Noche de brujas y magia (parte 1)
Estoy nerviosa mientras espero que salga la presidenta con las hojas firmadas por el rector. Es muy importante que estas fueran aprobadas para poder realizar la celebración que todos teníamos en mente. Y no era la única que estaba ansiosa, detrás de mí, sentados y otros caminando de lado a lado, estaban los chicos que saldrían en el programa o colaborarían con este. Y sí, todos esperábamos una respuesta positiva para continuar con esto.
Fue algo de último minuto he de admitir, una idea que se me cruzo por la mente, pero que paso de oído en oído para todos, y sin darme cuenta luego tuve un grupo reunido a mi alrededor preguntando por el evento que se iba a realizar, por ello terminé haciendo una solicitud que ahora debía ser aprobada y que nos tenía con los nervios de punta.
La puerta se abre, y por ella sale la presidenta con rostro inexpresivo haciendo que todos se miren entre sí, sin saber si esa reacción es buena o mala, pero hay algo que me hace saber que todo está bien, y es que poco a poco, forma una sonrisa. Siento que suelto el aire mientras Penny se acerca y toma el papel que ella le entrega.
—¿Qué es esto? —le pregunta y la presidenta sonríe.
—¡Es el permiso oficial de que podemos usar el gimnasio para la fiesta de Halloween!
Los gritos eufóricos no tardan en aparecer y algunos se abrazan entre sí. Sonrío al tener el papel que necesitaba en mis manos y más cuando un beso es dejado en mi coronilla por Cooper.
—Te dije que todo saldría bien.
Asiento y suspiro viendo a todos felices empezar a compartir las noticias. Oh, y a Penny gritando órdenes para la revista estudiantil.
***
Amo Halloween
Y creo que a nadie le queda duda de eso, en especial cuando pasan por mi casa y me encuentran sobre mi techo, colgando con cuidado los muñecos con caras horribles. Abajo está mi madre con Ben colocando calabazas en forma paralela, para que en la noche al encenderlas, se vea un camino iluminado desde la puerta hasta la calle, mientras, Hailey acomoda en el columpio a un hombre calabaza que tiene una sonrisa grande.
Muevo un poco al muñeco de la muerte y trato de dejarlo recto, pero no parece tener buen equilibrio y se tambalea. Frunzo el ceño y después de varios intentos me rindo, y lo dejo sentado al lado de mi ventana. Como estoy satisfecha con mi decoración bajo rápidamente a la cocina y veo que los postres están completos y en perfecto estado. Sonrío al estar conforme, y mientras los empaco escucho mi teléfono sonar y dejo de inmediato lo que hago para subir corriendo y contestar la llamada.
—Hola.
—Debes estar bromeando —dice como saludo —Ni loco usaré eso.
—¿Por qué? —pregunto riendo —¡Anda! ¡Es original!
—No lo haré.
—¡Oh, vamos! Sin ti estaré incompleta —escucho mis palabras y sonrojada empiezo a balbucear —digo, mi traje estará incompleto, no yo, mi traje, ya sabes, no puede haber una...
—Lo entendí, Martins, te entendí —se ríe —Lo que quieres decir, es que no serás una buena caperucita sin un lobo.
—Sí, eso, sí.
—¿Por lo menos puedo modificar mi traje?
—¿Uhm? Sí, claro, con que seas mi lobo feroz —me tapo el rostro—no mío, quiero decir de...
—Lo entiendo —ríe de nuevo mientras me dejo caer sentada en mi cama avergonzada —¿Quieres que te vaya a recoger mañana?
—¡Sí! Es decir sí, claro, eso...me gustaría —digo mientras veo mi escritorio y noto una nota adhesiva que dice “Velas de calabaza” y hago una mueca —Pero no puedo, mañana tengo que recoger algunas cosas para la decoración.
—Está bien, te veré allá entonces.
—Sí, nos vemos allá.
—Yo... —se oyen voces y él se ríe —Bien, entonces mañana te veo. Tengo que irme, ten una buena noche, Martins, descansa bien.
—Sí, buenas noches para ti también, adiós.
Cuelgo la llamada sin querer realmente terminarla y suspiro recostándome en la cama.
—Ese si es un suspiro —comenta mi madre haciéndome saltar.
—¡Mamá! ¡Por dios! ¡Me asustaste! —grito colocándome la mano en el pecho riendo —Dios, creí que seguías afuera, por favor, haz ruido o algo. ¡Ay, mi corazón!
Se ríe rodando los ojos por mi dramático acto y se sienta a mi lado en la cama.
—¿Quién es? —pregunta.
—¿Quién es qué? —estoy desconcertada.
Rueda los ojos y tira de mi nariz por lo que me quejo.
—El chico que logró esta sonrisa bobalicona y que tus ojos brillen.
¿Brillan? ¿Tenían ese brillo que solía ver en otras personas? Saberlo es una mezcla entre emoción y melancolía. Si fuera la única con tener estos ojos y esa sonrisa…sin duda sería doloroso, pero ¿cómo mamá lo ve? Yo me veo normal. Por otro lado, que mi madre sepa de aquello, me avergüenza por alguna razón, así que de forma inconsciente me tapo el rostro y niego.
—No hay, no existe, solo estoy feliz porque todo está saliendo bien para mañana.
—Ajá.
—¡En serio! La comida está perfecta, la música que va a sonar y…
—Alan, la pareja con quién vas a bailar.
—También, y... —sacudo la cabeza ante la risa de mamá —¡Solo es formalidad! Me invita porque nuestros padres crecieron juntos.
—Ajá, y salen todo el tiempo para conocerse.
—Bueno, ¿sí?
—Y le robaste un beso porque te gusta.
—Sí, ¡no! ¡Espera! —grito y estoy segura de que mi sistema se debate entre enrojecer o empalidecer —¡¿Qué dijiste?! ¡Mamá!
Sus carcajadas resuenan por toda la habitación mientras solo puedo murmurar que no es cierto.
—¡De verdad, te lo juro! —grito cruzando los dedos cuando sale.
—¡Dilo sin cruzar los dedos! —grita de regreso.
¡Maldición! Me tapo el rostro sonrojada y me dejo caer en la cama. Dios, es oficial, mi madre lo sabe. Es tan vergonzoso que lo sepa, no tengo idea de donde surge ese sentimiento, pero lo tengo. Y por un momento pienso en papá…¿él estaría molesto? ¿tal vez feliz? Es hijo de quienes fueron sus mejores amigos…tal vez, incluso hubiéramos crecido juntos.