Somos cuatro ¿recuerdas?
Las luces llegan a mi cara e inmediatamente me quejo. Trato de taparme con algo más que solo mis manos, pero al no encontrar nada, soy consciente de que solo tengo una chompa sobre mis piernas y algo de frío en la espalda.
—¡¿Abigail?! ¡¿Alan?! ¡¿Qué están haciendo aquí?!
Salto del susto, pero me demoro en enfocar, así que de forma torpe parpadeo tratando de incorporarme. Miro hacia un lado y me doy cuenta de que nos hemos dormido en el sofá arrimados entre nosotros. Regreso la vista al frente y como la luz ya no está en mi rostro, puedo ubicar quién es nuestra salvadora.
—¿So-sofía?
Por un momento me pregunto si ya es madrugada, porque se ve todo oscuro, pero por la ropa que usa no creo que sea así, nadie viene en pijama al colegio. Sin embargo, pese a que yo la veo, ella no me ve a mí, así que sigo su mirada y mi corazón se acelera mientras mis manos pican por poder tomar una foto de este momento. Alan nos mira con ojos adormilados, parpadea levemente para luego escanear toda la habitación pareciendo confundido con su ceño algo fruncido.
Dios, jamás pensé verlo tan…¡tan tierno!
Sofía se aclara la garganta y la miro con las mejillas sonrojadas porque se puede dar a muchas malinterpretaciones esta situación.
—Todo tiene una explicación —le digo antes de que vuelva a decir algo —Remplazaba a Hilary en semanera y estaba limpiando la biblioteca.
Asiente y su mirada se va a Cooper de manera acusatoria.
—Solo vine a ayudarle —dice alzando las manos en señal de inocencia —No tuve ninguna mala intención, la que rompió la manija y nos dejó encerrados fue ella.
—¡Fue un accidente! —le interrumpo con las mejillas sonrojadas —No abría y traté de usar un poco más fuerza, ¡pero juro que no fue tanta!, no entiendo porque se rompió...
—¿Un poco? —se burla Cooper —Sonó claramente cuando se rompió.
Entrecierro los ojos ante su traición. Un suspiro se escucha y posterior un estornudo. Miro a Sofía y recién me doy cuenta de que además de su pijama, tiene una bufanda y su nariz está sonrojada. Oh…mi rubita.
—Como sea, solo salgan de aquí o estaré en problemas. No, esperen —pone la mano delante de nosotros deteniéndonos de salir —Díganme que no han dañado nada de la instalación educativa —me mira —además de la manija.
Me sonrojo mientras afirmo que no hemos roto nada más y Cooper hace lo mismo, Sofía estornuda de nuevo y nos señala la salida.
» Salgan, voy a fingir que no les he visto, que la puerta hoy se cerró y no valió ser abierta de nuevo. Dejaré haciendo hoy el reporte para que mañana la retiren. ¿Estás de acuerdo conmigo, vicepresidenta?
La formalidad en su tono me hace estremecer, pero asiento y de forma torpe tomo mi mochila para salir con Cooper. Escucho de nuevo como estornuda y le pido a Cooper seguirme, lo hace y voy a mi casillero, rebusco entre mi desastre y cuando encuentro lo que quiero, regreso a la biblioteca. Ahí, Sofía está sentada en la computadora haciendo el informe que mencionaba y vuelve a estornudar.
Muerdo mi uña y dejo de hacerlo cuando Alan toma mi mano y la aleja, suspiro y vuelvo a verla.
—Anda, les esperaré afuera —dice Alan y deja un beso en mi mano antes de alejarse.
Suspiro arrimándome en la pared y luego de armarme del valor que no tengo, me acerco hacia ella.
—¿Abigail, qué estás…?
—Es un antigripal, es muy efectivo, tómalo —le digo entregándole la pastilla y una botella de agua.
Suspira.
—No es necesario, estoy bien.
—No, es mi manera de agradecerte por ayudarnos. Si no fuera por ti estaríamos aquí hasta mañana, y habríamos tenido problemas así no hubiéramos hecho nada.
Vuelve a suspirar, pero esta vez lo acepta y se toma la medicación.
—Gracias.
Sus manos siguen escribiendo el informe, pero yo siento que mis ojos se aguan así que suspiro antes de hablar.
—Te extraño —le digo y sus manos se detienen —Y quiero disculparme contigo por cómo te grité ese día, no estuvo bien. Sé que te preocupas por mí, tampoco justifico tu forma de actuar, pero valoro que quieras protegerme, de verdad lo aprecio, sin embargo, tienes que entender que solo puedes sugerirme las cosas y yo tomaré mis decisiones. Y yo…he decidido que no me esconderé en una cajita para no sentir dolor. Tal vez con mi decisión lloré mucho o tal vez ría más, no tengo una jodida idea, pero…es algo de lo que me gustaría compartirlo contigo, mi mejor amiga.
—No tienes por qué disculparte, Abigail. Sé que ese día reaccioné mal, soy yo la que debió acercarse a ti y pedirte disculpas luego de haber deseado que te fuera mal. No me agrada Cooper, y fue mi prejuicio hacia él, lo que impidió que pudiera conocerlo cuando está contigo. Ahora los he visto, y en realidad, son algo increíble de ver. No es el imbécil que creí que era, y definitivamente no es como él —su voz empieza a cortarse y lágrimas descienden por sus mejillas —No debí gritarte de ese modo, lo siento, no quise lastimarte y menos quise decir que conseguirás un corazón roto, ¡jamás le desearía algo así a nadie! ¡Menos a mi mejor amiga! Y siento mucho estar llorando cuando tú tuviste el valor que yo no tuve para tener esta jodida conversación.
De inmediato abrazo a mi rubita que empieza a sollozar y me abraza pidiéndome perdón mientras le digo que todo está bien. Luego de unos minutos pide alejarse y suena su nariz.
—¡Dios! —se queja con el pañuelo en la mano —Estoy hecho mierda, tengo gripe, estoy llorando y también me jode el período.
Río levemente y la abrazo, ella me lo devuelve y suspira.
» También te extrañé mucho, Abi. En realidad, tenía miedo a perderte.
Sonrío y la desapego para tomar sus mejillas y estirarlas. Se queja un poco, pero me deja hacerlo.
—Rubia tonta, somos cuatro ¿recuerdas?
Sus ojos se humedecen antes de volver a llorar.
—¡Maldito periodo! —se queja antes de volver a sonarse la nariz.