Te enamoraré (versión nueva)

Capítulo 42 "Para cada loco hay una loca (parte 2)" (Editado)

Para cada loco hay una loca (parte 2)

—¿Cortesana de tu esposo?

Si bien es una pregunta, no sé si quiero explicaciones de esta, menos cuando parece involucrar al dueño de Yen y a una invitada de vestuario extravagante con un ave en su hombro, que se acerca dando zancadas hacia nosotros.

¡Oh, dios! ¡¿Ahora no es la mascota, sino su dueña?!

No sé que expresión estoy haciendo, espero que ninguna, pero me es inevitable morder mi manzana mientras deseo desaparecer del mundo, porque sus gritos nos han vuelto el centro de atención.

Y no tarda en acercarse, es alta y de piernas largas, de forma inconsciente miro las mías y mastico mientras pienso en lo injusto de la pubertad y el crecimiento. Cuando trago y subo la mirada veo que está al lado de Thomas. Su cabello es algo rojo, pero sin llegar a ser pelirroja, y como no sé de más colores, no seguiré detallando al respecto, pero se ve algo esponjado pese a que está recogido en una cola alta.

Sin embargo, esos detalles no le hacen menos, en realidad…cuando se acerca veo unos lentes gruesos sobre unas facciones finas, mejillas sonrojadas y una mueca expresada con sus labios rosados.

—Al menos solo te fallan los ojos y no los oídos, princesita Disney. Como escuchaste —dice y enlaza su brazo con el de Thomas —No coquetees con mi esposo, es mío y no acepto cortesanas.

—¿Me fallan los ojos? —pregunto sin entender la situación.

—Sí, deberías revisarte si piensas que él me dejaría por alguien como tú.

—¿Alguien como yo?

—Sí, de baja cuna. ¿Crees que así puedes ascender de nuevo? ¿Colgándote de los demás? Deberías buscar otro partido porque él es mío desde antes de nacer y no…

—¡Galena! —grita Thomas volteando a verla —¡¿Qué estás diciendo?!

—¡¿Qué digo?! —le grita y su dedo índice va al pecho de Thomas donde golpea repetidas veces haciendo que él retroceda —¡Hablo de que tú, desagradable sujeto, no estás soltero para regalar corazones como un adolescente! ¡Y no dejaré que se burlen de mí por alguien como tú, un maldito loco de las arañas!

—Oh, ¡¿yo soy el loco?! ¡Tú eres quién lleva un maldito loro siempre y viste de forma extraña!

—¡No tienes derecho para referirte a Coquito!

—¡Ni tú a Yen!

¡No sé quién diablos es Coquito, pero sin duda agradezco de su existencia! Porque nuestros espectadores al ver que estos sujetos empiezan a gritar locuras dejan de prestarnos atención y empiezan a irse.

Yo voy a hacer lo mismo cuando doy un paso hacia atrás y gritan al mismo tiempo:

—¡Quédate quieta!

Me sobresalto, pero de inmediato reacciono.

—¡¿Por qué me gritan?! —exclamo enojada y los señalo —¿Qué derecho tienen para tratarme como deseen? Hasta hace unos minutos no sabía ni sus nombres, ¡así que menos sé sobre su situación sentimental! ¡Y no, no me interesa saberla! Así que por favor, resuelvan su malentendido lejos de mí. Pero antes… —tomo aire y lo suelto —dejaré dos cosas en claro, la primera, no soy una cortesana y la segunda, no me considero de baja cuna, y si lo fuera, no tienes el derecho de usarlo como si fuera algo ofensivo.

» Ahora, si me disculpan, me retiro a buscar a mi acompañante, porque no, Galena, no estaba coqueteando con tu esposo, es la segunda vez que lo veo y ha sido coincidencia, no tenemos nada.

—¿Por qué debería creerte? —pregunta enmarcando una ceja.

Estoy por gritarle dos que tres malas palabras cuando unos brazos me rodean y me hacen retroceder, aguanto la respiración al sentir como apoya su cabeza en mi hombro.

—Porque ella es mi novia.

Mis ojos se abren y estoy segura que el leve sonido de exclamación proviene de mí. No puedo creer que lo dijo, así que volteo para verlo y siento que me sonrojo cuando sus ojos verdes dan con los míos. Él aprovecha mi atontamiento para dejar un beso en mi mejilla que produce una leve sonrisa con mejillas quemadas.

Y parece que no soy la única sorprendida, porque Galena parpadea varias veces antes de mostrar en sus ojos un sinfín de emociones.

» Y si nos disculpan —murmura Cooper y toma mi mano —tenemos una cita por continuar.

Me despido de ellos dándoles una sonrisa con asentimiento para luego darme la vuelta y seguir caminando con Cooper. Quiero preguntarle por sus palabras, unas que bien pudieron ser soltadas al azar. Sin embargo, para preguntar se necesita valor, uno que no estoy segura de tener. Así que lo sigo en silencio, solo escuchando como mis latidos siguen acelerados por la situación y cuando él se detiene, no puedo evitar subir la mirada.

—Alan…

—Te compré algo…

Decimos al mismo tiempo, espera a que siga, niego y le pido que prosiga, así que se aclara la garganta y alza su mano.

Me sonrojo al ver el objeto y en silencio dejo que se acerque a mí y me lo coloque en la cabeza, no puedo evitar reír cuando veo el par en sus manos.

» Ahora no podrán acusarte nada ¿verdad?

Sonrío y me encojo de hombros.

—Supongo que no mientras mi pareja la use también conmigo.

Ríe levemente y es algo cómico ver como se agacha para que se la coloque, pero aun así, no alcanzo mucho y queda chueca. Sin embargo, soy necia, por lo que trato de estirarme para colocársela bien. Él nota mi descontento y abraza mis piernas para alzarme un poco. Suelto un grito y me río cuando él también lo hace.

Hace días mi madre me pregunto que si salía con un chico malo, y ahora sé cómo responder a esa pregunta. Solo tendría que mostrarle la gorra rosada que estaba en mi cabeza que decía:

(1)MRS

Y la de él: (2)MR

¿Y por qué era tan especial y para nada un detalle de un chico malo? Por qué en la R tenía las orejas de aquel ratón que tiene una ratona y se llama Mickey Mouse.

—Te quiero —pronuncio por primera vez.

Porque aunque en mi mente se repetía como disco rayado, nunca lo he dicho en voz alta, ni siquiera a mi misma sola.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.