Te enamoraré (versión nueva)

Extra 10 "El dueño de Yen"

El dueño de Yen

Todo el personal estaba en silencio mientras el joven que apenas había llegado a los veinte años, caminaba de un lado para el otro lentamente, con la Poecilotheria metallica que el había criado desde niño, en su hombro. Contrarío a como se había presentado antes, el arácnido se mostraba muy cómodo y sobre todo quieto, con su dueño.

—Así que…—comenzó el muchacho haciendo que todos se estremecieran —sé que les dije que cuidaran de mi pequeña, pero admito que jamás imaginé que harían tal escena. Aunque, todos estamos de acuerdo de que nada de esto hubiera pasado si la vitrina de exhibición no hubiera tenido esa nefasta seguridad ¡¿verdad?!

Aquella pregunta nadie se atrevió a responder, y es que, parecía que en cualquier momento, el joven explotaría y todos perderían sus trabajos.

» ¡¿Saben lo que pudo haberle pasado a Yen?! —preguntó golpeando con sus manos el escritorio —¡¿Y si la pisaban?! ¡¿Y si se moría?! ¡¿Quién sería responsable por eso?! ¡Les dije desde un principio mis condiciones! ¡Fueron ustedes quienes suplicaron por tener a mi Yen en su exhibición, y solo lo aprobé porque dijeron que estaría cuidada! Si hubiera sabido que harían así las cosas, ¡jamás les hubiera entregado a mi Yen!

—Mi señor…

—¡Cállate! ¡Solo quiero que me digan quién era el responsable de la vitrina de Yen!

Silencio total. Sus nudillos se apretaron. Bien, si nadie hablaba, las cámaras pueden decir lo que los humanos se negaban a aceptar.

—¡Josep!

Un hombre de mediana edad, que usaba bata y que, había servido por años como el veterinario personal de Yen, dio un paso al frente.

—¿Sí, mi señor?

—¡Lleva a todos hacia las cámaras y encuentren al culpable!

—Como desee.

—¡Señor! ¡Señor! —gritó uno de los trabajadores mientras se arrodillaba llorando —¡Piedad, fue mi error, pero…! ¡No fue con intención de lastimar al arácnido! ¡Fue un evento adverso que no pensamos que pasaría!

—Oh, ¿ahora me das excusas vagas por tu ineptitud al trabajar?

—¡No, señor, no es así! ¡Yo…!

—Oh, de nuevo estás haciendo un escandalo por esa cosa.

Todos abrieron sus ojos y soltaron un jadeo de horror colectivo al escuchar esas palabras, claro, menos el dueño de Yen que estaba enfadado y Josep, que saludo respetuosamente a la señorita que entraba a la habitación.

—Si no sabe que está pasando, le aconsejo que se abstenga de hablar, señorita Galena —mascullo el joven sintiendo que le estallaba la cabeza.

Una risa dulce salió de esos labios color melocotón mientras acariciaba la cabeza de su Anodorhynchus hyacinthinus que parecía encantado con la atención de la señorita.

—Eso es muy formal para nosotros, Thomás, recuerda que muy pronto tus asuntos serán mis asuntos, mi querido prometido.

Las chispas de inmediato parecieron saltar en el aire, y es que ambos lados soltaban ironía y desdén al verse, y en realidad, era algo normal, después de todo, nadie esperaba que sus padres decidieran unir las empresas con un matrimonio entre estos dos peculiares nepo babys.

Por un lado, había un joven que solo tenía ojos para los números y su tarántula metálica, y por el otro, una completa diva que amaba coquetear con la genta y consentir a su guacamayo azul.

Thomas respiró e ignorándola, se dirigió hacia el trabajador que seguía en el suelo.

—Estás despedido, no tendrás una carta de recomendación y adelantándome a responderte, no, no me importa tu futuro, así como no te importó salvaguardar de Yen. No es porque sea mi mascota, sino porque no tuviste ni la mínima consideración a que es una especie en extinción —dijo todo ello arrimándose a la ventana y señaló la puerta —Ahora, sáquenlo de aquí, eres un peligro para los animales de este lugar.

El señor lloraba, pero en el fondo también estaba aliviado. El castigo del joven maestro que era conocido como el loco de los arácnidos le había perdonado la vida, literalmente. No podía imaginarse que hubiera pasado si esa tarántula hubiera muerto. ¡Jamás tendría el dinero para compensarlo! ¡Y menos podría enfrentar la ira de este joven maestro!

Maldición…si que está jodidamente loco —pensaron los trabajadores al verle acariciar con tanto cuidado a Yen, mientras trataba con frialdad a un ser humano.

—Oh, ese castigo fue muy suave, mi pequeño prometido, creí que harías algo más divertido —dijo Galena mientras hacia un puchero con los labios haciendo que todos tuvieran escalofríos —La ultima vez pediste una mano, creí que ahora pedirías su cabeza. Digo, ¿no es esa cosa lo más valioso de tu vida?

Una loca.

Sí, poco a poco los trabajadores entendieron porque sus padres habían concordando un matrimonio entre ellos.

—Vuelvan a sus funciones —dijo Thomas ignorándola por segunda vez —Y…denle un regalo de compensación a la mujer.

¿Mujer?

Los ojos de Galena brillaron al ver el interés que parecía Thomas por primera vez. Así que como la serpiente que era, se acercó silenciosamente hacia Josep y entrelazó su brazo con el de él.

—Josep, mucho tiempo sin verte, quería preguntarte algo referente a mi Coquito

Fue Thomas quién la detuvo y le separó de Josep.

—Suéltalo, él tiene un trabajo que hacer.

Galena sonrió.

—Hasta donde sé, él es solo tu veterinario, así como el mío. No tiene por qué seguir tus absurdas órdenes. Tienes un mayordomo ¿no? Llámalo a él y no te metas en mi camino.

—Galena —advirtió Thomas.

—¿Sí, querido?

Thomas maldijo y tomó su antebrazo para llevarla de vuelta a la oficina. Josep solo vio como el perro y la gata empezaron a pelearse como era de costumbre, así que como experto en animales, se retiró en silencio y llamó al mayordomo. Era verdad que solo es un veterinario que ya había hecho su trabajo y se iba a su casa.

El viejo mayordomo llegó y le entregó sus cosas mientras le agradecía por haber venido a atender la situación, su respuesta fue asentir y subirse a su auto para irse. Mientras, en la oficina, aquellos niños con sus mascotas exóticas se encontraban de nuevo debatiendo en cuál de las dos especies era mejor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.