¿te casarías en navidad?

1. La propuesta

En los tribunales de la ciudad, Roy Evans esperaba a su esposa con su abogado, para terminar su proceso de divorcio. Era la 3era vez que se divorciaba, por la misma razón. En su mente sólo existía el recuerdo de Maggie, su amor a primera vista de la secundaria. Había sido feliz con ella por tres meses, hasta que tontamente le pidió una prueba de su amor. No había vuelto a saber de ella, hasta este día, cuando la vio entrar con la que pronto sería su exesposa. Ella pasó a su lado, haciendo que todo dentro de él se estremeciera, de la misma manera que lo hacía en la secundaria. Mientras el juez dictaba la sentencia, él no hacía más que mirarla, los años la habían hecho más hermosa, deseaba besarla y tenerla entre sus brazos, para amarla con la pasión que ella jamás había conocido.

Cuando el juez sonó su mazo, su exesposa lo miró con odio, y salió rápidamente de la sala. Maggie le pintó una hermosa sonrisa, que hizo que él saltara de su asiento para abordarla. Ella sonrió, al ver la graciosa y ruidosa forma como se había levantado de su silla, ganándose un regaño del juez. Estaba desesperado, alternando la vista entre ella, que estaba saliendo de la sala, y el juez que lo estaba reprendiendo. Al terminar el regaño, caminó apresuradamente para alcanzarla, pero la perdió de vista. Cabizbajo, esperó a su abogado para obtener la dirección de Maggie, él debía conocer el bufete para el que trabajaba.

Justo cuando su abogado le daba la dirección del bufete, la vio salir del baño de damas, y la llamó por su nombre. Ella se detuvo un momento, para conocer quién era la persona que había dicho su nombre en voz alta, y ahí estaba él, con el brazo extendido hacía arriba, agitando su mano. Ella le sonrió y asintió con la cabeza para que se le acercara. Rápidamente caminó hacia ella, y los recuerdos de los besos y las caricias que ella le había dado, se agolpaban en su mente, haciendo que las piernas ya no pudieran sostenerlo. Hizo un gran esfuerzo para no besarla, pero le fue imposible quitar la vista de esos sublimes y carnosos labios, que tanto había saboreado durante los tres meses más hermosos de su vida. Le preguntó si lo recordaba, y le dijo que sí, que había sido su primer amor en la secundaria.

Después de la emoción que inundó su pecho al escuchar esas palabras, se sonrojó de vergüenza, al recordar la razón de su ruptura. Ella le sonrió al darse cuenta de lo que estaba pensando, y comenzó a mover graciosamente el maletín, que sostenía delante de ella con ambas manos. Roy se animó a pedirle una cita para cenar esa noche, y ella le respondió:

—Lo siento, pero Ronald me espera en casa.

Esa respuesta le recordó las noches de duchas frías, que necesitaba en la secundaria, cada vez que la veía después de la ruptura. Ella se despidió cortésmente, entregándole una de sus tarjetas de negocios. Él la tomó decepcionado, y la guardó en el bolsillo interior de su saco. Su cuerpo estaba lleno de una pasión desenfrenada, que quedó atorada dentro de él cuando ella se negó a su invitación. Debía llegar a su casa a darse una ducha fría, para sacarse ese fuego que lo estaba consumiendo. Se había prometido desde que ella dejó de ser su novia, que jamás usaría ese fuego sino era en el cuerpo mismo de Maggie.

Entristecido, caminó un rato por las calles sin dirección alguna, hasta que le apeteció entrar a una cafetería, que se encontraba frente a él. Se sentó en la barra, al lado de un hombre de edad, y pidió un capuchino largo. El hombre a su lado se presentó como Johnny, y le preguntó el porqué de su tristeza. Sin darse cuenta, Roy comenzó a contarle todas sus penas por Maggie, a un perfecto extraño. Johnny lo escuchó pacientemente hasta el final, y luego le dijo seriamente:

—Le propongo algo. Si logra que se case con usted el día de navidad, les regalaré el equivalente a 10 veces su sueldo anual.

Roy abrió los ojos asombrado por la propuesta, y miró de arriba abajo a Johnny. Él no vestía como para tener esa cantidad de dinero, así que soltó una carcajada, y tomó un sorbo de su café. Sin inmutarse, Johnny dejó sobre la barra el dinero de su café, y se levantó de su silla. Miró a Roy y le dijo:

—Lo espero a las 10 de la noche el día de navidad, en la iglesia de San Román. Allí estará dispuesto un sacerdote para casarlos, si acepta mi propuesta.

Johnny se despidió, y dejó a Roy, solo con sus pensamientos. Debía pensarlo, estaba realmente enamorado de Maggie, y quería estar con ella el resto de su vida. Pero había un problema, no sabía si ella estaba casada con ese tal Ronald, y si lo estaba, ella no lograría divorciarse faltando tan solo una semana para la navidad.




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