Te digo adiós

Capítulo 5

Todo fue un maldito sueño... ¿Por qué mierda soñaba estas cosas con el sí ni siquiera siento algo por él? Creo... no, nada de creo. Estoy segurísima de que es así, yo no siento nada por él.

 Ya era de día ¿En qué momento habrá amanecido? ¿Qué hora es? ¿Por qué tengo hambre? Será porque no he comido hace cuatro días.

 Tocaron mi puerta, ¿Quién será? 

― ¡¿Quién coño es?! ―exclamé con fastidio.

 ― ¡Maia! Abre por favor, ellos vienen por mí. ¡Ábreme Maia! ¡Ábreme!― escuché decir a Mili con desesperación.

 Corrí rápido a abrir la puerta, estaba realmente preocupada por ella, ¿qué estaba pasando? ¿Por qué justo ahora ella viene hacia mí y me pide que le abra la puerta? ¿Y si alguien la está persiguiendo? ¿será un ataque zombi? ¿Y si la quieren matar? Si la matan me sentiría culpable porque ella vino a mí a pedirme ayuda.

 Abrí la puerta lo más rápido que pude, ella entró a mi habitación con la respiración agitada, se tiró a mi cama y se puso a llorar.

 ― ¿Qué pasó, Mili? ― pregunté preocupada. 

Ella hizo caso omiso a mi pregunta, me miró y siguió llorando. Duró muchísimo tiempo llorando sin manifestar una palabra, se tapaba los oídos como si estuviera oyendo voces o gritos, y así se quedó profundamente dormida. 

Al ratito una enfermera fue a tocarme la puerta para avisarme que ya debo ir a la psicóloga, me preparé mentalmente y luego camine al lado de la enfermera hasta llegar al consultorio.

 Al llegar la psicóloga ya me estaba esperando sentada en el sillón, donde siempre está. Me senté en el sillón y la enfermera se fue dejándome a mí con Marcela, la psicóloga, ella me ve, sonríe y me hace una seña para que agarre la taza de té que estaba al frente de mí. 

​― ¿Cómo has estado, Maia? ―pregunta amablemente.

 ― Bien y mal a la vez, me he sentido rara últimamente y algo decaída, siento que ahora que estoy mejorando voy a volver a decaer. Extraño a mi mejor amiga, quiero ver a mi papá, extraño a mi papá. Me he vuelto a sentir insuficiente, y lo lamento tanto, lo lamento de verdad. Juro que yo me esfuerzo cada día por lograr avanzar más y más, pero es muy difícil dejar todo esto así de rápido. Siento que no puedo más, y me duele mucho todo esto, porque yo trato de hacer de todo para progresar, sin embargo no puedo, algo no me deja avanzar; algo me dice que me quede estancada y que nada va a cambiar y todo seguirá igual. Yo no quiero que todo siga igual, juro que no quiero que esto siga así, estoy mal, me siento mal. 

― Maia, claro que puedes, y esto no va a ser de la noche a la mañana, esto lleva tiempo, esto lleva esfuerzo. 

― Lo sé, lo sé. Y yo me esfuerzo mucho, porque yo quiero ser feliz, sin embargo siento que no lo voy a lograr, yo pensaba que iba bien hasta hace dos semanas, no sabes lo feo que es estar en esa habitación blanca con una camisa de fuerza y todo para no volver a hacerme daño, yo trato de no hacerme daño pero es inevitable. Mira las ojeras que tengo por no dormir. No duermo, no como hace como tres días, no puedo ver ni por mi salud. ¿Ahora vez lo insuficiente que yo puedo llegar a ser? Soy tan egoísta que solo llego es a pensar en mí y no en los demás. 

― No, Maia, no. No eres egoísta, porque el pensar en uno mismo no es ser egoísta, es importante pensar en uno mismo. Maia, no debes de hacer caso a esas palabras que te decía tu madre, solo trata de ignorar esos recuerdos de esas cosas que ella te decía, yo en lo personal estoy muy orgullosa de ti, me siento feliz por ti, mírate estás hace tres meses libre de drogas, hace dos semanas estás libre de autolesiones. Eso es muy lindo, Maia, velo como si ganaras un récord mundial. Yo estoy orgullosa de ti en todos los modos, estoy orgullosa porque no te has rendido, porque sigues aquí, porque ya no te drogas y porque eres muy pero muy valiente. 

― No me mientas por favor... 

― No te miento nena, estoy orgullosa de ti, y creo que tu padre también lo esté. Ahora cuéntame ¿cuál es el recuerdo que te hace sentir mal?. 

― Pues muchos la verdad. Uno de ellos es cuando de pequeña vi como mi familia se iba separando poco a poco sabes eso fue, es y seguirá siendo uno de mis recuerdos más dolorosos. Todos los días habían peleas por estupideces, veía como cada vez el núcleo familiar se iba desmoronando, veía como mi abuela lloraba a mares al ver como sus hijos peleaban, vi a mi tía llorar decepcionada de todos nosotros, vi como mi madre no dejaba que visitara a mi abuela y me metía mierda en la cabeza de toda la familia. Fueron los peores momentos de mi vida, momentos en los cuales llore mucho, mi tía se alejó, mi abuela se alejó, mi tío se alejó y a mí me alejaron de ellos, me di cuenta de que ese día todos me hirieron, todos tomaron sus caminos por distintos lados, y yo como toda niña inocente buscaba formas para volver a unirlos, pero tuve que madurar muy rápido para darme cuenta de que... que todos nos hacíamos daño, éramos una familia muy tóxica que no debía estar junta. Pero lo que más me dolió es que a pesar de las peleas en ningún momento uno de mis tíos o mi abuela me busco, me dijeron desde pequeña que me amaban y que nunca me abandonarían, pero pues ya sabes, no todo es un final feliz, mi abuela tuvo una nueva nieta a la que amar, mi tío una nueva sobrina y pues yo quede de lado y olvidada y me hace feliz que ellos sean feliz, pero ellos me dañaron mucho a mí, y eso me ha causado muchos problemas, y cuando me sentía mal yo quería que uno de ellos viniera a mí y me abrazara como lo hacían cuando de pequeña yo lloraba, espere días y noches que ellos me buscaran porque ya yo no podía hacer nada, pero eso nunca paso ―murmuré débilmente mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas. 

― Lo lamento tanto mi niña... 

― No te preocupes, te seguiré contando. El segundo recuerdo es cuando perdí a mi abuelo esto me duele muchísimo, podría llegar a decir que puede que me duela más que el anterior, yo puedo llegar a tener un poco de rencor con mi madre por esto, porque cuando mi abuelo murió a mi queridísima madre se le ocurre llevarme de viaje por un mes por mi cumpleaños, a los quince días de estar de viaje me llaman y me cuentan que Julio, mi abuelo, murió de una ataque al corazón, y mi mamá no quería volverse porque ella quería disfrutar el viaje, y ella no quiso llevarme para darle el último adíos mi abuelo. Al cumplir el mes volví y lo primero que hice al bajarme del avión fue agarrar un taxi e irme al cementerio donde lloré y lloré hasta que alguien apareció a mencionarme que el cementerio iba a cerrar, ese día le pedí perdón a mi abuelo por dejarlo solo, por no abrazarlo fuerte y masque todo por aceptar irme de viaje con mi mamá, me arrepiento hasta el día de hoy haberme ido a ese maldito viaje, mi abuelo era una de las pocas personas que estuvo allí para mí, él me apoyo y cada vez que me veía mal él me decía lo cuan orgulloso estaba de mí, me duele haberlo perdido.




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