¿te casarías conmigo?

Capítulo IV: Ella.

Su cama era cómoda, más de costumbre. Pero el sonido molesto de su alarma lo hizo soltar un gruñido como si fuera animal. Se levanto sin ganas de seguir ese día lunes. Se levanto y estiro, crujiéndole la espalda en el camino. Eso le saco un quejido a Ethan.

Fue al baño, hizo sus cosas que normalmente hacia toda la semana. Ya listo, fue nuevamente a su habitación, por un momento se quedó mirando el espacio en el cual descansaba. Las almohadas en el piso, La sabana estaba doblada; una punta llegaba al suelo y la otra seguía en el colchón. Los zapatos estaban amontonados en una esquina, sin lugar donde guardar. En estos momentos son los cuales Ethan se pregunta porque se fue de la casa de sus padres. Antes, al menos, estaba decente su habitación gracias a su madre. Ahora no tenía tiempo ni para cocinar.

Tomo ropa, se sacó el pijama y se la puso. Estaba limpia, o eso quería creer.

En la puerta vio nuevamente su habitación, preguntándose si se le podía llegar a quedar algo. Negó con la cabeza, convencido de que no se olvidaba nada.

—Uhm, será mejor que me vaya, no quiero que mi jefa se moleste, otra vez —Se recordó Ethan para salir finalmente de su apartamento.

Bajo por las escaleras, y se lamentó estar en el número 33, justo en el tercer piso. Un poco de ejercicio no viene mal, ¿verdad?

Al llegar abajo, sintió como los muslos le dolían de forma pulsante. Se odio por su mala resistencia.

Todo era fácil cuando era un chiquillo de diez años que tenía que hacer educación física todos los miércoles, Pensó de forma quejosa Ethan para salir del edificio con su llave.

Ya afuera, tomo aire profundo y sonrió.

Hoy será un gran día, se trató de animar mientras se colgaba la mochila en su hombro.

 

—¡Ethan! —Le llamo la atención su jefa Nadia. Ethan estaba perdido viendo la pared, sentado en la banca para cambiarse de su ropa normal a el uniforme que tenía.

Pestañeo, sin saber que había pasado. Estaba confuso desde lo que paso con Abigail, lo cual paso hace una semana. La desesperación estaba en su sistema, sin querer salir. ¿Estará bien? ¿Dónde está? ¿Está viva? quería creer que sí, pero la policía no ayudaba en nada. La investigación solamente tenía dos pistas muy claras; Que secuestraron a Abigail, y esta no se "escapo" como pensaron todos -Menos Ethan- al ver la escena. Y la segunda; La persona que fuera que entro no tuvo que forzar la entrada -Sospechando de que fue alguien muy cercano- pero, aun así, salieron por la ventana de la habitación de Abigail. La casa, aunque tenía dos plantas, era pequeña. Fácilmente podrías saltar por la ventana sin romperte nada.

Lo cual hacía que todo fuera más fácil para la persona.

—Ethan, lo estás haciendo otra vez —Suspiro Nadia—. Sera mejor que vuelvas a casa, ¿bien?

—Pero puedo...

—Ethan —Interrumpió las excusas que quería decir Ethan para quedarse— Se que es difícil lo que te pasa, tomate un descanso. Para ser directa; si no estas concentrado, no puedes atender a los clientes.

—Entiendo... —susurro apenas.

Nadia asintió y se fue, diciéndole a todos en el camino que este sería un gran día, que podrían hacer un gran trabajo hoy. Algo que hacía que todos se animaran un poco, y pudieran atender mejor a los clientes y con una sonrisa.

Ethan se aguantó un suspiro, el décimo en el día.

 

Las cosas no salían bien en absoluto. Primero; un cliente le grito unas cosas, no se aguantó las cosas dichas por ese hombre y le grito devuelta. Segundo; Por aquello su jefa le grito a él, diciendo que cualquier problema le tendría que notificar a ella primero, ya que así estarían hablando con la jefa y no tendrías más problemas que los necesarios. Tercero, y ultimo; le acababa de tirar un café a una chica. Por suerte, era un café frio gracias a que hacía mucho calor ese día.

—Oh diablos, lo siento —Se disculpo Ethan dándose vuelta. Su jefa lo acababa de regañar como niño pequeño, y no estaba del mejor humor, pero aun así tenía que ser educado.

—Descuida, no lo compre yo de todas formas, —Se rio La chica quitándole importancia con un ademan. Por suerte el café no mancho su ropa, algo que internamente alivio a la chica.

Todo se paró para Ethan.

Las personas dejaron de hablar, los pájaros que volaban se quedaron pegados, sin mover las alas. El tiempo parcia más lento. La chica era hermosa, había que admitirlo. Su cabello blanco parecía tan suave como las nubes, su piel parecía tan perfecta como porcelana, sus ojos parecían mar en un día de calor infernal, tan tentadores que quería perderse en ellos.

Ese día fue en el cual Abigail y Ethan se conocieron, una forma cliché; pero, aun así, fue un lindo comienzo.



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En el texto hay: secuestro, desaparecida, matrimonio joven

Editado: 30.09.2019

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