Te enamoraré (versión nueva)

Extra 4 "Misión: Ocultar sentimientos" (Editado)

Su respiración era un desastre, y no había forma de que no notara que estaba bañada en sudor. Era asqueroso, se sentía asquerosa, pero era mejor sentirse así, y que le doliera el cuerpo en lugar del corazón.

Sin embargo, cada que se detenía para respirar sentía que le dolía de nuevo el pecho, así que balanceó otra vez el florete mientras sus piernas temblaban. Mala postura, mal agarre, estúpida ofensiva y una torpe retirada.

¡Mal! ¡Mal! ¡Todo estaba mal!

Sus ojos se cristalizaron y jadeo antes de otra vez intentarlo. Esta vez, sus piernas se rindieron ante su peso y temblaron. Caería de nuevo, sus dientes de apretaron anticipándolo, pero antes del impacto, su cintura fue rodeada y su cuerpo sostenido.

—Tú… —Sofía murmuró sorprendida —eres tú de nuevo.

Más como de costumbre, él no habló, solo asintió y la dejó suavemente sobre sus pies. Sofía soltó un suspiró tratando de ocultar que estaba avergonzada. Siempre tenía está horrible apariencia cuando se encontraba con él. Y pese a que nunca le decía nada y que tampoco le veía la cara, él le transmitía tranquilidad.

—Siento si interrumpí tu entrenamiento con mi descuidado comportamiento. Gracias por ayudarme.

Él asintió y ante el silencio que se iba a formar después, se anticipó y levantó su florete y la señaló. Sofía suspiró y negó.

—Repasar conmigo solo es una perdida y lo sabes. Me ayudas a subir, pero yo bajo tu nivel.

Era vergonzoso admitirlo, pero hace tiempo que la estrella de la esgrima se había apagado. De ser alguien centrada y reluciente, a una masa temblorosa que explotaba ante la mínima provocación enemigo. Era una pérdida total.

Sofía lo sabía, ella solo estaba en este lugar por lo que alguna vez fue, más ya no era de utilidad. Ella era, como decían sus compañeros, una terca sanguijuela que se negaba a soltarlos y les producía perdidas sanguíneas tras cada eliminada que tenía.

Su rostro se volvió sombrío y él lo notó así que se acercó con una ofensiva directa. Sofía tropezó por la sorpresa, pero antes de caerse sus ojos brillaron enojados. ¡Estaba meditando! ¿Cómo es que siempre este tipo no le dejaba pensar en paz?

Dio un paso con una torpe ofensiva, y aunque fue rápida, fue evadida con elegancia por él. Sus dientes se apretaron cuando escuchó la risa ahogada de él.

Sofía sabía que estaba en declive, pero este sujeto ¡era tan descarado por burlarse en su cara!

Ofensa, defensa, ofensa y defensa rápida. Evasiva, risas ahogadas y sonido de espadas.

Una sonrisa apareció en el rostro de Sofía mientras chocaban los floretes y empujó mientras retrocedía. Y soltó una carcajada cuando él parecía bailar mientras la evadía, e incluso se dio una vuelta.

Bobo —pensó, siempre era un tonto.

Sin embargo, nunca era consciente de cómo ese bobo la hacía sonreír.

Y al final, aunque nunca le decía nada de lo que le pasaba. Él de alguna forma lograba calentar su corazón. Algo que ya no podía hacer la esgrima por ella.

***

—Ah, supongo que no le gustó mi idea —murmuró Katy con una tristeza fingida.

Pamela la miró y negó sonriendo.

—Eres una desvergonzada.

—¿Yo? ¿Y ahora que hice?

Pamela rodó los ojos y la ignoró para ver el chat con su madre. En realidad, ella había adornado el mensaje con palabras más bonitas de las que su madrastra le había escrito.

Empezando por la maldición que soltaba y que le exigía saber dónde estaba. Luego de un testamento donde todos los sinónimos de malagradecida fueron usados. Y para al final, le exigiera volver con una amenaza y un castigo ya decidido.

En realidad ya lo esperaba. Pidió permiso, sin embargo, sabía que su madre como siempre no le había prestado atención y luego lo olvidó. Solo cuando se dio cuenta que la necesitaba se acordó de ella. Era molesto, Pamela podría decirle que ella le autorizó, pero ante eso solo empeoraban las cosas. Así que se rindió y pidió disculpas asegurando volver rápidamente.

Ah, el solo pensar en volver a su casa, ya le estaba asfixiando.

Katy se dio cuenta de ello. Cuando Abigail le pidió tranquilizarse quiso gritar que la que necesitaba un loquero era la madre de Pamela. Esa vieja era detestable. Lo que promovía de elegancia lo tenía de serpiente venenosa.

Pero no podía decir nada otra vez, ya muchas veces se había peleado con Pamela por ello. No quería pelear por algo que no estaba en sus manos arreglar, y que por el contrario, solo mencionarlo haría un desastre nuevo.

—¿Puedo ir en la noche a tu casa? —preguntó tratando de sonar lo más casual posible.

Pamela se tensó y quiso negarse, pero Katy no la dejaría.

» Tengo curiosidad por los libros que antes mencionaste. Tal vez son muy sosos para mi gusto los primeros, pero el último sin duda fue interesante. Podría incluso quedarme a dormir, total, no es la primera vez que me entraría a hurtadillas a tu casa.

Pamela lo sabía. Ellas han vivido tanto juntas que en todos sus recuerdos está Katy, eso era lo aterrador. Así que quiso negarse, pero ante la sonrisa de Katy solo pudo quedarse en silencio unos segundos antes de asentir.

Katy se estaba esforzando por ser su amiga, por ser normal.

Era ella la que tenía pensamientos asquerosos e impuros.

Sí, lo que pasó fue un…un evento inesperado, pero nada más. Se había prometido olvidar, así que estaba bien.

Pamela sonrió finalmente sintiéndose tranquila. Volver a casa era agobiante, pero sentía que podía respirar siempre que Katy estaba con ella.




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