Suena por decima vez la alarma y esta vez son 7:45 am, debo estar en la clínica a las 8:00 am, por lo que otra vez debo salir disparado al trabajo, ponerte la ropa que encuentre, lavarte los dientes, acomodarte el cabello, bañarte en perfume, visitar el refrigerador vacío y tomar el jugo a medio terminar, para después tomar las llaves de la casa y del auto y dirigirte a toda prisa al laboratorio, que se encontraba en el centro de la ciudad.
Estacioné el auto donde pude, ya que la clínica, ese día al parecer tenía muchos pacientes, mi función era ser químico y tomar muestras a los pacientes de ese día, por dos horas tomando muestras sanguíneas y recoger alguna que otra muestra que llevará el paciente si el medico lo indicaba, después pasar al área de procesos, que no hacía más que estar en el área de hematología, para los pocos conocedores, el recuento de células sanguíneas y revisión si tiene alguna anomalía como anemias, leucemias y algunas alteraciones celulares.
Me pongo la bata, atravieso los pasillos del área de procesos y me dirijo a la sala de tomas, mi jefa en su oficina me mira con cara de que me va a matar ya que estoy llegando a las 8:15 am, voy corriendo al cubículo donde me toca sacar la primera a mi primer paciente y para colmo de males es una ancianita, delgada y esos cuesta sacarle sangre, ya que sus venas son tan difíciles que es como si buscaras una aguja en un pajar y la fila que tenía tras de mi se veía interminable y debía si o si acabar en dos horas; después de 10 minutos y dos piquetes a la pobre señora pude obtener la muestra, del dorso de su mano en una vena que resaltaba levente; proseguí la interminable fila que tenía, éramos ese día tres y conmigo cuatro personas tomando muestras, mi compañera de atrás Gina, enfermera, muy buena en obtener muestras difíciles, pensé que la iba a llamar para mi primer paciente pero afortunadamente no fue así.
Después de dos horas y media pude acabar con la primera parte, para después pasarme al equipo hematológico, correr calibradores, poner tubos ejemplo, y empezar a correr las muestras, obtener los resultados y escribir en la bitácora los resultados de mis 45 pacientes de ese día; no sin antes tomar mi media hora de comida que por cierto como siempre no traía nada de comer, salir y pedirle a la señora de las tortas una de pollo, y comprarme un refresco en la tienda de la esquina, sentarme a comerla en la plazuela que se hallaba frente al laboratorio.
Ese día era una tarde fresca, por la hora no se sentía calor, más bien un viento algo gélido, que me erizaba los brazos, cuando después de varias mordidas a mi torta, vi caminar con algo de prisa a una joven de 20 años, pelo color caoba, y llevaba una fragancia que me recordaba a mi niñez o me transportaba a un lugar que conocía, pero no sabía dónde, vi que iba rumbo al laboratorio. Me acabé la torta en un santiamén y fui tras ella, algo me decía que debía saber quién era, y no la podía perder de vista, la entrada al personal era por la puerta trasera y tenía prohibido accesar. Como mis piernas lo permitieron fui a la recepción, y para mi tristeza ya se había ido, fue a preguntar por unos estudios y dejo un nombre Azucena Sansores. Lo repetí varias veces y traté de mantener ese aroma que aún seguía flotando en el ambiente.
Regresé a acabar los pendientes, firmar los resultados de mis estudios y apagar el equipo ya que habían dado las 7 pm, para irme al gimnasio que se encontraba cerca del trabajo; después de una rutina pesada de pecho y brazos, me fui a las regaderas a quitarme el sudor, para pasar rápido al super a comprar vivires, ya que no tenía nada. Jamón, pan, queso, tortillas de harina, cereal y plátanos, fue lo que compre rápidamente, para irme a mi departamento, que se hallaba al sur de la ciudad. El departamento, se hallaba en un edificio con fallada de ladrillos, del cual había 4 edificios similares en forma de hilera, todos los edificios tenían 6 departamentos, dos en cada piso, el mío se hallaba en el tercer piso, el 301, compartía la habitación con un arquitecto tranquilo, el cual casi no veía, ya que salía seguido a estar con la novia o se encerraba en su cuarto a jugar smash.
Después de cenar unas ricas quesadillas, tortillas, queso y jamón, con un poco de agua.
Me lavo los dientes y dispongo a ver una rato televisión, después de cambiarle a la programación y no encontrar nada interesante, paso al celular para actualizarme en los chismes de facebook e instagram, cuando me detengo y veo el nombre de Suzy en la pantalla, la chica de la tarde, con su cabello color caoba, su mirada alegre y una peca que dibujaba del lado izquierdo, entre su nariz y su labio, sus ojos verdes como aceituna, quise pedirle solicitud de amistad, pero no sabía si era prudente. Deje mi celular mejor por la paz y me recosté en la cama abrazando la almohada, y después de apagar la lampara cerré los ojos.
Corro en un campo la veo a ella, riendo de mis locuras, traía un vestido floreado, y un listón que recogía su cabello color caoba, me llamaba Alfredo, pero no me llamo Alfredo y yo le decía Griselda, noté que su lunar estaba del otro lado, y cuando la alcance, desperté.