¿Qué pasaría si muero?
Es lo que me pregunto todos los días y hoy ya tengo mi respuesta.
Lo que pasaría es que nadie me va a llorar y si lo hacen solo serán pocas personas y en poco tiempo se les va a pasar porque nadie llorara por alguien tan insignificante como yo. El viento no dejará de soplar con esto quiero decir que la vida será igual, es como si yo no me hubiera ido. Vale la pena matarme pero a la vez no, porque quiero morir, pero a la vez tengo miedo. Y ahí queda claro todo.
Ahora solo dire que mate a una mujer, la mate y me siento bien en haberlo hecho. Esa mujer soy yo, nada más mate a una antigua Maia para que empiece a renacer la nueva.
Después de un mes de pensar que hacer con mi puta vida, ya lo tengo claro.
Hoy comencé a escribir unas cartas que les enviaré a mi familia, bueno ex familia, ya no son más parte de mi vida.
Hace unos días tomé una decisión y fue quitarme el apellido de mi madre, al ser menor de edad mi padre me lo ha permitido y ahora estamos en el proceso, pero ya no soy más Maia Cooper Rodríguez ahora únicamente Maia Cooper, solo eso.
La carta hacia la señora Rodríguez dice muchas cosas, espero no haberme pasado.
Para: La señora Rodríguez
De: Maia Cooper
Hace unos días decidí quitarme tu apellido, ya lo decidí, ahora solo soy Maia Cooper, estoy agradecida de que me hayas hecho sentir mal toda mi maldita vida porque gracias a ti sé que no tengo que ser tan basura como tú lo has hecho. Señora, le pido perdón por hacerla llorar, por hacerla sentir mal y hacerte pasar vergüenza delante de la gente esa que es tan mierda como tú, y perdón si te estoy faltando el respeto, pero sinceramente ya no me importa.
Quiero que sepas que no te odio, no siento nada por ti eso es todo. Yo no tuve la culpa de la mierda que era tu vida y pagaste todo conmigo, espero que cuando me veas triunfando o siendo mejor que tú no me busques, porque así yo te necesite no lo voy a hacer.
Cuando veas que la fracasada si pudo lograr muchas cosas no me trates de buscar. Cuando te estés muriendo en una cama postrada a lo mejor pasaré a verte de lejos, porque tampoco seré tan mierda, yo no soy como tú.
Espero y tengas una hermosa y feliz vida, Señora Rodríguez.
Att: Maia Cooper.
Terminé de firmar la carta y solté un suspiro. La primera carta esta lista, se la pasé a la psicóloga y ella solo me sonrió orgullosa y luego me dijo que ya podía irme.
Sentí como si me quitara otro peso de encima, es hora de decirle adiós a ella, porque ya no es parte de mi vida a partir de ahora.
Le pedí perdón y no debí hacerlo, pero para estar bien conmigo misma lo hice. Vuelvo a aclarar que no estoy bien. A partir de ahora me mostraré tal cual soy, y sin fingir una vida perfecta en donde mi cambio no es de un día para otro.
Todos los días al salir de la psicóloga me dirijo a la terapia grupal, ahí me siento bien siendo sincera, me ayuda a soltarme más con las personas y nadie me juzga. En la terapia grupal he conocido a muchas personas con las cual me siento bien, me siento allí en confianza, y es difícil poder entrar en confianza.
― ¿Cuál es su mayor miedo? ―pregunta un chico.
Todos decían su mayor miedo, algunos decían: engordar, otros que sus demonios y voces los sigan atormentando, etc. Y yo tan estúpida dije crecer.
Mi mayor miedo es crecer, me da miedo levantarme un día y no ser más una adolescente, me da miedo crecer y no haber disfrutado ni mi niñez ni mi adolescencia por culpa de la que se hacía llamar mi madre, me da miedo que en un futuro yo tenga hijos y ser como ella, que no pueda mantener una relación porque ni siquiera sé amarme a mi misma. Tengo miedo de crecer, de ser una adulta, y es estúpido lo sé, pero es algo que no me deja vivir en paz.
Seguimos hablando hasta que la terapia termina y todos salimos del lugar.
Me fui directo a mi habitación y lo que hice fue a ponerme a llorar, porque todos mis pensamientos me atormentan, los recuerdos se hacen presente cada minuto de mi vida.
Hoy es uno de esos días donde siento ese vacío en mí, esas ganas de llorar, de gritar, de soltar todo lo que siento, me duele no poder hacerlo.
Siento un gran nudo en la garganta que me dificulta tragar y respirar, solo quiero soltar todo y llorar. Llorar hasta sentirme bien, hasta no sentir nada, estoy cansada.
Quiero irme, quiero descansar. Necesito dormir y no despertar más.
Porque ser feliz es para los valientes, para los que si pueden, para los que podrán, no para mí. Quiero morir, quiero matarme. Porque no hay reparación para mí, no tengo cura.
Yo misma me estoy matando, yo misma me hago daño.
Quiero dejar de soñar que tengo una linda vida, con tres buenos amigos y una hermosa familia, estoy cansada, solo quiero que me dejen dormir, necesito dormir.
Ya no puedo más, en serio ya no puedo más. Únicamente quiero que me puedan abrazar antes de irme. Llorar hasta dormir se me hizo una rutina. Dormirse ha vuelto un escape.
Al día siguiente me desperté a la hora del almuerzo, camine por los pasillos del hospital siendo arrastrada por una enfermera.
― ¡Dije que no quiero ir! ―me crucé de brazos.
― Maia, deja de comportarte como una niña. Camina.
Como no tengo opción seguí caminando al comedor, en la mesa estaban sentados Yashua y Jack comiendo. Jack al verme me dio una pequeña sonrisa triste y Yash solamente me miro buscando alguna respuesta en mi rostro.
Me senté y comí lo más rápido que pude para luego irme a mi habitación. Estaba intentando dormir de nuevo cuando alguien toco mi puerta, al yo no responder Yash se adentró.
Él me vio y me sonrió, igual yo.
―¿Estás bien? ―pregunta sentándose en mi cama.