Te declaro culpable

005


 


Alicia se sobresalto en su lugar, su rostro mostraba preocupación. Y para no levantar sospechas decidí actuar como si no hubiera escuchado nada.

—John, pensé que estabas en la oficina—eso hubiera querido, estar en la oficina y evitar esto. Emma se levantó de la cama mientras se mordía el labio inferior levemente, según podía notar, estaba nerviosa.

«Actuar normal» Un pensamiento que se alojó en mi mente y tuve presente durante la conversación.

—Sí, debería—sus rostros comenzaban a mostrar su nerviosismo—: Es solo que olvidé una carpeta en la mesa y no está, ¿la han visto?

Ambas soltaron un suspiro de alivio casi inaudible, dejando en claro que no querían que me enterase de ello.

—Por ahí hubieras empezado, papá—se levantó de su lugar y salió de la habitación.

El silencio comenzó a reinar en el lugar, lo encontraba extraño ya que hacía más de un año de no intercambiar palabras.

—Y bien, ¿cómo les fue?—decidí romper el hielo, no me gustaba estar en silencio, y menos con las personas que consideraba más cercanas.

—Bien, bien —fue lo único que salió de sus labios. Observaba como Emma no lograba organizar las ideas que en su mente se encontraban. Me interesaba saber en qué estaba pensando
—, ¿Y tú? Fue un largo tiempo.

—Igual que siempre, la rutina de todos los días—ella juntaba y separaba ambas manos mientras con ayuda de sus talones se balanceaba en su lugar.

Ninguno dijo otra palabra y el silencio reinó nuevamente. Hasta que Alicia cruzó por el umbral de la puerta con lo que había pedido.

—Aquí está la carpeta que necesitas, la tomé por accidente hace un rato—con sus manos la extendió hacía mi. Sin necesidad de pedir explicaciones me las dió.

Al principio no le dí la importancia necesaria pero con el tiempo me enteré que no la había tomado por accidente.

Después de aquello salí casi inmediatamente, además de estar llegando tarde mi curiosidad podía delatarme.

"Él no debe enterarse." Aquella frase que se alojó en mis pensamientos desde el principio y se mantenía ahí con la intención de no salir en un largo rato.

El resto del día paso tranquilo, dejando de lado que al llegar a mi oficina mi jefe estaba esperando.

Primero se preocupó por mí, pues nunca llegué así de tarde, y segundo, tenía una montaña de documentos en mi escritorio y los necesitaba en orden antes de los próximos tres días.

A veces algunas personas lograban sacar mi mal humor, ese que hasta las personas más alegres poseen dentro de sí.

Así que ahí estaba yo, con una pluma de tinta negra en la mano derecha mientras se balanceaba entre mis dedos.

Pasó el día y llegó la hora de la comida. En ese momento me dió demasiada pereza salir del edificio, así que tome el teléfono que estaba a un lado y ordené comida china. 
Y como saben, la mayoría de las veces los repartidores traen consigo galletas de la fortuna incluidas. Ese día no fue el mejor de todos, pues la galleta decía:

"NO SIEMPRE LAS PERSONAS QUE CONOCES DESDE HACE AÑOS RESULTAN SER LAS MAS HONESTAS. LOS TIEMPOS CAMBIAN."

Lo único que ocupo mi mente fue: «Genial»



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En el texto hay: jovenes, problemas, sociedad

Editado: 08.05.2019

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