Te encontré en la oscuridad

Capítulo 12

Luz

Es un nuevo día y un nuevo comienzo para mí vida. 

Mis ojos se abren de golpe, la emoción embarga dulcemente mi espíritu, llenándome de ilusión y esperanza. 

Por primera vez, después de tres años he dormido como un bebé. 

El Sol lo sabe, y es por eso que sus rayos se filtran por la ventana, iluminando mi habitación con pequeños manchones de luz.

Me levanto de la cama, camino hacia las cortinas y las abro de par en par permitiendo que el Sol golpee mi rostro, que traspase mis miedos e ilumine mi interior hasta que mi cuerpo vibre como las olas del mar. 

Levantó mis brazos a los cielos y grito:

¡Libertad!

Por un momento me imagino que soy William Wallace, y la libertad que tanto anhele, ya es mía. 

Le sonrio a la vida, y le doy gracias a Dios por la nueva oportunidad.

Entro a la ducha, y dejo que el agua tibia me empape de la cabeza a los pies. Ya no debo refregar mi cuerpo con asco y repulsión, ya nunca más Rick tocará mi piel. 

Después de una hora de disfrutar, y cuando mis dedos ya están arrugados como pasa, sé que debo salir y vestirme. Decido que hoy usaré solo una remera de las únicas que tengo, talla 2XL. Sin jeans debajo, sin nada. Quiero disfrutar la sensación de mis piernas al aire. La prenda es tan grande, que da la impresión de que es un mini vestido. 

Bajo las escaleras poco menos que corriendo. Voy a todas las ventanas y corro las cortinas para que la casa se ilumine por completo. Ya no más oscuridad. 

Tomo mi celular, y apreto el icono Youtube, si el internet se termina porque ya el adefesio no lo pagará, pues debo aprovechar. Ahora yo misma pagaré mis cosas, ya no viviré bajo el sometimiento físico, mental ni monetario de nadie. 

Busco una canción que vaya acorde a mi estado de ánimo, una dónde pueda mover mi cuerpo al ritmo de la música. Revivir lo que tanto me gusta. 

Karol G - Mientras me curo del cora

Subo el volumen. La melodía inunda la sala. Me muevo, cierro mis ojos, y levanto mi brazos. La sonrisa no se va de mi rostro. 

Añoraba tanto esta sensación. 

Al terminar la canción pienso que la señora Mary se puede enojar por la música tan fuerte a primera hora de la mañana. Sin embargo, recuerdo las veces en las que nunca me oía cuando la saludaba. ¿Y si le bajo un poquito? 

Disminuyo el volumen a 50 mientras la reproducción de un mix de música en vivo suena.

Voy a la cocina, me preparo un té. 

!Rayos!, el estúpido de Rick me dejó sin nada de comida. Durante los cinco días de su ausencia tuve que comer los últimos panes que me quedaban, ya que no tenía nada de dinero. Y eso se debía a qué nunca me dejó trabajar. 

No importa. Hoy es un día diferente. Saldré adelante. 

De pronto golpean la puerta de entrada. 

Quizás es la señora Mary, debí haberle bajado más el volumen. 

Camino rápidamente, tomó la manija y abro la puerta. 

Sorpresa fue la mía al encontrarme con Camille. Su mirada me analiza de pies a cabeza en busca de algo. 

—¿Estás bien? —pregunta visiblemente preocupada. 

—Si, lo estoy. Pasa por favor —amplio mi sonrisa. Llegó en el mejor momento. 

—Espera. Te tengo una sorpresa. No mires —sus ojos brillan traviesos, aún no la conozco a profundidad. No me atrevo a adivinar de qué se trata. Bajo mi cabeza y tapo mi vista. 

—¡Taraaan! —canturrea.

Levanto mi mirada —. ¡Noooo! ¡Qué rico! —mi estómago ruge ante la exquisita torta de panqueques lúcuma. Lo sé porque es mi favorita. Es la que en un par de ocasiones pude comprar en su pastelería. 

—Es tu favorita —asegura —. Es lo único que comprabas cuando visitabas mi local. 

—Eres muy amable Camille, no era necesario. 

—Es algo que quiero hacer por ti, mi amiga. Porque ¿Somos amigas verdad? —me mira con los ojos bien abiertos, expectante a mi respuesta. 

A propósito me demoro en responder —. !Claro que siiiiii! —exclamo luego de unos segundos de suspenso. 

—Uff, me asustaste. De Luz no tienes nada dejame decirte —admite pasando por mi lado y yendo a la cocina con total confianza. Me gusta eso. Ya no quiero actuar cohibida o con desconfianza. Debo liberar mis ataduras en todos los sentidos. Yo puedo con esto, yo puedo. Yo soy fuerte. 

Le bajó un poco más a la música para poder hablar sin tener que estar alzando la voz. 

Preparo otro té, un cuchillo bien grande, platos y tenedores.

Ya al tener las cosas preparadas, nos sentamos una frente a la otra. Comemos y platicamos. 

Camille me cuenta que sus padres son de dinero, mucho dinero. El sueño de ellos, era que fuera doctora o en su defecto abogada. Pero ella siempre ha amado cocinar, desde pequeña, cuando su primer plato fue una torta hecha de mezcla de tierra y crema facial. Sin embargo sus padres no la apoyaron, y prometieron quitarle todos sus privilegios si no hacía lo que querían. Ella no acepto y se fue de casa. Afortunadamente tenía dinero ahorrado, hizo un curso formal de repostería, y luego creó su primera pastelería llamada "Peace & Cake". Ahora es una exitosa pastelera, la mejor de la ciudad. 

La admiro. 

Me pregunta por mi, mi historia. Me debato en si contarle o no la verdad. 

Luego de unos minutos de silencio, mi boca se abre para liberar mi sufrimiento. Necesito sacar lo que llevo dentro. Lo que nadie más que yo, conoce. 

Le relato con lujo de detalles mi relación con Rick. La época en la que era un hombre intachable, amoroso y cariñoso—máscara que ocultaba el monstruo que realmente es—La primera vez que me golpeó, y lo que he vivido en estos últimos tres años. Le cuento cómo me siento y los planes que tengo para mí vida. 

A medida que avanzo, su rostro cambia de expresiones hasta llegar al llanto. Me toma la mano y me acaricia. 

—Lo lamento, lo lamento tanto Luz. Eres una mujer valiente, fuerte, hermosa e increíble.




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