Te enamoraré (versión nueva)

Capítulo 3 "La palabra “viernes” "

 

Dicen que la comida más importante del día es el desayuno.

Pero, yo no había desayunado.

Ya que mi sistema estaba siendo poco a poco restaurado, recién me ha dado la notificación de que necesitaba combustible con un sonoro sonido en plena clase.

¿De verdad, justo en este momento de pausa comercial que dio el profesor, debía de hacer presencia?

Aprieto el lápiz aguantando mi vergüenza mientras siento mis mejillas calentarse cuando todos me regresan a ver y ríen levemente. No me queda otra que reír también cuando hacen sus bromas mientras deseo aprender carpintería para elaborar mi propio ataúd y sepultar primero mi dignidad en ella y posterior, de forma opcional, mi cuerpo.

—Sí, no he desayunado…

Pero lo haría pronto, era el primer pendiente en mi lista de cosas por hacer.

—Es malo no comer luego de una resaca —dice Aidan —Deberías cuidarte vice…¡oh! Alan, creo que alguien debe cuidar mejor de su señora…

¡Olvídenlo! Ya tengo otro nuevo pendiente y más importante que hacer.

Pero, para este necesitaba la ayuda de Katy y sus habilidades para esconder cadáveres.

Mi cuerpo se encoge de vergüenza mientras el resto parece estar a la expectativa de lo que dice el mencionado, pero como si de él no se tratase, sigue copiando lo escrito en el pizarrón.

—¡Chicos, ya silencio! —interrumpe el profesor —Y por favor señor Adrik, deje de molestar a la señorita Martins.

—Es Aidan profe —le corrige el mismo Adrik.

—Lo siento, solo déjenla de molestar, estamos en clases. Sigan el ejemplo de la señorita Martins, está resolviendo los ejercicios en silencio.

—¿También debo declararme luego a Alan y perder mi dignidad? —dice una chica de al fondo riéndose —¿Qué? Lo hizo ¿no? Y fue rechazada.

Oh, ¿lo fui?

Nunca un spoiler me golpeó tan fuerte.

Me quedo estática asimilando sus palabras y como espero, saborear la palabra rechazo me es amargo, así que hago una leve mueca.

Haber, no puedo defenderme de nada, ya que ¡no conocía nada!

Mi casete se había dañado desde el momento que el alcohol entró en mi sistema, así que no recuerdo que pasó luego de los vasos, tampoco sé cómo llegué a gritarle que sea mi novio y asumo, exponerle mis sentimientos. Y sinceramente, solo deseaba quedarme con mis pocos recuerdos de sobria y no lo que pasó después de pedir más vasos.

Lo que pasó después fue un error, algo que salió de mi control y nunca debió suceder.

Me arrepentía de todo, sinceramente deseaba poder volver el tiempo y no soltarle mis sentimientos.

No quería hacerlo, no ebria al menos.

Quería hacerlo bien, quería iniciar de poco a poco, conocerlo mejor y si es que se daba la oportunidad decirle que me gusta e iniciar una relación con él.

No quería esto, no de esta horrible manera.

—¡Señorita! ¡Absténgase de hacer…

—¿Quién te dijo eso? —pregunta Cooper volteando a ver a la chica con desgano —Te pregunté quién te dijo que ella se me confesó y la rechacé. ¿Estuviste ahí?

—No, pero…

—Si nadie te lo dijo y no estuviste ahí, eso quiere decir que estás hablando siendo una ignorante —la chica se sonroja avergonzada —No hables más del tema y solo quédate en silencio, es incómodo escucharte, no soy tu amigo para soportar que bromees con mi nombre.

Ah…

Parpadeo incrédula al escuchar decirle eso por dos razones, la primera y primordial era que parecía molesto, y la segunda, es que yo sí me declaré a él, estoy segura por lo que recordé esta mañana, pero él no lo dijo, lo omitió completamente.

Es vergonzoso como hace unos segundos mis ojos querían soltar lágrimas porque me sentía muy arrepentida por lo de anoche y ahora me late el corazón.

¡Maldita adolescencia y sus procesos hormonales!

Escucho de manera vaga como el profesor reprende a la alumna y acota que en clases no se debe comentar de la vida personal de los estudiantes, pero no me pierdo su mirada de curiosidad y simpatía, eso me hace sentir peor.

Bajo la mirada a mis hojas y procedo a seguir resolviendo mis ejercicios, es una pena como mi visión se empieza a tornar borrosa y me cuesta ver los números, pero parpadeo tratando de calmarme.

Me niego a llorar en frente de todos y dejarles ver cuán arrepentida y avergonzada estoy.

No les dejaría ver esa otra versión de mí.

Así que tomo aire, lo suelto y me motivo para acabar de resolver los ejercicios.

Cuando acabo, lo hago primera y sonrío de manera energética cuando el profesor revisa y me felicita por resolverlos. Me siento satisfecha conmigo misma por hacer algo bien este día y este buen sentimiento solo aumenta cuando escucho el timbre sonar.

¡Por fin era hora de desayunar!

 

***

 

Llegar a la cafetería me huele a gloria ¡literalmente! Y eso solo incentiva a que mis ganas por comer incrementen al igual que mi buen humor. Eso me dura poco, es triste que en mi intento por entrar en la fila alguien me tome del brazo.

¡Rayos! Estaba tan cerca...  

—Hola Abi.

¿Adiós?

Ocultando mi expresión de tragedia me volteo lentamente para toparme con unos ojos grises pertenecientes a un alto castaño de sonrisa dulce.

—Hola Gregory —digo con una sonrisa que oculta los lamentos de mi estómago —¿Qué sucede?

—Necesito hablar contigo —asegura.

¿Ahora? ¿Justo ahora?

Sin darme tiempo a protestar me empieza a sacar del comedor, y con cada tironeo me encuentro cada vez más lejos de mi objetivo. Comer.

Y como si de una broma se tratara, cuando estoy por salir del comedor mi nombre completo es gritado, y no, quisiera fuera broma, pero subida en una mesa, Verónica Bowen ha gritado por mí mientras me señala con un dedo.

Oh, dios mío, va a matarse.




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