Salgo del despacho de mi abuelo con aquella loca idea en mi cabeza.
¿Será que el viejo tiene razón?
¡No!, me niego a creerlo.
Cassandra me ama, y me lo ha demostrado cada día. Es una mujer atenta, fiel, amable y una excelente compañera.
Llevaré a cabo el plan solo para demostrarle a mi abuelo que ella no es como él cree. De esa manera nos dará su bendición, y ya nunca más despreciará a mi futura esposa.
En el camino a la salida me encuentro con mi abuela. La única que me entrega su apoyo en mi relación. Ni mis padres, ni mis hermanos, creen que deba casarme con Cassandra.
Pero lo hecho, hecho está.
Y tan solo faltan dos meses para nuestra boda.
—Ve con cuidado mi niño. Y no tomes en cuenta a tu abuelo, él y sus locas ideas —dice y me abraza con cariño.
—Tranquila abu, lo haré y ya verás que todo saldrá bien.
—¿Estás seguro? —pregunta con la duda reflejada en su rostro.
—Claro que sí. Descuida —dejo un beso en su frente, y me marcho.
Una extraña sensación se aloja en mi pecho.
Tengo la leve e inquietante impresión de que las cosas no saldrán como yo espero.
¿Premonición?
Sacudo mi cabeza ahuyentando la negatividad y me convenzo a mi mismo, de que la energía de mi abuelo me ha golpeado de cierta manera.
Porque, Cassandra jamás me decepcionaría ¿Verdad?
I-M-P-O-S-I-B-L-E.
Me repito, una y otra vez mientras camino un buen trecho hasta llegar a mi automóvil.
Lo echo andar mientras suelto un enorme suspiro. La cabeza me duele, y pensar en este absurdo plan no me ayuda en nada.
Conduzco por las calles como si estuviese en modo piloto. Pienso en la posibilidad de que todo resulte un fracaso.
No puede ser.
Yo la amo. Ella me ama.
Llego a casa, estaciono el vehículo y entró llamándola.
Necesito verla, abrazarla, sentir su cuerpo junto al mío. La necesito para quitar mis miedos, y acallar esa maldita voz en mi cabeza que me susurra que mi abuelo tiene razón.
La veo venir, tan hermosa y delicada como la primera vez que la vi.
En el lanzamiento de una nueva línea de joyería de la empresa de mi hermana.
Venía saliendo del baño cuando choque con ella por casualidad, debido a mi tamaño y fuerza, terminó en el suelo.
Aquel fue el inicio de nuestra historia de amor, una relación de dos años.
—Amor mío, te estaba esperando. ¿Te fue bien con el abuelo? —pregunta mientras se abalanza sobre mi y me rodea con sus brazos.
—Si —respondo, sabiendo que lo que se viene, no es nada bueno. Beso la coronilla de su cabeza —. Vamos a dormir.
Me mira, me sonríe, y siento que mi pecho se inunda de calidez.
¡Dios!, la amo tanto.
¿Y si cancelo todo?
Ya en la habitación, me quito la ropa y entro a la ducha.
Dejo que el agua fría corra por mi rostro y cuerpo. Necesito pensar seriamente en esto.
Luego de unos minutos, reflexionando en las ventajas y desventajas, llegó a la conclusión de que lo haré.
Seco mi cuerpo, me visto y tomo mi teléfono sin que ella lo note.
—Necesito tu ayuda para un trabajo.
Envío el mensaje.
Ya no hay vuelta atrás.