Te enamoraré (versión nueva)

Capítulo 31 "Una amiga peluda (parte 3)" (Editado)

Una amiga peluda (parte 3)

Cabeceo un par de veces y cuando estoy por cerrar los ojos, la puerta es abierta de golpe haciendo que me sobresalte y desapegue de la pared en la que estaba empezando a dormirme. Veo ingresar a más personas con batas, son tres hombres y una mujer, su mirada va por todo el lugar y se detiene en mí haciendo que me estremezca cuando empiezan a venir en mi dirección.

Oh, yo odio a los doctores…

Menos a mamá.

Así que es normal que entre en pánico cuando me rodean y me toman por los brazos sin decirme nada.

—¡¿Qué hacen?! —grito cuando me empiezan a llevar —¡¿A dónde me llevan?!

Cooper y Josep se levantan de sus asientos, pero es Alan quién da un paso hacia el frente y Josep lo detiene. ¿Qué carajos? Trato de plantar los pies en el suelo, pero eso no evita que entremos dentro de la vitrina, y menos que cierren la puerta dejándome encerrada. Corro hacia el vidrio cuando me doy cuenta que de verdad encerraron a una persona dentro de una jodida vitrina.

¡¿Qué decía Josep sobre el no secuestro?! ¡Maldición!

—¿Hola? —pregunto empezando a golpear el “vidrio”, y lo digo de ese modo porque no logro ver nada —¿Holaaa? ¡Maldición! ¡No puede ser! —mascullo y golpeo de nuevo —¡No me estoy quejando de no estar secuestrada, ya que estar encerrada es muy, muy diferente, ¿verdad?! —ironizo sonriendo sin gracia —¡Solo quiero qué alguien me explique qué demonios está pasando! ¿Pueden? —sacudo mi cabeza y vuelvo a golpear —¡No, exijo que me expliquen qué demonios está pasando! ¡Es más, quiero un abogado! ¡Es mi derecho!

Golpeo un par de veces más, pero nadie dice nada. Cansada de ello me desplomo sobre el suelo arrimando mi espalda al vidrio. ¡Vaya día! Creo que no pude haber abierto más sal que este día en mi vida.

Mientras me lamento sobre aquello, la puerta se abre y alzo mi cabeza para ver cómo entran los señores con bata menos la señora y me hacen levantarme con cuidado. Oh, ¿ahora qué?

—¿Qué hacen? —pregunto y cierro los ojos con fuerza al sentir la luz directamente en mi cara.

¡Maldición, eso dolió!

Las cortinas de metal que estaban rodeando al vidrio han sido alzadas y me permiten ver a los que están afuera. La señora está poniéndose unos guantes mientras Josep le lee algo, y a su lado está Cooper, sentado observándome. Me sacudo tratando de que me suelten y él me hace una seña para que me detenga. Entrecierro mis ojos y él alza las manos en forma de inocencia, gruño, pero dejo de moverme y ellos parecen soltar un suspiro colectivo. Los miro mal, no es que sea muy fuerte, exagerados.

—Señorita Martins ¿me oye? —pregunta la señora golpeando el vidrio.

Enmarco las cejas sin tener la intención de responderle, pero Cooper se acerca e imita la acción de ella golpeando el vidrio dos veces.

—Te sienta bien un minuto de silencio —dice el idiota sonriendo de forma ladeada a lo que me sacudo para enseñarle mi dedo cariñoso.

Él ríe levemente y se voltea hacia la señora.

—Tome eso como que sí nos oye.

Ella asiente y procede a entrar mientras los demás me sueltan y empiezan a retirarse. Me da una sonrisa cálida la cual no correspondo.

—Bien, empecemos —se agacha frente a mí y procede a quitar la cinta de mi pierna —¿Cuántos años tienes?

—Dieciocho recién cumplidos.

—¿En qué año estás?

—Último año —ella me ve y suspiro —sí, sé que me veo menor, pero solo soy pequeña.

—Entonces asumo que eres una pequeña genio. He visto tus notas y…

—Una pequeña torpe —corrijo.

—La torpeza no tiene nada que ver con la inteligencia —murmura sacando la última cinta —Bien, vamos a hacer esto rápido ¿sí? ¿Sabes lo que tienes en la pierna?

—No, es lo que he estado preguntando y nadie me ha querido responder.

—Bueno, tienes una tarántula Metallica —abro la boca sintiendo mi alma salirse de mi cuerpo. No entiendo el “Metallica” pero sí la palabra tarántula —lo bueno es que es una hembra y suelen ser más tranquilas y menos agresivas que los machos.

¿Lo último debía hacerme sentir mejor? Porque no, no lo hacía. Tenía una tarántula en mi pierna ¡¿Qué clase de broma era esta?! Pase mis manos por mi cabeza estresada.

—Bien, terminemos con esto.

Asiente y con cuidado desapega el recipiente y lo retira. En un segundo algo sale prácticamente volando y suelto un grito retrocediendo. Es una suerte que todos miren a la tarántula y no a mí. Ya que aquella “pequeñita” va de lado a lado, saltando por doquier. Aprovecho ese escandalo para salir de la vitrina e ir hacia donde está Cooper y querer golpearlo, pero sus manos retienen las mías y me indica mirar hacia donde salí. Somos tres, porque incluso Josep está cómo nosotros, mirando con incredulidad como ninguna de las seis personas pueden atrapar a la tarántula.

¿Qué diablos? ¿Es una araña hiperactiva o tiene una sobredosis de azúcar?

La persiguen por unos segundos porque al parecer la araña está en modo juguetona, y luego de unos minutos logran por fin atraparla y la meten en una caja de plástico que tiene varios agujeros pequeños.

Miro en silencio como la sacan con sumo cuidado y se dirigen hacia la salida. Parpadeo unos segundos para luego voltearme y quedar cara a cara con Cooper. Ante mi mirada alza las manos y retrocede.

—¡Dijiste que era una arañita! —retomo mis quejas para golpear con mi dedo su pecho.

—Dije que era una amiga de ocho patas.

—¡Podías haber sido más específico! ¿Qué te costaba decir “Oh, Abigail has liberado una araña que no es para nada chiquita”? —continúo ignorándole —¡E-era una arañota!

Miro mi mano con horror, porque de ese tamaño era y me estremezco. ¡Eso estaba paseando felizmente por mi espalda!

—En realidad, es una Poecilotheria metallica o también conocida como tarántula Metálica.

Lo repetiré de nuevo ¿Qué diablos?

Abro y cierro la boca viendo como un desconocido entra en la habitación con las manos en los bolsillos. Su camisa a cuadros y un jean le hacen ver como una persona común, excepto por una cosa: su sonrisa es inquietante, así que solo puedo murmurar distraídamente:




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