Cielo negro, estrellas brillantes y el lago ante mí, pero vestida con las prendas de 1925. Qué desastre...
Me escabullí hacia la cabaña sin que nadie se diera cuenta y me puse unos jeans y una blusa. El vestido lo guardé en una maleta. Con desesperación busqué mi celular. Después de casi varios meses de estar en 1925 y regresar en la misma noche que fui a aquella época, pero... ¿qué pasó? ¿Cómo pasó? ¿Qué sucedió?
¿Qué pasó con Alfredo? ¿Se quedó esperándome en ese campo de margaritas? ¿Pensará que lo rechacé? ¿O que desaparecí sin explicación? Con el celular en mano me entró la necesidad urgente de ver a Danylab en Instagram. Al verlo, inmediatamente me recordó a Alfredo. ¿Pero por qué se parecía tanto a él? ¿Por qué cien años después estaba él de nuevo?
¿Será posible que las almas se reencarnen? ¿Será que Alfredo y Daniel sean la misma persona en diferentes épocas? ¿Y si es así, Daniel sera igual a Alfredo o seran diferentes en personalidad? ¿El tiempo cambió su esencia? ¿O las circunstancias de cada época los moldearon de manera distinta?
¿Y yo? ¿También soy la reencarnación de alguien? ¿De la verdadera Griselda? ¿Por eso pude ocupar su lugar tan fácilmente?
¿Qué pasará cuando la verdadera Griselda regrese de la capital? ¿Notará que algo cambió? ¿Recordará haber estado conmigo de alguna manera extraña? ¿Y Alfredo... lo olvidará todo como si hubiera sido un sueño?
¿Para qué sirvió el dije? ¿Era solo para que nos encontráramos una vez? ¿O hay algo más que debo hacer?
Y la pregunta que más me aterraba: ¿debería buscar a Daniel aquí en el 2025, sabiendo que no es Alfredo?
Momento... algo que no había analizado: tiene que haber otra como yo. Por eso mi prima Aurelia me tomó como su prima y mi tía también me reconoció. Pero ¿qué habrá pasado con la tal Griselda de la que tanto hablaban? Qué desastre. ¿Y ahora qué pasará cuando Griselda regrese a casa de mi "tía"?
¿Cómo será Griselda? ¿Tendrá el mismo carácter que yo? Qué desesperación.
Después de tanto cavilar, mi prima entró a la cabaña.
—¿Dónde rayos estabas, Azucena? Te busqué por todos lados. Pensé que te había pasado algo.
Le dije que me sentía cansada y que quería descansar.
Me abrazó fuerte y me dijo:
—Entiendo. Pero la otra vez no me asustes así.
Me acosté a dormir con ese vacío de haber dejado algo inconcluso, extrañando incluso a Alfredo. Y aunque odiaba las limitaciones de 1925, iba a extrañar a mi tía y prima, su baile, sus risas...
Pero sobre todo, iba a extrañar a Alfredo. El hombre del que me había enamorado y que sabía que nunca más volvería a ver.
Desperté con un dolor de cabeza terrible. Mi tía estaba cocinando unos ricos huevos con las aves de su rancho. Ese aroma me encantaba y, lo mejor de todo, me hacía sentir como en 1925.
Fui al comedor y le dije a mi tía: —Muy agradecida con este desayuno, querida tía.
Mi tía me vio como si estuviera loca. —¿Qué dijiste, condenada sobrina?
No me percaté de que estaba hablando como en 1925. Jajajaja, qué tonta.
Le pedí a mi prima que fuéramos al pueblo, cosa que se le hizo extraña, pero aceptó de buena gana. Cuando llegamos, fui directo a la casa donde me hospedé en 1925. Ahora era un hotel.
Entramos y había unas fotos antiguas en la pared. Para mi mayor asombro, había una fotografía de unas chicas bailando, y ahí estaba yo con Alfredo, mientras mi prima y sus amigas nos miraban desde un lado.
Se acercó una señora como de sesenta años. —Hola, buenas tardes. ¿Qué se les ofrece? ¿Quieren una habitación?
—Soy de paso y quería conocer el lugar. Se me hace muy antiguo e interesante este edificio y quería conocerlo.
—Sí, mi madre lo compró cuando sus dueños se fueron a la capital. Dicen que pasó algo extraño, pero nunca le dijeron qué.
—¿Quién es tu madre? —pregunté, curiosa.
—Se llama Esperanza, como yo.
Pensé un momento y le pregunté: —¿Tienes alguna foto de tu madre?
—Sí, muchas. ¿Por qué quieres conocerla?
—Tengo curiosidad.
Se dirigieron a un estudio, y ahí, en la pared, estaba el retrato: "Esperanza Huitrón". La misma que conocí el viernes antes de conocer a Alfredo.
Azucena no salía de su asombro al verla. Se había casado y tenido una hija, al parecer. No quería ahondar más en la vida de Esperanza, sería levantar sospechas o preguntas que no quería responder, o no sabía cómo responderlas, porque ni ella sabía que estaba pasando.
Agradeció a Esperanza, pero al salir le llamó poderosamente la atención otra foto: era una mujer con un dije similar al suyo en estructura y forma. Algo le decía que ella podría ser la clave de todo lo que le estaba pasando.
Salieron del hotel, Azucena iba pensando en tantas cosas, que no se dio cuenta que su prima estaba preguntándole cosas, pasaron unos minutos hasta que Azucena salio de sus propios pensamientos. Cada investigación era una duda más que no sabía ni cómo responder, ni que estaba pasando.