¡ Te daré una lección !

Capítulo 16

Yannis.

Coloqué nuestras maletas en el maletero del coche de mi padre y ya había abierto la puerta para que Livia subiera al auto, pero justo en ese momento aparecieron su padrastro y Ethan.

Ambos ya estaban algo bebidos y seguían merodeando por el patio del hotel. ¿Qué pasa? ¿No pueden estar junto a sus mujeres? ¿Disfrutan más de su propia compañía?

- Liv, ¿a dónde van a estas horas? – preguntó sorprendido su padrastro.

- No tiene sentido que mi novia se quede en este hotel – respondí en su lugar.

- ¡Ah, es cierto, tú eres el de por aquí! – replicó él con cierta desconfianza.

- ¿Y qué pasa con el dinero? ¿Acaso no pagó por su habitación? – preguntó el prometido de Gabby.

¿Eso es lo que preocupa a Ethan en este momento, el dinero?

- ¡Yannis arregló todo con el dueño! – le contestó Liv. – Y ahora, ya es hora de que nos vayamos.

Buena chica. Nada de estar dándole explicaciones a personas que solo se preocupan por el aspecto económico y no por ti. Ni de gastar un centavo más de lo necesario en ti.

Hubiera entendido si preguntaban por tu comodidad, tu seguridad, o si te podrían ver... Quedé con un mal sabor de boca después de esta... ¿conversación?

- ¡Vamos, querida! – apuré a Livia.

- ¡Sí! – asintió y finalmente se subió al coche, en el asiento del copiloto.

- ¡Cuidarás de ella! – el padrastro me dio una palmada en el hombro.

¿También se preocuparía por Gabby de la misma forma?

Suena como si me hubiera dejado a cargo de alguien para su disciplina o reeducación... ¿Qué significa "cuidar”? Ella es una mujer adulta, capaz de tomar decisiones y de cuidarse a sí misma. Eso se aplica a una mascota que adoptas, para que encuentre su caja de arena o sepa dónde está su comida.

"Cuida de ella" ya tiene otro significado, implica calidez, seguridad, incluso sentimientos paternales. Pero, ¿cómo esperar eso de ellos?

- ¡Que les vaya bien! – les respondí a ambos.

Hubieran visto la expresión de Ethan. Amigo, ¿no te confundiste? Tu prometida sigue sola en la habitación, si tienes suerte, ya se habrá satisfecho a sí misma. Al menos, cuando salimos, ya había dejado de gemir. ¡Podrás besar su frente y dormir dándole la espalda a la pared!

Me senté al volante, pisé el acelerador y el coche se movió suavemente.

Estos dos me sacaron de mis casillas. Su padrastro no se queda atrás de Ethan.

No es que yo sea perfecto y por eso reacciono así. Simplemente, estoy acostumbrado a tratar de otra forma a mis seres queridos e incluso a personas poco conocidas.

El trayecto hasta el apartamento que le alquilé lo hicimos en silencio.

Mi enojo por sus familiares empezó a disiparse y yo también me tranquilicé un poco.

Estacioné el coche junto a la acera. Abrí la puerta para Livia, mientras sacaba la maleta correcta. Esta vez me aseguré de que sus pertenencias fueran las correctas.

Frente a nosotros, una edificación de dos pisos con seis apartamentos en alquiler. Elegí uno en el segundo piso con una pequeña terraza y vista al mar. Además, en el patio hay una piscina de aguas cristalinas y cómodos sofás.

- ¿Te gusta? – pregunté, observando cómo su rostro mostraba una sorpresa infantil y alegría auténtica.

- ¡Mucho! – susurró emocionada en respuesta.

Intercambiamos unas pocas palabras en griego con el propietario, que nos esperaba en el apartamento. Le di el dinero y él me entregó las llaves. A partir de ahí, nos quedamos solos.

- Seguro que este apartamento te costó más que la habitación en el apartotel – dijo ella.

- ¡Para nada! – le dije.

- ¡Pero si esto es precioso, y el mar está cerca!

- Simplemente conozco al dueño y sé cómo negociar – intenté tranquilizarla.

- ¡Gracias! – susurró y me miró. – Y perdón...

- ¿Por qué debería perdonarte? ¿Por pensar que soy un delincuente?

- ¡Sí! – se sonrojó.

- Y tú perdóname a mí. Por no cumplir tus expectativas – sonreí.

- Aquí dejo mi tarjeta de visita. Si necesitas mi ayuda por cualquier cosa, llámame a este número – la dejé sobre la mesa junto a la cama grande.

Me callé sobre su talento para meterse en problemas. Quizás esta vez sea diferente.

- ¿Te vas? – preguntó con tristeza.

- Eres una chica grande, seguro que te las arreglarás sin mi ayuda: tomarás el sol, descansarás. Y para las preguntas de tu familia, inventarás algo, tu imaginación es grande.

- Gracias por todo lo que hiciste por mí – hizo un par de pasos hacia mí y me abrazó, apoyando su frente en mi pecho.

Para esto no estaba preparado, más que si realmente me hubiera golpeado con el cenicero aquella vez.

Me siento perdido, como un adolescente al que una chica abraza por primera vez.

Este es el momento en el que temes hacer un movimiento de más, un paso, tocarla, para no sentir... Reprimes tus emociones profundamente en ti porque sabes que si las dejas salir, no la podrás dejar ir.




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