02 | Demonios
13 de Agosto de 2020
Rayan
—¿Supones? —pregunta, levantando una ceja.
—Supongo.
—Estás loco, en serio, jamás había escuchado semejante disparate.
—Por eso digo que lo supongo.
—¿Y cómo diablos se te ocurrió eso?
—Simple, la profesora no asiste a clase y el profesor tampoco, y luego renuncian los dos al mismo tiempo. ¿Hace falta más pruebas que eso?
—Será mejor que no lo andes diciendo por ahí, te meterás en problemas.
—Por eso, mis humildes hipótesis te las comparto solo a ti.
—Deja esa humildad a los demás, es un tema delicado.
Si supiera que todos andan diciendo eso, tal vez no lo consideraría un tema delicado. De hecho, Susy es la única que lo considera así, debería aceptar mis consejos para salir un rato de su zona de confort, pero Susy es tan… Susy, que eso se ve imposible. El sacarla de su esquema de organización perfecta, no es algo que una persona lo vaya intentando como si nada por ahí. Ella sí es un tema delicado.
Hasta para contarle lo que “supongo”, tuve que sentarme adelante y esperar a que la profesora se vaya a dejar los exámenes en coordinación. No volveré a sentarme aquí solo para compartir un chisme, con Susy es un desperdicio.
La campana suena, confirmando que he pasado una hora sentado en la primera fila, es algo imposible de creer. Nale no se la va a creer.
Sigo a Susy por el pasillo, tratando de coger bien mi lapicero.
—Ya vamos dos meses de clases y ni te esfuerzas por traer una mochila —me reclama Susy al ver que no le hago caso y guardo mi único lapicero en el bolsillo de mi pantalón de uniforme, así que, decide hablar de otra cosa—: Hoy es el día, ¿verdad?
Asiento, adoptando un semblante más serio.
—Sí, pero pensaba postergarlo otro mes más.
Ella ladea la cabeza
—Así vas desde hace un año. A este paso, terminarás el instituto, te mudarás a tres horas de aquí y nunca se los dirás.
Quiero taparle la boca cada vez que actúa así, solo me queda esperar hasta que deje de reclamarme por todo.
—Lo sé, pero pasarán diez años y seguiré sin tener la valentía de hacerlo —admito, bajando la cabeza.
—Dios santo, Ray, deja de armar teorías sobre profesores teniendo sexo y piensa un poco en cómo le dirás a tus padres la verdad. Ni que fuera la verdad, solo mostrarás una parte de ti que no conocían.
—Conoces a mi papá. Este día lo he marcado en el calendario como el día decisivo, pero pasan los segundos, no puedo hacerlo y me encojo más en mi miseria. ¿Podrías dejarme sufrir un rato?
—Sufre lo que quieras, pero decídete. Ray, ellos lo entenderán.
—Qué fácil es decirlo.
Susy hace una mueca, cansada por mi comportamiento. Ella saca su celular del bolsillo, mirando sonriente la pantalla por unos segundos, antes de sonreír exageradamente y tomarse una selfie.
—¿Cuántas veces quieres que te diga que a nadie le importa que haces cada minuto de cada día? —pregunto, irritado.
—Obvio que hay gente a quien le importa —responde, con un tono de voz algo tosco.
—¿Ah sí? ¿A quién?
—Mi ex.
—¿Y por qué le importaría a él?
—Cosas que no comprendes.
Me cruzo de brazos, dejando de caminar. Susy también se detiene y aparta la vista de su celular.
—¿Ahora qué? —Todavía se hace la inocente.
—Si yo no tengo valentía, tú no tienes dignidad.
Me mira enfadada.
—Di lo que quieras, pero al menos yo no me creo cinco cuentas falsas para comentar todas las fotos de Poul cuando entrena.
También lo miro enfadado.
—Golpe bajo, Susana.
—Eres un cobarde, Rayitos.
Esta vez mi cara se pone roja de la furia.
—Tal vez terminemos esta conversación mañana —pongo punto final, pero Susy no se rinde.
—Tal vez no la terminemos.
—Como quieras.
—Tal vez no debamos hablar más.
—Como quieras.
—De acuerdo.
—De acuerdo.
—Bien.
—Bien.
—Ok, hasta nunca.
No puedo creerlo, no puedo procesarlo bien, no puedo si quiera hacer un análisis pragmático de todo esto. Salgo del colegio como un niño chiquito que acaba de discutir con su mejor amiga. Pero no es justo, solo le dije la verdad, y ella me dijo la mía. Estamos a la par, pero que ni crea que mi perdón va a llegar tan rápido.