Te encontré en la oscuridad

Capítulo 15

Día anterior a la cena.

John

Hoy Cassandra salió de "compras", y aproveché la instancia para visitar a mi familia. 

Aún no les he contado la verdad, considero que no es el momento. Lo será, luego de la supuesta boda. 

La culpa me golpea de lleno cuando mi madre no se contiene las lágrimas, y para que yo no la note, se tapa la boca y llora en silencio. Me rompe el corazón, no merece sufrir. 

Perdóname mamá. 

Prometo que la compensaré entregándole todo mi amor y compañía una vez este embrollo se resuelva. 

Por otro lado Marcus, mi padre, actúa diferente. Cuando está frente a mí, puedo ver la rabia e impotencia en su mirada y en su expresión corporal. Debe sentir que falló al no atrapar a los culpables de la golpiza. 

Si tan solo supieran.

El trato de mis hermanos es diferentes, ellos se ocupan de hacerme reír con sus chistes y anécdotas. Me termino de enterar que mi pequeña hermana Sarah tiene un novio. Llegando a casa buscaré un detective que lo investigue de manera minuciosa. No permitiré que sufra lo que yo, por ciego e ingenuo. Ella merece un joven que la ame por quien es, por su inmenso corazón, porque es una muchacha maravillosa, amable, bondadosa, siempre vela por los demás antes que ella misma, incluso está a cargo de un montón de beneficencias tanto públicas como privadas. Su sueño es abrir un orfanato, uno que cuide a los niños como corresponde, con respeto, contención y amor. 

—No hablen de ese tal Joshua —inquiere mi padre totalmente enfadado. 

—!Paaa! Por favor, ya soy una mujer, yo decido a quien amar. 

—No, aunque tengas cincuenta años, siempre serás mi florecita. Y no me gusta ese pelagato.

Mi madre nos mira a Will y a mí intercaladamente. Nos ruega con la mirada que intervengamos. Pero honestamente, yo solo lo veo como un padre celoso que protege a su pequeña hija. Lo entiendo, yo sería igual, si hubiera tenido la oportunidad. 

Pero ya no, el amor ya no es confiable. Es engañoso e irreal.

—Padre, por favor, estamos con John. No es momento de peleas. No sabemos en cuánto tiempo más nos volverá a visitar —mi hermano menor Will intercede. 

La mirada de todos se enfoca en mí. 

La tristeza y preocupación no me pasa por alto. Cuánto tiempo desperdiciado en una mujer que no valía la pena. Negándoles la visita, para complacer a una arpía. 

Espero que algún día me puedan perdonar. 

—Tienes razón Will —dice mi padre, apenado —. John, hijo, esto no volverá a suceder. 

Una sonrisa se extiende en mis labios —. Tranquilos, entiendo tus celos, Sarah es nuestra princesita. Y primeramente tenemos que darle el visto bueno a ese Joshua. 

Mi castaña favorita pone los ojos en blanco y resopla —. ¿Cómo tú?, a nadie nos gusta esa insípida de Cassandra, sin embargo te empeñas en permanecer a su lado. 

El pánico se apodera de mis padres, lo que provoca que Sarah tape su boca con ambas manos. 

Me gustaría decirles que no se preocupen, que siempre tuvieron la razón, que lo lamento con todo el corazón, más no debo, no aún. 

Clavo la vista al suelo y una lágrima corre por mi mejilla. Duele, duele equivocarse y dañar a tantas personas en el camino. 

—¿Podemos comer ya?, por favor —suplico con la voz entrecortada. 

Mis padres miran a Sarah enfadados. Quisiera decirle que no lo hagan. No obstante, hacerlo sería dejarme en evidencia. 

—Claro que sí hijo, ya cenaremos, te ayudaré —Marcus empuja mi silla hasta la gran mesa. Me posiciona a su lado. 

—¿Qué tal los preparativos de la boda? ¿Te has probado tu traje? —pregunta mi madre.

La mueca de disgusto no pasa desapercibido para ellos, puesto que me ven anonadados. Seguramente pensarán en cualquier escenario diferente al de mi novia engañándome con mi mejor amigo. 

De inmediato sonrío y agrego —. Bien, todo de maravilla. Cassandra tiene un gusto excepcional, estamos muy emocionados, y con respecto al traje aún no me lo pruebo. 

Debería ganar un premio al mejor actor. 

—Pero hijo, queda tan poco, debes probartelo lo antes posible —Leonore fija sus ojos en Marcus y Will—. Acompañarán a John a la prueba, es el día más importante de su vida, y debe salir a la perfección. 

Una carcajada escapa de mis labios. Si vieran lo que yo veo. Los dos sometidos por una dulce y pequeña mujer. 

—¿De qué te ríes? —Will me fulminó con la mirada. 

Me encogo de hombros—. No me digas que me has mirado mal —suelto divertido.

Mi hermano entrecierra los ojos —. Cabrón, agudizaste tus otros sentidos —levanta su dedo acusador. 

Sin poder evitarlo me río entre dientes. 

—No. Solo lo sé porque eres un imbécil. 

Aquello causa que todos nos riamos con fuerza. Una sonrisa afable y auténtica se forma en mis labios. Me doy cuenta que amo este ambiente familiar, donde bromeamos, y reímos. Donde sabemos que siempre estaremos el uno para el otro sin importar que. 

Entre risas, y plática comenzamos a comer. 

A pesar de mi "ceguera", ellos me tratan como si nada hubiese pasado. Sigo siendo el mismo John de antes. 

Mi poca autoestima lo agradece. 

Horas más tarde es hora de volver a casa. Debo prepararme emocionalmente para el día de mañana. No sé lo que va a acontecer, y eso me da miedo. 

Tengo miedo del daño que me pueda causar, por qué aunque quiera negarlo, la amo. 

Este sentimiento no morirá de un día a otro. 

Pero si quiero ser libre de un mal amor, y vengarme, la debilidad no estará en mi vocabulario. 

 Me despido de mis padres y hermanos. Los abrazo deseando que está pesadilla finalice cuanto antes, y ellos se enteren, al fin, de mi verdad. 

—Vuelve pronto —susurra en mi oído mi madre. 

—Lo haré, lo prometo. 

Carl, el chófer, junto a Will, me ayudan a subir al vehículo. Ya pronto dejaré esta silla. En cambio usaré un bastón para desplazarme de manera segura.




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