Una amiga peluda (parte 2)
Seguro te preguntarás… ¿Por qué rayos estoy en metida en una jaula, mientras varias personas con bata blanca me rodean? ¿Y qué diablos hace un arácnido valorado en millones de dólares pegado en mi pierna? Bueno, ¡lo mismo me estoy preguntando!
Todo pasó tan rápido que todavía sigo procesando el secuestro. Oh, ¿cuándo pasó eso..?
Sí, volvamos a cuando este jodido arácnido paseaba felizmente por mi espalda. Seguro si fuera una persona valiente o amante de los arácnidos me hubiera sentido halagada con su visita, lo hubiera tomado con calma y sobre todo quieta cuando Cooper dijo que la atraparía.
Seeh…
Seguro todo hubiera sido diferente.
Pero cómo eso no sucedió...recapitulemos bien la escena...
A cuando siento sus patas moverse por mi espalda y cómo consecuencia, me estremezco, y no del tipo agradable que siento cuando Cooper me toca. Estoy aguantando las ganas de hiperventilar mientras mi cuerpo pide a gritos sacudirse.
—¿Y dónde está la araña? —pregunta Cooper con cautela como si supiera que estoy a punto de enloquecer.
Seguro doy la impresión correcta.
Muerdo mi labio inferior con fuerza mientras trato de abrir la boca. Si no sube más estaré bien, pero la araña no tiene esas intenciones y siento sus patas ascender a mi cuello.
¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!
—E-en mi cuello —tartamudeo —¡e-está subiendo!
—Quédate quieta, te la quitaré.
Quisiera quejarme diciendo que es más fácil decirlo que hacerlo, en especial cuando la siento ascender. Cooper se acerca y con su linterna se coloca detrás de mí. Tomo aire y lo suelto tratando de calmarme, pero toda mi cordura se desvanece cuando la siento en mi cabeza. Y finalmente el grito que estaba escondido en mi garganta sale al exterior y sobresalta a Cooper haciendo que retroceda.
—¡Mierda! —gruñe colocándose una mano en el corazón —Abigail, tranquilízate.
—¡T-tú no tienes a una maldita araña en tu cabeza que…! —grito sintiendo como sigue subiendo —¡Sube! ¡Cooper, está subiendo!
—Respira —murmura buscando algo por los lados —Déjame ver con qué puedo atraparla.
—Por favor, no es por ser exigente pero... ¿podrías apurarte?
Enmarca una ceja.
—O podría dejarla ahí.
—Cooper —entrecierro los ojos.
—Okey, okey —rueda los ojos —creo que con mi chaqueta la puedo atrapar.
Asiento viendo el suelo sin tener ninguna intención de subir la mirada. Sus patitas se mueven por mi cabeza y tengo la sensación de sacudirme. ¡Mierda! Arañita deja de subir.
—Bueno, aquí voy —murmura —quédate quieta Abigail.
—Sí, sí —balbuceo de forma distraída —solo atrápala por favor.
Se acerca y me mira fijamente la cabeza, extiende los brazos y decido cerrar los ojos para no ver.
—Creo que la tengo.
Asiento levemente y cuando creo que todo estará bien, unos gritos se escuchan y una alarma es encendida. Salto y Cooper suelta su chompa también sobresaltado, vemos como termina en el piso, al menos hasta que las luces también son apagadas y se encienden unas de color rojo que brillan de forma intermitente.
—¿Cooper? —pregunto desconcertada buscándolo —¿Cooper?
—Aquí estoy —murmura a mi lado haciendo que suspire aliviada.
—¿Qué paso? —pregunto y paso una mano por mi cabeza con nervios, pero al no notar nada sonrío —Ya no está la araña.
—¿Enserio? —pregunta recogiendo la chaqueta del suelo.
—Sí, gracias.
—Abigail... —murmura nerviosamente pasando la mano por su cabello.
—¿Qué?
—No tengo la araña —explica mientras la extiende —No está aquí.
—¡¿Qué?! —chillo sintiendo el corazón salirse por mi boca —¡E-entonces, ¿dónde está?!
Abre la boca y cierra la boca negando.
—¡No se muevan! —indican por los altavoces haciendo que nos sobresaltemos —¡Quédense dónde están, están siendo rodeados!
—Cooper... —entrelazo su brazo con el mío —¿qué mierda está sucediendo?
—No sé.
—Retírense de la puerta —hacemos lo que ordenan y cerramos los ojos de golpe cuando la puerta es abierta y la luz nos llega de forma directa al rostro —¡No se muevan!
Estoy tan aturdida que sin intención hago lo que pide. Al mismo tiempo que soy una estatua, entran varias personas y parecen examinar el lugar, haciendo que me maree al ver tantas linternas apuntando a cualquier parte de la habitación. Tienen cuidado con los animales, pero al parecer no tienen la misma consideración con nosotros.
—¡Aquí está! —grita un hombre a mi lado haciéndome saltar.
Aprieto más el brazo de Cooper y busco sus ojos sin intención, está igual de aturdido que yo. Bueno, al menos sé que no es una de sus bromas.
Una persona con bata entra y se detiene al frente de mí, y sin decir nada se agacha. Retrocedo por mero instinto, pero una guardia a mi espalda me hace volver a mi lugar.
—¿Qué está haciendo? —pregunto cuando pone un recipiente en mi pierna y empieza a envolverlo con cinta.
No me responde. Aquello me inquieta y hace que pase una mano por el cabello incómoda. Cuando está por terminar quiero ver un poco, por lo que me encorvo, pero ni bien me inclino soy tirada hacia atrás para volver a mi posición por el guardia. Suelto una queja ante el dolor y Alan de inmediato coloca su mano sobre el antebrazo del guardia.
—Ya está en su posición, es innecesario ese uso de fuerza.
—Entonces dile que se quede quieta —masculla el guardia.
Asiento mirando a Cooper, quién suelta su mano cuando el guardia afloja su agarre en mi hombro. Suspiro palideciendo y veo como el señor de bata se levanta, parece que ha terminado, ya que incluso asiento la cabeza en dirección al guardia, quién suelta una nueva orden:
—Caminen.
—¿Qué? —pregunta Cooper, pero como yo hace unos segundos, es ignorado.
Todos, tanto los sujetos con bata como los guardias empiezan a retirarse y por un momento creo que también nos podemos ir, pero el guardia estira su mano para empujar mi espalda, no llega a tocarme, porque Cooper toma su antebrazo mientras me atrae hacia su cuerpo con la otra.