Te encontré en la oscuridad

Capitulo 28

—¡Oh por Dios! Qué coincidencia encontrarlos aquí. 

—¡Hola!—saludó John, evidentemente alegre. 

Camille no perdió el tiempo y se acercó para besar las mejillas de ambos. Primero el castaño, y luego Thomas. En este último se demoró más tiempo a propósito. Sus labios húmedos se posaron suavemente en su piel. Se estremeció como nunca antes al besar a un hombre. 

No quiere imaginar lo que sentiría si besara sus labios. 

Luz se acercó con cautela a John, creyendo que no la veía.  

—Hola… 

—Luz ¿Qué tal? ven, siéntate a mi lado. 

La muchacha tomó una silla y se sentó junto a él. A Thomas simplemente le sonrió. 

—¿Ya comieron? ¿Quieren una hamburguesa? 

Thom contuvo las ganas de patearlo por debajo de la mesa. Si las invitan, significa aguantar por un par de horas más a la colorina que no disimula para nada su interés en él. 

—¿Qué dices amiga? ¿Te apetece? 

—Si claro. 

Con esa respuesta Camille se levantó de la silla que deliberadamente había tomado para sentarse al lado del médico. Tomó a Luz del brazo y caminaron al carrito. 

—Esperen… yo las invito —John levantó su mano llamandolas. Pero ellas lo ignoraron. 

—Dejalas, no se ven del tipo de chicas que dejan que se les pague todo. 

—Asi veo. 

—Es diferente a todo lo que he conocido —susurró para sí mismo el pelinegro, aún sintiendo la calidez del beso en la mejilla. 

Unos minutos después, las chicas volvieron. Cada una con una tremenda porción de hamburguesa, y papas fritas. Volvieron a los puestos de antes y comenzaron a comer. 

El silencio se hizo presente.

La incomodidad de Thomas.

El sueño cumplido de Camille. 

Los nervios de John.

Las pulsaciones aceleradas de Luz. 

—¡Hmmm qué exquisito!—la colorina fue la primera en hablar —. ¿Cierto Thom? 

El aludido abrió los ojos con sorpresa. ¿Ya estaba usando diminutivos? ¿En qué momento le dio la confianza? 

Pese a que él la ignoró, la sonrisa no se borró de su rostro. Ella se siente optimista, está muy segura que el universo conspiró a su favor para encontrarlos en el parque. Aquello es una señal divina. 

Luz, incómoda por la situación, se decidió a entablar una conversación con su acompañante. Se movió ligeramente y al hacerlo sus rodillas toparon, alarmada movió sus manos en el aire y fue ahí, cuando botó el vaso de bebida que derramó su contenido en las piernas de John. 

—¡No puede ser! !Lo siento, lo siento mucho! —repitió mientras agarraba una servilleta e intentaba secar la superficie de la mesa. 

—!¡Qué tonta! —dijo en voz alta. 

—Hey—el castaño tomó sus manos y la frenó —. No digas eso. Puede pasarle a cualquiera, tú no eres tonta. 

Sus manos tocándose. Una descarga eléctrica se sintió desde la punta de sus dedos hasta su corazón. ¡No podía ser normal! 

—Se ha mojado tu ropa — se lamentó Luz con un puchero. 

—En el auto tengo un sweater, ve por él—acotó Thomas. 

—Si, amiga acompañalo —instó Camille. Ya había notado las miraditas de ellos dos. 

—Déjame acompañarte John, por favor.

Él asintió. 

—Es un Mercedes Benz color gris placa BDWZ 40, ten las llaves. 

—De acuerdo. 

El castaño iba a tomar su bastón. 

—No, yo te guío —la joven se ganó a su lado, le quitó el bastón para volver a ponerlo en su lugar, y luego tomó su mano, sus dedos se entrelazaron. 

Luz mira sus manos con confusión. No entiende que la impulsó a hacer aquello. Pero no se arrepiente. Con una sonrisa avanza decidida. 

John quiere reírse a carcajadas, siente que su corazón repentinamente quiere explotar. 

—Lamento lo que pasó, a veces soy impulsiva y causo desastres. 

—A mi no me importa, yo también era así, cuando pequeño, mis padres solían decirme manos de hacha. 

—¡Noo! ¿Enserio?, pobrecito…¿Al menos ya cambiaste?

—Eso creo —contestó a la vez que chocó con una piedra y por poco se caen. 

Con una risita entre dientes ella habló : —. Creo que no. 

Se echaron a reír mientras avanzaban con más cuidado por la acera. 

—Llegamos, veo el vehículo. 

—Hmm qué bien —murmuró irónico. No quería soltar su mano, por alguna poderosa razón se siente seguro. Es capaz de cerrar los ojos y dejar que ella lo guíe. 

—Apura, no te detengas. Si no te cambias ese chaleco te puedes resfriar, y si eso pasa te juro que la consciencia no me dejará dormir en paz. 

—Entonces tendrías que cuidarme por ser la responsable. 

Luz se detuvo y lo miró con los ojos abiertos como platos. Por poco John se ríe ante su desmedida reacción. Se da cuenta que ella es como un libro abierto. Sus gestos y expresiones manifiestan sus emociones de manera genuina. 

~{¿Cómo sonreirá estando enamorada? ¿Su mirada resplandecerá más de lo que ya lo hace? }~ Suspiró deseando ser él, el causante de eso. 

—John, qué pasa. 

—Nada, nada. 

La muchacha abrió la puerta del conductor, la prenda estaba entre ambos asientos delanteros. 

—¡Lo tengo! 

Volteo y se acercó a él que tenía las manos estiradas. 

—Si crees que te lo pondrás solo estás equivocado, es mi responsabilidad. Sácate los lentes por favor, así será más fácil quitar el sweater mojado. 

Después de unos segundos en los que él no reaccionó, Luz estiró sus manos y quitó las gafas lentamente. Mordió su labio inferior intentando refrenar el temblor que amenazaba con apoderarse de su cuerpo.

~{Tú puedes, es solo un hombre…uno normal y nada fuera de lo común}~

~{¿A quien quieres mentirle? Es terriblemente guapo y varonil. Y huele tan bien, quiero hundir mi nariz en su cuello. Sumó 10 puntos. ¡NOOOO!, Luz, que carajo. No seas necia}~ 

Carraspeó abochornada. Volvió a la realidad. Una dónde el amor y los sentimientos románticos no tienen cabida. 

Sus ojos se encontraron. 

John no aguantó las ganas. No podía mirar a un punto específico que no fuera ella. Necesitaba mirarla a los ojos. Necesitaba confirmar que todo lo que siente no es una locura. 




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