Noche de brujas y magia (parte 2)
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero para este momento tengo dos noticas: Una buena y una mala. La buena, es que al estar buscando entre las cajas alguna cosa que me ayude a salir, he encontrado un cable de repuesto, así que el programa puede continuar sin problemas. La mala, es que todavía sigo encerrada aquí.
Suspiro sentándome en una mesa pensando. Al menos hasta que escucho pasos sobre mí y alzo la cabeza. ¡Oh! ¡Oh! ¡Al fin! De inmediato me levanto y corro hacia la puerta gritando que estoy encerrada, espero unos segundos para notar si bajan las gradas, pero al no ser el caso, paso las manos por mi cabello frustrada.
Muerdo mi uña tratando de pensar en algo, y siento mis ojos brillar cuando veo una escoba. La tomo y cambio mi objeto, empezando a golpear el techo mientras grito. Al principio es una mala idea porque el polvo cae sobre mí y empiezo a toser, pero después parece ser efectivo, porque al dejar de hacerlo me emociono cuando escucho murmullos que mencionan sobre haber oído algo.
Retomo el golpe y mis gritos.
—¡Estoy encerrada! ¡Por favor, sáquenme de aquí! ¡¿Hay alguien ahí?! ¡Ayuda! ¡Por favor!
Los pasos se oyen cada vez más cerca y de inmediato suelto la escoba para empezar a golpear la puerta.
» ¡Aquí, aquí, estoy encerrada! ¡En el sótano, por favor! ¡¿Me escuchan?! ¡Abran la puerta, por favor!
—¡¿Abigail?!
Reconozco esa voz y mi corazón se detiene, contrario a ello, mis manos golpean sin parar la puerta.
—¡Alan! ¡Aquí! ¡Por favor! ¡Aquí!
Escucho murmullos y solo puedo rezar porque abran la maldita puerta. Recién soy consciente del miedo que estaba guardando, porque siento algo caliente descender por mis mejillas cuando dicen que van a sacarme.
—¡Abigail, aléjate de la puerta!
—¡Ya, ya, lo hice!
Escucho y veo como la manija se mueve, para luego caer al piso. ¡Oh, dios! ¡Estos niños han roto la puerta! Y el culpable de mi huida, es el primero que asoma. Sus ojos van por toda la habitación y se detienen en mí. Da pasos largos y no sé cuál es mi estado, pero veo su mandíbula apretarse antes de ser envuelta por sus brazos.
No espero su acto, así que siento como el aire se va de mis pulmones y empiezo a sonrojarme, en especial cuando hay murmullos diciendo que van a retirarse para darnos privacidad.
—Joder —masculla escondiendo su rostro en mi cabeza —no bromeabas cuando decías que solías perderte.
—Era desaparecer —murmuro con mi cabeza contra su pecho.
Suspira antes de alejarse y tomar mi rostro con sus manos. Siento como limpia el rastro de lágrimas de forma suave, lo que me hace sonrojarme más.
—Estoy bien —me adelanto antes de que pregunte.
Su respuesta es enmarcar una ceja y negar.
—¿Cómo es que terminaste aquí?
—Solo venía a ver si había una falla y…la puerta se cerró —su mandíbula se tensa. Él también lo sabe, incluso si esa puerta se cerrara, no se pondría seguro sola —¡Lo bueno es que he encontrado el problema! El cable está cortado, pero ya tengo el repuesto —alzo la mano y sonrío —Así que no todo fue malo.
—¿Cortado? —su ceño se frunce.
—Sí, yo…tampoco puedo creerlo, pero no hay cámaras en esta zona y han entrado muchas personas al gimnasio como para interrogar a todas.
—Abigail…
—También piensas lo mismo que yo, ¿verdad? —le pregunto jugando con el repuesto —En realidad, escuché cómo la persona cerraba la puerta y colocaba el seguro. No sé que ganaría con eso, pero…
Fue escalofriante, realmente puedo sentir como los vellos de mis brazos están erizados. No soy claustrofóbica, pero tampoco tengo como pasatiempo estar encerrada.
Va a decir algo, pero se escucha a alguien bajar y vemos como la puerta es abierta. Hilary parece algo agitada, pero aliviada al verme.
—¡Abigail! —grita y me abraza —¡Gracias a dios! ¡No sabes cómo te andaba buscando! ¡Estamos tarde! ¡Y faltas arreglarte!
—Lo siento, enseguida subo —miro a Cooper —Nos vemos luego, auu.
Ríe levemente y yo sonrío antes de correr detrás de Hilary, quién se dirige hacia los vestidores y continua hablando:
—Todos te estaban buscando, así que les envié un mensaje diciéndoles que ya te encontramos.
Una vez que entramos se dirige hacia la pirámide de cajas y empieza a revisarlas.
—¿Y las demás chicas? —pregunto al no ver a ninguna.
—Se están vistiendo en los baños. Cuando te dije que todos te estaban buscando, no mentía, incluso Sofía estaba haciéndolo.
Oh, mi rubita.
Escuchar eso me saca una pequeña sonrisa, una que se ve tapada cuando saca el montón de ropa y me la tiende. Señala un vestidor y entro escuchando como se va hacia otro. Desdoblo toda la ropa y me coloco rápidamente un vestido que consta de la parte superior de una blusa blanca y una falda roja con bordes negros, además, en el medio tiene un cinturón negro que se entrecruza por la cintura. La parte difícil es ponerse las mallas negras y las botas con tacos, esas malditas trampas mortales.
—Solo espero no matarme, o que mis pies no mueran en el proceso.
Para darle más drama suspiro antes de salir y encontrarme con Hilary también cambiada, pero a diferencia de mí, ya está arreglada. Su maquillaje combinaba bien con su vestido corto, de color celeste, que muestra los hombros descubiertos mientras tiene las mangas largas y rotas por la parte inferior, haciendo que quedasen pedazos de tela colgados. Para finalizar con sus botas con un tacón más largo que el mío.
¡Bendito sea su equilibrio!
Ella me ve y sonríe. Alza su dedo en forma de aprobación y de un tirón me hace sentar para empezar a maquillarme.
—¿Usaras la capa? —pregunta cuando acaba.
—¡Claro! ¿Cómo podría ser la Caperucita sin una caperuza roja?
Se ríe y con cuidado me la acomoda de modo que quedo puesta la capucha.
—Ahora, sí que estás lista para ser comida por el lobo feroz.