Ya amaneció, y también ya desayuné, ahora estoy con la psicóloga.
― Bueno Maia... sé que es duro poder soltarse en la primera sesión y con una persona que apenas conoces, pero quiero ayudarte ―dice ella amablemente.
Yo no decía nada, ya llevo 15 minutos aquí y todavía no he podido decir nada, siento que si abro la boca diré todo lo que siento y me quebraré justo aquí y no quiero que eso me pase. Me conozco perfectamente y sé que me mostraré vulnerable, no puedo mostrarme vulnerable.
― Vamos Maia, sin miedo nena, yo solo te ayudaré. Dime como te sientes ―habla ella sin dejar de ser amable. ― Me siento como una basura, como un estorbo para todos y me siento sola. No sé si te ha pasado a ti, pero hay muchas veces en las que uno se siente solo a pesar de tener personas a su alrededor... así me siento, me siento sola e inútil. Es duro, es muy duro sentirse así, es duro que estés pasando por malos momentos y lo único que hacen es juzgarte, lo peor es que casi siempre las personas que te juzgan son las personas que tú crees que te quieren, pero yo sé que no es así, yo sé que esas personas que te juzgan son las que te quieren, pero te quieren ver lejos, te quieren, pero de la manera negativa ―murmure con la voz cortada.
― Yo también me he sentido así Maia, por eso estoy el día de hoy siendo tu psicóloga. Te entiendo perfectamente cariño ―murmura ella cariñosamente.
― No, tú no me entiendes, no entiendes nada, yo he vivido toda mi vida siendo alguien que no soy, obligada a ser alguien que no quiero, no soy yo misma no me siento yo. No sé que es lo que me pasa, pero yo no me siento yo, yo no me siento bien, y yo sé perfectamente que necesito ayuda, y yo quiero ser alguien mejor yo quiero sentirme bien conmigo, yo quiero... yo quiero ser alguien en la vida. Yo quiero sentirme bien, yo quiero caminar por la calle sin sentirme mal. Yo quiero ser yo, yo quiero que me quieran. Me trajeron a la vida obligada, fui obligada a nacer y soy obligada a quedarme me obligan en todo, al menos déjenme ser alguien que quiero ser. Yo no quiero vivir así, y tú no me entiendes ¡tú no entiendes nada! ¡No lo entiendes! No trates de entenderme, no mientas diciendo que me entiendes cuando no lo haces ―espete con rabia.
― Maia... aunque no lo quieras creer te entiendo perfectamente, sé cómo te sientes. Y corazón tú no eres una basura y no eres un estorbo, eres una personita muy importante que con solo existir ya estás haciendo feliz a alguien, con solo seguir acá tú nos haces feliz. Tú ahora me estás haciendo feliz. ¿Por qué razón sigues acá? ¿Por qué todavía no te has rendido?
― No hay una razón, yo solo estoy desperdiciando oxígeno a lo idiota, me trajeron a esta vida sin mi consentimiento y todavía tienen el descaro de pedirme existir, yo no aguanto.
Ella se me quedo viendo con lástima, y me dio una cálida sonrisa.
La sesión acabó y me fui a mi habitación, tenía un dolor de cabeza que me esta matando y sigo teniendo náuseas.
Después de pasar un tiempo en mi habitación nos pasaron buscando para ir a almorzar. En el comedor me senté en la misma mesa con las mismas personas, los loquitos de ayer estaban allí, ya no estaban viendo cosas raras y parecían muy amigables.
― Hola, soy Mili, y ella es Pilar ―saludo la chica amistosamente.
― Hola...―saludamos Yashua y yo al mismo tiempo.
― ¿Quiénes son Bárbara y Natasha? ―pregunto Yashua.
― Son nuestras amigas, no las hemos visto hace días ¿no las han visto?
Preguntó Pilar.
Ninguno respondió, y quedamos en un silencio incómodo, y bueno... eso pasa por ser curiosos gente.
Luego de comer volví a mi habitación, no me sentía bien, un enfermero me dijo que es por la desintoxicación estoy sacando de mi cuerpo todas las sustancias que he estado consumiendo, y que esto solo es algo leve.
***
Un mes ha pasado y todavía sigo desintoxicándome, las náuseas se transformaron en vómitos, ya no puedo ni levantarme de la cama, tengo fiebre hace una semana y no se me ha quitado y también tengo una sudoración fría. Me siento de lo peor.
Papá todavía no puede venir visitarme, ya que solo puedo recibir visitas después de estar tres meses internada.
A Yashua no lo veo hace unos días, él también está pasando por eso de recuperación de las drogas, lo que hace que no pueda salir de su habitación.
He tenido crisis, y en una de esas llegue a hacerme daño, al menos no lo he hecho más y espero que todo siga así, tengo que tomar antidepresivos todos los días por la mañana porque la psicóloga dice que debo hacerlo. Lo único que no quiero es estar dependiendo emocionalmente de una pastilla.
Ahora estoy comiendo una sopa para luego tomarme unas vitaminas, porque según los enfermeros estoy débil.
― Señorita Maia, vamos para que salga un rato a tomar sol. Que parece un muerto―dice un enfermero entrando a mi habitación.
Con mi mejor cara de cansada le dije que no, pero como en este lugar él no es un sí y pues el sí también, me llevaron obligada al patio a tomar sol. Cuando llegue a lo lejos pude visualizar a Yashua sentado en una silla tomando agua. Me acerqué a él lentamente y me senté a su lado.
― Hola, Cooper ―saluda él dándome una cálida sonrisa.
― Hola, Williams ― saludé yo de la misma manera.
Nos quedamos en silencio por un momento sin quitar la sonrisa de nuestros rostros, lo miré detalladamente, pude ver perfectamente sus lindos ojos grises. Viéndolo bien, él era lindo.
― ¿Qué tanto me ves? ―pregunta Yashua sonriendo ligeramente.
― Me gustan tus ojos ―pronuncié sinceramente.
Él soltó una pequeña risa y volteo a otro lado. De él me gusta su sonrisa y sus ojos, también hay algo en su forma de ser que me gusta.
― ¿Cómo te has sentido? Yo solo diré que esto es una mierda, ahora puedo decir que mi abuela tenía razón. Desde que supuestamente comencé a sacar toda esta basura de mi cuerpo parezco una embarazada, y te juro que hasta llegue a pensarlo, pero recordé que soy hombre y que no puedo quedar embarazado. Pero te cuento que me he empezado a sentir un poco bien emocionalmente, no como para decir "ahora soy feliz perra" pero si me siento bien ―hablo él dando un suspiro.