Abby
Frunzo el ceño y me pongo recta. Elevo mi mentón y lo miró de arriba abajo.
—¿Tom Cruz en Top Gun, pasión y gloria? —suavizo el rostro y me tomo un trago de la copa.
—En realidad cualquier piloto de Top Gun —refiere.
Entre cierro los ojos mirándolo con detalle, ya que sé que no lo he visto antes.
—¿Eres nuevo? —parpadeo curiosa.
—No, soy stripper —comenta.
Levanto las cejas sorprendida.
—Lo puedo ver… —vuelvo a mirarlo de arriba abajo, ahora comprendiendo el cuerpo que tiene. Es un papucho.
—Interesante —lo miro a los ojos.
—Me supongo que tú si trabajas aquí…
—Si —respondo.
—Mucho gusto —con una sonrisa estira la mano hacia mí.
La sujeto enseguida.
—Tom Cruz —bromea todavía sujetando mi mano.
Curvo los labios.
—¿En serio? Ni cuenta me había dado.
—Soy Paul, un placer conocerte —tuerce los labios.
—Soy Abby, mucho gusto —como él, le doy un apretón de manos.
—¡Damas y caballeros! —en cuanto se escucha la voz del animador, Paul y yo volteamos a mirar en dirección a la tarima—. ¡Es momento de iniciar el concurso de disfraces! —los aplausos estallan en todo el salón.
Paul y yo volteamos a mirarnos, en ese momento dándonos cuenta de que todavía estamos agarrados de la mano.
—Nos vemos… —suelto su mano con delicadeza y sonriendo.
—Nos vemos —repite él, mirándome.
—Si ves que estoy pasando vergüenza corta la luz —levanto el pulgar, caminando hacia las mesas.
—Soy Stripe no electricista —con las manos muestra su disfraz.
—Estrella tu avión o algo —espeto con una sonrisa divertida y le guiño un ojo.
Lo veo reírse con dulzura a medida que me alejo.
—¡Lo intentaré! —espeta para mí.
Cuando llego a la mesa, veo que Nate estaba sentado junto a Miranda. También están tres compañeros más: Penélope, Uriel y Bianca, la mejor amiga de Miranda. Ellos tres van vestidos de las chicas superpoderosas: bombón. Uriel, como burbuja y Bianca es bellota. Al parecer en estos tres el compañerismo es fuerte.
—Buenas noches —los saludo a todos.
Todos me observan con sonrisas, menos Miranda.
Nate me mira y rueda la silla que está a su lado.
—Siéntate, Abby, la aparté para ti.
—Gracias, Nate —me siento a su lado, sintiendo la mirada severa de Miranda, algo que por supuesto me da igual.
—Te lo dije —refiere Miranda, encadena su brazo al de Nate y me mira—. Tú y yo seremos la que nos vamos a enfrentar al primer concurso —sus labios sonríen ampliamente.
Lo esperaba.
—Sí, ya estoy ansiosa.
Dejo de mirarla y observo los bocadillos con apariencia de dedos de trolls que hay en la mesa, entre otros.
—Son de caramelo con chocolate —dice Penélope—. Pruébalos.
—Veamos —muevo mis dedos, acercando la mano a la bandeja y agarro uno. Los observo con detalle, viendo que son del tamaño de los míos, luego le doy la primera mordida, comiéndome la parte de lo que al parecer era la uña—. Mmmm, está buenísimo —afirmo mientras como y disfruto del sabor del chocolate.
Nate voltea a mirarme.
—¿Tú crees? —levanta las cejas.
—Si —afirmo—. Prueba, sé que te gusta el chocolate —del trozo que aún sostengo lo acerco a su boca y Nate no duda en pegarle un mordisco. Come con tranquilidad y asiente con una expresión satisfecha.
—Te lo dije —sonrío y termino de comerme el dedo.
—La azúcar es mala la para la salud —interviene Miranda mirándome con desagrado.
—Tienes razón, pero, no creo que tu opinión me importe —agarro otro dedo y miro a Nate—. ¿Quieres más? —se lo ofrezco.
—Gracias, Abby —agarra el dedo y voltea ver a Miranda—. Es Halloween. Dulce o truco —pega un mordisco al dedo rosado.
—Exacto, ese el objetivo, Miranda —respondo con una media sonrisa.
—Para ti —Nate lleva el dedo a mi boca y no dudo en comerme el dulce.
—Tiene razón —comenta Miranda fulminándome con la mirada—. Voy a aprobar… —agarra uno de los dedos y le pega un pequeño mordisco.
—Amor, hazlo sin miedo —le dice Nate con una sonrisa suave—. Comer azúcar por un día no te matará.
Amor, escuchar eso me volvió a romper el corazón.
—No, gracias —se lo entrega a Nate.
—Como quieras… —mi amigo agarra el bocadillo y no duda en empezar a comérselo.
—¡Llegó la hora de llamar a las primeras concursantes! —vocifera el animador a través del micrófono.
Todos en la mesa ponemos nuestra atención mientras que el salón estalla en aplausos.