Como una ostra
La miro, ella si fuera un objeto viviente seguro también me vería, es más, se burlaría de mí como su dueño lo hace.
—Martins, no va a comerte.
No, seguro ella no, pero si puede comerse la única vida que tengo.
Parece entender mi mirada porque rueda los ojos y toma el casco para colocármelo como si fuera un acto natural, aunque no ha pasado muchas veces, ya que por mi miedo he preferido tomar el bus en nuestras citas y evitar este monstruo de dos ruedas.
Podría hacerlo hoy también, pero es más rápido ir con Cooper que esperar una hora a que vuelva el camión ya que el autobús escolar ha volado hace fechas.
Suspiro resignada y me volteo hacia la moto mientras lo veo colocarse su casco.
—¿Quieres ir delante de mí?
Ni dudo de mi respuesta.
—No, gracias, quiero vivir.
—Oh vamos, sabes que soy buen conductor.
—Y yo buena cayéndome —suelta una risa entre dientes y asiente —Voy detrás de ti.
Asiente y se sube, me extiende la mano y la tomo suspirando antes de brincar un poco y abrazarme a su cintura. No sé si me late el corazón por su cercanía o por el miedo, pero incluso mis pensamientos están divididos. Por un lado quiero alejarme porque estoy avergonzada de su cercanía, pero por el otro, mi supervivencia me grita que debo pegarme como sanguijuela para no salir volando por los aires.
—Ya no tiemblas —murmura y noto que sus manos están tomando las mías.
Es verdad, ya no lo hago, pero si me sonrojo y las retiro para rodear su cintura avergonzada.
—Cállate, Cooper.
Siento su risa contra mi frente y como murmura antes de encender el motor. Me tenso como de costumbre, pero al menos cuando se detiene y vuelve a acelerar ya no se sale mi alma.
—Martins, voy a acelerar más.
Me paniqueo.
—¡¿Qué dices?! ¡No, no lo hagas!
—Vamos muy lento.
—¡Alan, vas a matarme!
—Solo sujétate un poco más y todo estará bien.
—¡No! ¡Alan! ¡Joder, no lo hagas!
—A las tres. Uno…
—¡Alan!
—Dos…
—¡Maldita sea!
—Tres…
—¡Jódete, Cooper! —grito desde el corazón cuando siento que en efecto sube la velocidad y me aferro más a él.
¡Esto fue una mala idea, una malísima idea! ¡¿Quién dijo que esto era una buena idea?!
—Puedes soltarme un poco, Martins, vas a dejarme sin aire —se queja.
—No aceleres más y te soltare un poco —le aseguro, pero el idiota acelera un poco más y chillo aferrándome con más fuerza —¡Maldito seas, Cooper! ¡Baja la velocidad!
¡Voy a morir! ¡Voy a salir volando por los aires y me estrellaré como un mosquito en un parabrisas!
Por suerte hace caso a mis gritos y reduce la velocidad a lo que habitualmente sabemos ir. Me relajo, pero eso no evita que siga rodeando su cintura y pegada a él maldiciéndolo abiertamente.
Suelta una carcajada cuando escucha que le deseo usar viagra a los treinta y que tenga una panza cervecera tan grande que tenga que rodar para levantarse de la cama. Lo digo enserio, pero sonrío un poco al escucharlo.
Maldita célula gigante.
Cuando veo mi casa suelto un suspiro porque este viaje ha sido una tortura, a lo que él vira la cabeza y sonríe de forma ladeada ante mis ojos entrecerrados.
—Oficialmente jamás volveré a subirme en esa cosa —aseguro —¡Creí que moriría!
—Eres una exagerada —se burla bajándose y extendiéndome la mano para bajar.
Lo miro con ojos entrecerrados y de mala gana tomo su mano.
—Eres un lunático, ¿Te crees gato?
—No.
—Perfecto, porque no tienes siete vidas —suspiro negando y me retiro el casco —Con tu súper carrera hasta el sueño se me fue. Sentí que se me saldría el corazón del miedo.
—Abi…—me llama y cuando me volteo lo veo juguetear con su casco entre las manos —¿Por qué no dormiste anoche?
Trago y fuerzo una sonrisa.
—¿Quién dice qué no dormí? —le regreso la pregunta.
—Tus ojeras.
Oh, vaya.
Río levemente y asiento pasando de forma torpe un mechón de mi cabello tras mi oreja.
—¿Quieres la verdad o la mentira?
—Escucharé lo que me digas, y lo tomaré como verdad.
—¿Así sea una mentira? ¿O sea imposible de creer?
—Creeré todo lo que me digas si así lo deseas.
Siento mis ojos humedecerse mientras suelto una risa rota.
—De verdad eres un tonto… —Siempre un gran tonto… Suspiro y me abrazo a mi misma mientras decido hablar —No vi un drama, fui parte de un drama —río levemente y niego —Hailey discutió con mamá y tuve que ayudarle con su tarea. Dormí solo dos horas y tuve que ayudar con el programa de hoy, estoy cansada, demasiado. Pero al final creo que valió la pena porque mamá y Hailey se reconciliaron, el programa salió bien y yo…—me quedo en silencio por un momento —yo puedo llegar a dormir. Así que gracias, Cooper, por preocuparte por mí y traerme en tu monstruo de dos ruedas…Hasta mañana.
Formo una sonrisa de verdadero agradecimiento y me doy la vuelta para ir a casa cuando me llama de nuevo.
—¿Sí? —pregunto volteándome.
—Mi casco —dice con una sonrisa divertida.
—Oh sí, claro.
Soy una idiota.
Con rapidez trato de zafarlo de mi mano, porque al estar nerviosa he estado jugando con este de forma inconsciente, pero no quiere soltarse. ¡Oh, vamos! Sigo moneando tratando de zafarlo, pero las manos de Cooper me detienen. Alzo la mirada y él sonríe mientras niega la cabeza pareciendo divertido.
—Con cuidado Martins, no queremos que se dañe ¿verdad? —pregunta viéndome fijamente a los ojos —¿Si no como vendrás la próxima vez?
—Ah, sí. Espera ¿qué? —pregunto mirándolo como si estuviera loco.
¿Cómo que subirme otra vez?
No lo haría. Esta fue mi debut y despedida.
Un click suena cuando desabrocha el casco y lo retira.
» No habrá una próxima vez —aseguro.
—¿Apuestas?
—No.
—Porque sabes que perderás —se ríe y camina hacia su moto —Hasta luego, Martins.