Te encontré en la oscuridad

Capítulo 11

John

!Maldición!

Cuelgo la llamada sin entender del todo las palabras de Thomas. ¿Qué tal vez mi abuelo tiene razón? 

¿Será así? ¿Qué está mostrando sus verdaderos colores?

No puedo, ni quiero imaginarlo. Sin embargo ahora recuerdo esa voz que me susurraba en lo más recóndito de mi cabeza que esto saldría mal, muy mal. 

Hoy Cassandra me ha mostrado algo de lo que no me percaté en estos dos años de relación. Una mujer desagradable, pesada y arrogante.

Me pregunto si aquella amabilidad y bondad que siempre aprecié fue algo que yo creí ver por la necesidad de exaltarla como "perfecta" o es que simplemente supo como ocultarlo muy bien. 

Lo que sé con certeza, es que la mujer que he idealizado todo este tiempo, se ha derrumbado en un segundo. 

Ahora tengo un lío en mi cabeza. 

Primero necesito saber que se traen entre manos Oliver y ella. 

¿Hablándose en el oído y sonriendose? …. Eso no está bien. Menos aún, frente a mi. 

Yo jamás lo haría. Yo la respeto. 

Suelto un suspiro, y muevo las ruedas de mi silla hasta la habitación del primer piso, me detengo frente a la puerta y la abro. 

Yo puedo solo, no necesito que nadie me ayude a acostarme, menos Cassandra, quien me hizo sentir como una carga, una molestia. 

Pensar en su manera despectiva de ser, me enoja. Sin embargo la amo, quiero pensar que quizás, tuvo un mal día, y por ello reaccionó así. 

Acerco la silla hasta la cama. Gracias a Lisbeth un vaso con agua y un analgésico yace en la superficie de la mesita de noche. Tomo la blanca pastilla milagrosa y la trago junto a un gran sorbo de líquido. 

Observo la cama y pienso de qué manera puedo caer en ella sin sentir tanto dolor. Tiro del cobertor y las mantas hacia atrás. 

Me levanto poco a poco ignorando la punzada en las costillas, y me dejo caer. 

No fue tan difícil como pensé. 

Al instante la puerta es abierta, y Cassandra entra, abre los ojos como platos al ver que ya estoy en cama. 

—Le dije a esa, que me esperara. 

Clavo mis ojos en ella e intento descubrir que oculta detrás de esa cara aparentemente angelical. 

—Lo hice solo, porque yo quise, no la culpes —me cubro con el edredón y le doy la espalda para dormir. 

Tengo la esperanza de que al acostarse me abrazará, me preguntará cómo estoy. Me dirá lo mucho que me ama, y cuanto me extraño. Nos acariciaremos y a pesar de que no podamos hacer el amor por mi delicada condición, nos besaremos y disfrutaremos de la cercanía de nuestros cuerpos. 

La espero mientras mantengo mis ojos cerrados. Va al baño, se viste con su pijama y entra a la cama. Teclea velozmente en su celular, y de vez en cuando suelta una risita. 

Espero, espero y espero… 

Apaga la luz de la pequeña lámpara que mantiene sobre su mesita de noche. 

Aún tengo fé…

—Cassandra —susurro.

—¿Si? 

—Te amo —declaro. 

—Yo también —Voltea a mi lado, y mi corazón da un vuelco.

~{Lo sabía, ella me ama}~

Pero mis ilusiones se desvanecen cuando me da un simple beso en la frente y me da la espalda. 

—Te amo mucho —digo en voz baja con lágrimas en los ojos. 

Mis mejillas se mojan y el pecho me duele. Me duele el corazón, esto que siento es peor que mil patadas en el estómago. 

Yo si te amo Cass.

 

 

Tres días después. 

He invitado a Oliver a una cena especial. Cuando se lo hice saber a Cassandra, faltaba que por poco saltara en un pie de la emoción. Lo cual me parece completamente anormal. 

Quiero pensar que estoy imaginando cosas que no son. No quiero desconfiar de ella, nunca me ha dado motivos, hasta ahora. 

Le pedí a Lisbeth, Yasmín e Iris que luego de dejar la cena preparada marcharan a sus casas a descansar. Excepto Lis, ella duerme en esta mansión. La considero parte de mi familia, es quien me ha acompañado por más de diez años. Es como una segunda madre. 

Ella me cuida y yo la cuido. 

¿Por qué les pedí eso? 

Porque necesito que Cassandra actúe sin tapujos. Necesito que crea que puede actuar como se le dé la gana frente a mi y ni yo ni nadie se dará cuenta.

El de la idea fue Thomas. Presiento que él sabe algo que yo no. 

Sin embargo no pretendo presionarlo a qué me de su apreciación personal acerca de esto. 

Yo descubriré la verdad. 

 

 

 

Narrador

El reloj marca las 7pm. John se encuentra en la sala de estar junto a Oliver. Ambos charlan amenamente como solía ser hace años atrás, cuando su amistad era honesta y verdadera. 

¿En qué momento todo cambió?

Aquella respuesta solo puede darla Oliver. 

El sonido de unos tacones se escucha. Inconscientemente sus miradas se elevan hasta la escalera. 

Cassandra viene bajando, espléndida y delicada, luce un sensual vestido rojo ajustado al cuerpo como una segunda piel. Su vista recorre a John y Oliver deteniéndose en el último. 

Le sonrió tierna y genuinamente. 

Acto que estremeció a su prometido, él no lo podía entender. Más bien no quería entender la verdad que frente a sus ojos estaba más clara que el agua. 

Aclaró su garganta e interrumpió.

—Pasemos a la mesa. 

—¡Oh! Por supuesto —la rubia empujó la silla de ruedas en dirección al comedor.

La mesa previamente preparada encantaba la vista de cualquiera que se deleitara con los más finos aperitivos. 

John se posicionó a la cabeza. Oliver a costado junto con Cass. 

Lo normal y correcto es que ella se sentará al otro lado, frente a Oliver. No obstante, la muchacha desvergonzada ignoró la poca moral que conservaba, e hizo lo que quiso. 

A fin de cuentas, ella pensaba que nadie podría reclamarle. Las sirvientas no estaban, y John es ciego. ¿Quien sabría? 

Claramente, el castaño lo vio todo. Las miradas insinuosas, la sonrisa al sentarse juntos, y como sus brazos se tocan más de lo debido. 




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