¿te casarías en navidad?

2. ¿Regresarías conmigo?

El recuerdo de lo hermosa que se había vuelto Maggie, no le permitía conciliar el sueño. Necesitaba verla, sentirla entre sus brazos y besarla. Necesitaba decirle que aún la amaba, que nunca había dejado de amarla. Necesitaba pedirle que lo perdonara por lo que le hizo, cuando al solo haber sido su novia, y corresponderle a sus besos y caricias, habían sido suficiente prueba de amor para él. No quería quedar bajo las sombras, debía luchar por recuperar ese amor, ese amor que no le había permitido amar a otra mujer, con la misma intensidad de aquellos besos y caricias, que Maggie le obsequiaba.

La propuesta de Johnny venía a su mente, y no quería seguir escuchándola, pero su última exesposa casi lo había dejado en la ruina. Quizás esta propuesta, le daría la fuerza para quitarse de encima su cobardía, la cobardía de enfrentarse a Ronald, para recuperar lo que por derecho le pertenecía. Roy se levantó de la cama, y se vio en el espejo. Él ya no era el fresco y rozagante joven que había sido en la secundaria, los años y las decepciones habían dejado huellas en su rostro, que ocultaban la pasión juvenil que su cuerpo ofrecía. En cambio, Maggie se había hecho aún más hermosa, que aquella chica de la que se había enamorado. Su perfume le decía lo fuerte y juvenil de su amor, y sólo deseaba poder embriagarse de sus dulces y frescos besos, y de sus tersas caricias. Volvió a verse al espejo y dijo:

—Acepto la propuesta, me casaré con ella en navidad.

Se acostó nuevamente en su cama, y con esa idea, logró dormir el resto de la noche. En la mañana, la llamó a su bufete para pedirle que almorzaran ese mismo día. Ella le pidió cambiar la cita para el día siguiente, tenía demasiado trabajo, y no quería decepcionarlo si se retrasaba, o algo le impedía asistir. Roy le dijo que sí, le dio la dirección del restaurante, y colgó el teléfono después de decirle adiós. La felicidad embargó su cuerpo, Maggie había aceptado verse con él, para charlar un rato mientras almorzaban.

Al mediodía del día siguiente, Roy vio entrar al restaurante a la hermosa Maggie, moviendo graciosamente el maletín que sostenía con su mano. Levantó su brazo y lo agitó levemente para llamar su atención. Se acercó a la mesa, y el camarero la ayudó a sentarse. Conversaron amenamente mientras comían, riendo de vez en cuando, al recordar las travesuras de la secundaria. Roy pagó la cuenta, y salieron un rato a caminar por las calles. Sentir su cercanía, y el olor de su perfume, lo estaba volviendo loco, y hasta podía sentir como la pasión corría por la piel de su amada. Quería rodearla con sus brazos, y besarla suavemente. Los ojos de Maggie parecían arder por el deseo de besarlo, y ser correspondida como antes. Pero había un problema: Ronald. Se armó de valor, y le preguntó:

—¿Estás casada con Ronald?

Ella lo miró sorprendida, y soltó una pequeña risita. Lo miró y contestó:

—No, por supuesto que no.

Roy lanzó un suspiro, que hizo que Maggie volviera a reír un poco. Algo nervioso, le preguntó:

—¿Están juntos?

Ella volvió a reír y le contestó:

—Por supuesto, desde hace dos años.

—¿Lo dejarías por mí? –preguntó Roy suplicando.

—¡Claro que no!, nunca lo abandonaría.

Roy se puso delante de ella, y la tomó de las manos. Sus ojos la miraban llenas de deseo, y ella le correspondía con el fuego que salía de sus ojos. Roy aclaró su garganta, y al fin le dijo:

—Te amo Maggie, jamás he dejado de amarte.

—Igual que yo, aún te amo Roy –dijo Maggie, viendo los labios de Roy.

Acercaron sus labios y se besaron. Ella comenzó a temblar ligeramente en los brazos de Roy, que la apretaba contra él, para sentir el tibio calor de su cuerpo. Ella colocó sus manos en el pecho de Roy, y lentamente lo separó de ella. Lo miró a los ojos satisfecha por el beso que se habían dado, y dijo:

—Es complicado Roy, han pasado tantos años, y ni siquiera sé algo de tu vida. Lo único que sé, es que te has divorciado tres veces, y no sé cuántos hijos tienes de esos matrimonios, bueno, de los dos primeros.

Roy se alejó un poco, y la miró con profunda tristeza.

—Después de mi primer matrimonio, decidí hacerme una vasectomía irreversible, para no tener hijos. Yo no sabía que te encontraría de nuevo –dijo Roy, con los ojos llenos de lágrimas.

Luego del fracaso de su primer matrimonio, se dio cuenta que no quería tener hijos con ninguna otra mujer, que no fuera Maggie, y como jamás se volverían a ver, se operó para no tenerlos. Ella lo vio con ternura, y se acercó a él para darle un suave beso. Le volvieron a brillar los ojos de felicidad, y le regresó el beso. Se despidieron, y se citaron para almorzar al día siguiente. A él no le importaba si ella tenía hijos, él igual los amaría por ser de ella. A medida que Maggie se alejaba, la felicidad de Roy comenzó a opacarse. Se dio cuenta que no sabía nada de su relación con Ronald, y ella había dicho claramente que nunca lo dejaría. ¿A qué estaba jugando Maggie al decirle que lo amaba?




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