiera demostrarle que la amaba, que quería vivir el resto de su vida con ella.
—Yo… —la silenció sacándole otra sonrisa.
—Shh no digas nada, hablamos de eso mañana. Es hora de dormir.
—Se te está volviendo costumbre —comentó cerrando los ojos —me preguntó cómo terminará la historia.
—Eso no lo sé. La cerdita no tomó una decisión.
—y si la cerdita decide perdonarlo —susurró y sus orbes azules se iluminaron.
—¿De verdad? —cuestionó y la chica giró a mirarlo.
—Cometimos errores, ambos, no solo tú. Pero quiero que confíes en mi Mac, yo no puedo estar con un hombre que desconfía en medio de una prueba —musito sin despegar su mirada de la él.
—Nos fortaleceremos hechicera —al escucharlo solo pudo sonreír.
—¿Por qué me dices así?
—Porque eres eso para mí, me lanzaste un hechizo desde ese día que pensé iría a la cárcel por asesinato, no puedo imaginarme sin ti Leah— hizo una pausa tomando un bocanada de aire—Seguiremos conversando mañana, tienes que dormir preciosa —dijo ayudándola acomodarse otra vez entre sus brazos.
—Buenas noches Mac —susurró en voz muy baja pero él alcanzó a escucharla.
—Descansa hechicera.