Te enamoraré (versión nueva)

Capítulo 1 "Día de la fiesta"

 

Fueron muchas veces las que pensé en cómo hablarte, creé millones de escenarios en los que me veías y aunque no era un amor a primera vista, sentías curiosidad por mí. En varias te acercabas, sonreías coqueto, pero ¿hablarías mucho? ¿o yo sería la que balbucearía? Jamás pude responderme eso, solo tenía la imagen de ti sonriendo mientras disfrutábamos poco a poco el conocernos.

Luego, platicaríamos muchas noches hasta las primeras horas de la madrugada, nos tomaríamos fotos y en un estado de emoción etiquetaríamos al otro. Yo iría a verte, tu sonreirías ante cualquier tontería que diga y viviríamos nuestras aventuras.

Era…algo bonito de imaginar.

Tal vez aquellos banales sueños fueron los culpables de que mi autocontrol se desconfigurara y empezara a errar. Aflojaron el tornillo de la cordura y dejaron que el baúl de sentimientos se abriese y empezara a inundar mi cerebro.

Sí, eso explicaría porque he tratado de llamar tu atención haciendo actos que yo normalmente no haría. ¡Y oficialmente, he vivido las peores situaciones vergonzosas tratando de que me mires!

¡Y es horrible! Ver como mi cuerpo se vuelve una masa temblorosa en tu presencia ¡es horrible!

¡Quiero gritarte, quiero sacudirme! ¡Quiero mandar una queja al servicio de cupido para que me devuelva mi cordura y racionalidad!

Es entonces que sonríes, yo sonrío y sí, ¡todo se va al caño!

Eso explicaría porque estaba aquí.

Viendo al conjunto de células sentado en el mismo sofá en el que había estado sentado desde que lo ubiqué. El objetivo no se había movido ni un centímetro desde que yo había entrado, y contrario a él, yo no podía estarme quieta.

Parecía un jodido perro pequeño, tembleque y que solo era mero decorativo, porque cumplía con todas las cualidades, desde el tamaño hasta la vestimenta, ya que mi metro cincuenta y cinco, junto a un vestido azul que era extravagante y me quedaba decente, iba acorde a la definición.  

¡Maldición! Incluso en esta situación de nervios sigo pensando en la imagen que tiene de mí.

Bajo la mano y la coloco sobre mi inquieta pierna que no deja de subir y bajar con ritmo ansioso, pero al detenerlas me fijo en mis manos, y me quiero golpear al notar que incluso mis dedos tienen leves espasmos que denotan mi nerviosismo.

Esto es molesto.

Y lo que hacía de irritarme más, era que, por mis estúpidos nervios me había convertido en un integrante de un juego adolescente que botaba hormonas y excitación. ¡Esto no era algo que yo haría! Sin embargo… podría reírme de mi misma, ya que estaba sentada en medio de aquellos adolescentes para tratar de amortiguar mis sentimientos igual de hormonados.  

Me reiría, ¡claro que lo haría! Solo si no fuera mi situación y lo viera a través de una pantalla embutiéndome con helado, pero lastimosamente, ese no era el caso. Aquí no había un botón para adelantar lo que me da vergüenza ajena, y menos tenía mi almohada que soportaba mis gritos. Esto era real, el sudor que empezaba a recorrer mi cuerpo conforme los minutos pasaban, me informaba cuán real e incómodo era esto.

Y es que, ¡quiero morirme!

Con cada segundo que pasa quiero salir corriendo y vomitar de lo nerviosa que me estoy poniendo, pero, ¿quién no está nervioso cuando se va a declarar?

Oh, dios mío…recordar aquello hace que mi corazoncito de nuevo lance una amenaza de un probable ataque cardiaco, porque mi pulso no hace más que acelerarse. Y es en medio de mis últimos minutos de vida, que un empujón contra mi hombro me hace sobresaltar y ver hacia al frente.

—Es tu turno.

Es inevitable que mis ojos se abran ante las palabras de la chica a mi lado. ¿Mi turno? ¡¿Cómo que mi turno?! ¡¿No íbamos muy rápido?! ¡Ni siquiera sabía a qué jugábamos!

Pienso en inventar una excusa, pero eso es rápidamente descartado cuando las ovaciones del público juvenil me presionan con gritos animosos a que gire de una vez la botella. Y como buen introvertido ante presión, lo hago.

¡Maldición! —me lo pienso y giro la famosa botella.

La botella se mantiene dando vueltas por unos segundos, mismos que me pregunto qué demonios se supone que debía hacer. ¿Era la botella no? Solo debía besar a cualquier persona que señalara. ¿Eso era con la cola de la botella? ¿O era con su cuello? No recordaba esos detalles, así como también olvidé otros… estos pequeños e insignificantes datos, volvieron cuando la botella empezó a detenerse.

¿Qué era un beso? —trato de calmarme —No es mi primer beso, no tenía por qué ponerme nerviosa. Fue entonces que la botella quiso reírse de mí y empezó a vacilar con detenerse apuntando a unas chicas.

Pierdo el color inmediatamente ante el giro inesperado. Lo había olvidado. ¡¿Y sí me toca una chica?!

¡Espera! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡No puedes detenerte ahí!

¡Detente! ¡Detente! ¡Pero en otro lado maldición!

¡Mierda! ¡Yo no puedo besar a una chica!

¡No me gustan!

Es más ¡no quiero besar a nadie! ¡¿Por qué tuve que esconderme aquí?! ¡¿Por qué no escaleras arriba?! ¡No, joder! Escaleras arriba no era tampoco la mejor opción, sabía que esos cuartos en este momento no eran para solo ver películas, ¡por favor, ni siquiera había un televisor!

¡Era una tonta! Para ser una buena alumna sí que tenía mis momentos de estupidez humana. Incluso la palabra estupidez estaba que me quedaba corta.

¡Espera! ¡Momento! ¡Esa estupidez tiene una causa! ¡La misma que me trajo aquí!

Mis ojos se entrecierran con odio puro hacia una esquina donde el sujeto seguía viendo todo aburrido. ¡Tú, maniaco, loco, ser que arroja testosterona a mayor cantidad, célula gigante! ¡Todo esto es tu culpa!

La botella se detiene, y con ello los gritos inician. Mi mirada deja de estar en él y se dirige aterrada hacia el resultado. ¡Maldición, tienes que estarme jodiendo!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.