John
No puedo creerlo, Cassandra y Oliver se encuentran en el Hospital.
La imágen que muestran en la televisión me erizan los vellos de los brazos.
El auto quedó completamente destrozado.
Me sorprende que aún estén con vida, y pese a que los culpables fueron el acoso de los periodistas, no puedo negar que la justicia divina actuó sobre ellos.
Lo lamento demasiado, pero nada puedo hacer, y si pudiera, tampoco lo haría. Porque cada uno tiene lo que cosecha.
Espero que la vida les enseñe a ambos a ser mejores personas, a tener un corazón limpio, lleno de virtudes, y cosas buenas, no uno oscuro, y malvado.
Mi teléfono celular vuelve a vibrar, ahora es Thomas quien me llama.
—Dime.
—Mierda John, ¿Has visto las noticias?
—Si.
—Joder, que desgracia. Ya sabía yo que no saldrían limpios de todo esto.
—Supongo —contesto apagando la televisión.
—¿Estás bien? —pregunta luego de un silencio.
—¿Con respecto a qué?
—A la noticia.
—Si…lo lamento por ellos.
—¿Y tú? ¿Cómo te sientes?, ¿Quieres que vaya a quedarme unos días?
Sonrío inevitablemente, si que es un buen amigo.
—No Thomas, estoy bien, tranquilo.
—De acuerdo, cuídate. Hablamos luego.
Corta la llamada y yo voy a mi habitación. He pensado seriamente en una decisión que cambiará el curso de mi vida, sin embargo sé que es lo mejor que puedo hacer dada las nuevas circunstancias de mi día a día.
Mañana llevaré a cabo una reunión con mi abuelo y padre para comunicarselos.
Su apoyo es fundamental, espero no me cuestionen, lo que menos quiero es entrar en una disputa.
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Día siguiente.
John se mantiene erguido y decidido frente a los hombres más importantes e influentes de su vida.
Arthur no puede creerlo, todo por lo cuánto su nieto se esforzó y luchó, ahora quiere mandarlo por la borda.
—¿Estás loco? — vocifera su abuelo, incrédulo.
—Para nada, creo que es lo más cuerdo que puedo hacer.
—No, no y no —inquiere Marcus.
—Esperen, aún no saben todo lo que tengo planeado.
Ambos hombres detienen sus pensamientos y lo miran con los ojos entrecerrados.
—Mas te vale que sea una broma.
—No lo es. Quiero que esto solo sea al ojo público, realmente no será así como piensan, seguiré al mando de todo.
Arthur y Marcus respiraron aliviados.
—Pero, ¿Por qué quieres hacerlo? —preguntó el mayor.
John mete las manos a sus bolsillos —. No quiero que otro Oliver o otra Cassandra se crucen en mi camino. No quiero que la gente se interese en mí solo por mi dinero.
Si puedo estar alejado de personas codiciosas e interesadas, que así sea. Y si este es el medio para lograrlo, lo aceptaré.
Finalmente, luego de aquella explicación, ambos entendieron los reales motivos.
—Te apoyaremos —afirmó Arthur —. Mañana, ¿Te encuentras en condiciones de dar la rueda de prensa?
Él asintió.
—Mañana será.
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Rueda de prensa
Desde muy temprano los medios nacionales se vieron opacados por la noticia acerca de la familia Anderson.
Un aviso, muy importante, sería dado exactamente a las 10am.
No sé permitirán más de dos preguntas, para los que se atrevan a interrogar.
En el podio frente a la multitud se encuentra John, luciendo una simple camisa y un jeans. Vestuario peculiar y sencillo para un millonario distinguido y poderoso como él.
Los periodistas mantienen sus micrófonos en las manos y sus cámaras encendidas, grabando cada expresión de su rostro.
El silencio abunda hasta que el castaño abre la boca.
—Muchas gracias por venir…lo que tengo que dar a conocer, no es fácil. No obstante es lo mejor para todos. He tomado la decisión de abandonar mi puesto de CEO en las empresas Anderson, y por consecuencia abandono mi derecho a la herencia. Muchos se preguntarán qué me motivó a tomar está determinante decisión, y la respuesta yace frente a ustedes. Con mi nueva condición, ya no puedo estar al mando del imperio que mis antepasados forjaron con tanto esfuerzo. Doy un paso al costado y dejo que mi hermano menor Will, tome el control de las empresas.
El mundo completo se inquietó. ¿Renunciar al puesto de CEO? ¿Renunciar a las riquezas?
—Tienen solo dos preguntas —añadió él
Los periodistas se miraban unos a otros, interrogantes y expectantes por quien sería el valiente que los representaría.
Una muchacha de mechones morados y verdes, alzó la mano.
—Señor Anderson…
John la observó a través de sus lentes con curiosidad, era la primera vez que apreciaba a una reportera tan poco formal.
—¿Está seguro que la razón de su aparente renuncia se debe a su ceguera y no al engaño de su ex novia?
La multitud se enloqueció. ¿De dónde salió semejante mujer atrevida? ¿Cómo se atrevía a preguntar aquello en vivo y en directo?
Arthur enfurecido, se abalanzó sobre el micrófono para reprenderla, pero John lo detuvo. Sin duda alguna, esa mujer era astuta. Astuta y admirable, pues no veía en su rostro una pizca de temor.
Se aclaró la garganta y contestó —. Lo sucedido con mi ex novia Cassandra Green está en el pasado. No me siento capaz de llevar las riendas de las empresas Anderson.
La joven de colorido cabello asintió.
—Siguiente pregunta.
El silencio se adueñó de la estancia. Al ver la actitud protectora del magnate mayor, nadie se atreve a abrir la boca.
La misma mano se alzó nuevamente.
John sonrió de medio lado, divertido por la muchacha.
—Señor, ¿Al renunciar al puesto de CEO, y heredero, renunciará también a su vez, a la riqueza de su familia?