Te enamoraré (versión nueva)

Capítulo 23 "Un bebé canguro o una princesa (parte 2)" (Editado)

Un bebé canguro o una princesa (parte 2)

¿Qué demonios?

Así como abro los ojos, los cierro de inmediato ante la luz directa a mis pupilas. Me toma unos parpadeos entender que estoy en la enfermería y recuerdos borrosos de lo que pasó asoman.

—¡Mierda! ¡Las autoridades!

Hago el intento de levantarme, pero de inmediato mi visión se vuelve negra y caigo al piso haciendo un estruendo.

—¡Mierda! ¡Tú de verdad eres un muerto!

—¡Katy!

Me topo la cabeza y al mismo tiempo mi pie mientras enfoco a dos chicas acercándose a revisarme. Pese a que les murmuro que estoy bien repetidas veces, sus miradas preocupadas no cambian, así que suspiro y hago el intento de levantarme. Me ayudan y cuando estoy sentada en la cama, siguen viéndome fijamente.

—¿Por qué me miran de ese modo? —pregunto incómoda.

—Abi…estamos preocupadas por ti —empieza Pamela y suspira —Solo ve por hoy a casa, la presidenta se hizo cargo del resto.

—¿De todo? —pregunto incrédula.

—Sí, le dije que debía hacer la mierda que le corresponde y no dejarte todo —masculla Katy —Y por suerte acepto de buena gana…

Las miro. De verdad que lo hago, una pequeña castaña preocupada y a una rubia con expresión de brabucona y empiezo a reír. Esto aumenta al ver su desconcierto. ¡De verdad! ¡De verdad son unas bobas! Puedo imaginar a la pequeña castaña tratando de controlar a una bestia rubia que intenta golpear a la presidenta del colegio y sigue siendo cómico por cualquier lado que lo vea.

—Gracias —me sincero —De verdad, gracias.

Les sonrío plenamente y ellas parecen aliviadas antes de abrazarme. Suspiro y mi corazón se calienta al tener a estas dos, me gustaría hablar con Sofía, sin embargo, sigue todo complicado. Al menos ahora me saluda…

Se separan de mí y Katy murmura boberías mientras examina mi cara aludiendo que estoy pálida y que mi esposo debe cuidarme mejor.

—¿Esposo?

—¡Hazte la loca! ¡Sí hoy todos comían palomitas al ver su escena!

—¿Escena? ¿Qué escena? —al mismo tiempo que pregunto, las miles de escenas que había olvidado vuelven y empiezo poco a poco a enrojecer.

¡Maldita sea!

Me cubro con la cobija y me acomodo en posición fetal mientras cubro mis mejillas hirviendo.

¡Estoy loca! ¡Malditamente loca! ¡¿Cómo pude hacer aquello?! ¡¿Qué mierda era?! ¡Por un momento era una princesa y para el otro un bebé canguro lloriqueando sin querer soltarse de su madre! ¡Martins! ¡¿Qué mierda te sucede?!

Empiezo a murmurar excusas como que fue la temperatura alta, tal vez la azúcar baja, la anemia que también mencionaban o el maldito sol. ¡Sí, aquello me hizo débil y actuar de esa patética forma!

Las voces de Katy y Pamela tratan de hacerme salir, Katy molestándome y Pamela reduciendo la situación. Sin embargo, no logran que salga de mi cascarón. Al menos hasta que todo se vuelve silencio y pinchadas en mi espalda me hacen saltar.

—¡Katy! —me quejo, pero continúa y me harto saliendo de mis escondite —¡Por amor a los dioses, solo deja de hacer…!

Mi voz se corta al igual que mi respiración al ver que frente a mí, no está solo esas dos niñas. Sino también un chico atractivo con su uniforme de parada viéndome y sosteniendo en mano un pocillo.

Mierda. Mierda.

—¿Eso es ensalada de frutas? —pregunta Katy acabando con el incómodo silencio —Uhm…veo que no estarás mal cuidada si llegases a…¡mierda!

Sí, Pamela le ha hecho algo a Katy.

—Lo traje porque necesitas más azúcar. La enfermera dijo que ese suero era temporal para estabilizarte —dice Cooper y noto que tengo una aguja en mi mano conectada a una solución —Deberías quedarte quieta mientras tengas eso conectado, Martins.

Bajo la mirada y aprieto la cobija asintiendo.

—Creo que primero necesita despertarse por completo y luego para que entres, Alan, ¿te parece bien esperar unos minutos afuera?

A la pregunta de Pamela, Alan asiente y sale del lugar. Me hago una bolita y ahogo un grito mientras en efecto, evito moverme mucho por la maldita aguja en mi piel.

—Deberías salir rápido y lavarte al menos la cara. Eres mi amiga Abi, pero hasta yo estoy preocupada por tu aspecto ahora mismo, y eso de mi parte es decir mucho.

Saco mi cabeza y veo a Katy antes de sacarle el dedo del medio. Me siento lentamente y esta vez me levanto más tranquila y al ver que no me desplomo, ella se relajan y me permiten ir al baño sola luego de que la enfermera desconecte la solución.

—Oh, debimos traer maquillaje. Así se vería perfecta para su Romeo.

—¿Romeo? —pregunto y ella sonríe.

—Él se lo ganó con traerte en brazos.

Sonrío levemente negando.

—Supongo que esa sonrisa significa algo —murmura Pamela sentada en una de las camas.

—Bueno, me gusta Cooper, es normal que sonría si me trata de ese modo… —me encojo de hombros.

—Te dije que todavía le gustas —Katy sonríe con suficiencia —lo que hizo hoy...

—Puede ser producto de la apuesta —le interrumpo y suelta un bufido.

—¿Y si no lo es? ¿Qué tal si todavía le gustas? ¿Lo has pensando? Eres guapa y él no es ciego —frunce el ceño —Y si lo es, pues que se vaya al oftalmólogo para evitar perderte.

Río entre dientes negando sin gracia y me estiro.

—¿Qué hora es? —pregunto con voz adormilada.

—Ya mismo se acaba clases —dice Katy —Vete a lavarte la cara y veremos como arreglamos tu bella cara.

Ruedo los ojos, pero hago lo que me pide y me mojo el rostro. Estoy menos pálida y ojerosa que en la mañana. No me veo como una diva, pero tampoco sigo siendo un fantasma. Antes estaba tan blanca que seguro Casper habría tenido envidia de mi color. Suspiro secándome el rostro y estoy por salir cuando escucho murmullos.

—…por momentos parece perdida, como si estuviera en otro mundo. Algo apagada y tú la has visto, cuando lo hace es muy diferente a ella misma aunque intente verse normal.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.