Te encontré en la oscuridad

Capítulo 41

Luego de conocer a su suegra y pasar la tarde en casa de John, Luz volvió a casa. A pesar de que envió numerosos mensajes al teléfono de Camille para saber cómo se encontraba anímicamente, ella no respondió. Ni siquiera estaba en línea en whatsapp. 

Apenas cruzó el umbral de la puerta, notó que la casa se encontraba sumida en una inquietante oscuridad. Las ventanas estaban completamente cerradas y cubiertas por las cortinas.

Dejó su cartera sobre el sillón y subió al segundo piso mientras decía su nombre en voz alta. 

Golpeó la puerta de su habitación, más no recibió respuesta alguna. 

Fue entonces cuando decidió tomar la manija de la puerta y entrar. Al igual que en la sala de estar, no había más que una densa penumbra. Levantó su mano y encendió el interruptor. 

—¿Camille? —preguntó por décima vez. 

Observó un bulto cubierto por el cobertor, se acercó sigilosa y se sentó a un lado. 

Con cautela la destapó. 

—¿Amiga estás bien? 

Su frondosa cabellera rojiza y revuelta ocultaba su rostro. Luz movió su hombro con suavidad, pero aún no reaccionó. 

Con más fuerza la movió —. ¡Camille respóndeme! 

—¡Ahhh! ¡Qué carajo! —la colorina quitó sus audífonos inalambricos de los oídos y parpadeó un par de veces —. ¿Luz? ¿Qué te pasa?, casi me matas de un susto. 

—!Ay! Discúlpame, es que te llamo y no me das ninguna señal de vida, vengo aquí y tampoco pareces reaccionar. Duermes como un tronco. 

—Lo sé, ni siquiera un terremoto podría despertarme —declaró orgullosa de si misma. 

Los párpados hinchados y la nariz roja no le pasó por alto a su amiga. 

—¿Quieres hablar de lo que pasó? 

—No lo sé, lo único que puedo decirte es que fui una tonta, pero ya no más. Desde hoy digo adiós a Thomas y a mi ridículo enamoramiento. 

—No te trates así, no eres una tonta, y aquello no fue una ridiculez. Si es cierto que te gustó más que lo que esperábamos. Además Thomas es un buen hombre, es solo que ha sufrido, y mucho. 

—¿A qué te refieres? 

—No es mi deber contarte esas cosas. 

—Luz —entrecerró los ojos —. No me lo ocultes por favor. 

La pelinegra mordió sus labios. No quería faltar a la promesa de John, sin embargo tampoco podía ver sufrir a su amiga. 

—Camille, estoy segura de que a Thomas le gustas. Dale una oportunidad y espera a que él te cuente qué es lo que no lo deja avanzar. 

—No es tan sencillo, no sabes cómo me sentí. 

—Lo sé Camille, creeme que lo sé —musitó en voz baja. 

De pronto la pelirroja se arrepintió de haber dicho eso. 

—Hablando de otra cosa, ¿Tienes algo que decirme? —y por primera vez luego del rechazo de Thomas, Camille sonrió genuinamente, a la expectativa de lo que su mejor amiga tenía que contar. 

Las mejillas de Luz se tiñeron de rosa.

—!Noooooo! —exclamó casi gritando —. ¿Se acostaron? 

Luz sonrió. 

—¡Siiii! —de un salto Camille estaba sobre el suelo, tomó las manos de su amiga y juntas saltaron como locas. 

—Me ama —añadió.

—¿Te lo dijo? 

Ella asintió.

—Lo sabía, siempre lo supe….—se detuvo y la miró fijamente —. Estoy muy feliz por ti, te lo mereces. Te mereces esto y más. 

—Gracias Camille. Sin ti nada de esto sería posible. 

—Lo único que pido a cambio es ser tu dama de honor y madrina del bebé. 

—¿Qué bebé? 

—El que pronto vendrá —chilló alegre. 

—No, no digas eso. 

—Mi ojo de bruja no falla, ese hombre te dejará caminando como ciervo recién nacido. Pronto seré tía. !Siiiiii!, buscaré recetas dulces para el bebé que no tengan azúcar ni exceso de harinas refinadas. 

Luz se rió entre dientes. No puede negar lo loca que es su amiga en ocasiones. Pero ahora mismo agradece psu entusiasmo y felicidad. Es mucho mejor apreciar su sonrisa que su tristeza. 

—¿Qué quieres hacer hoy?, mañana es el último día libre, aprovechemos para hacer algo divertido. 

—¡Lo tengo!, vamos a bailar, y beber un poco, ¿Te parece?

La pelinegra la miró ceñuda, ir a un club nocturno era el último lugar al que desearía ir. Nada es más estresante que un ambiente atosigado de gente con música extremadamente alta, y borrachos en todos lados. 

—No creo, ¿No puede ser otro panorama? 

—Nooo, por favor, di que sí. Nunca hemos ido a bailar. Hazlo por mí —suplico con su mirada. 

Suspiró fuertemente —. Está bien, pero si algo así sale de control, nos vamos.

—Si, si, lo prometo. Anda, ve a arreglarte, yo me bañaré y vestiré

Luz salió de la habitación, y lo primero que hizo fue llamar a Joh. 

—Hola amor, ¿Ya me extrañas?

—Si, pero te llamaba para decirte que saldré a un club nocturno con Camille. ¿Quieres ir?

Él lo pensó por unos segundos. Sin embargo, ¿Qué haría un ciego en un lugar como ese?. Además, lo más probable es que la colorina quisiese distraerse para olvidar lo ocurrido con Thomas. 

—No Luz, es una salida de amigas, no quiero ser un estorbo

—No digas eso, me encantaría que me acompañaras. Siendo honesta no tengo muchas ganas de ir.

—Acompaña a tu amiga, ella te necesita. 

—Si, lo haré. Te llamaré cuando llegue…te amo John.

—Yo también te amo mi princesa, pásala bien. 

Apenas finalizó la llamada, John le marcó a Thomas. 

Un pitido, dos pitidos, tres pitidos. 

—¡Carajo!, Contesta….

Volvió a llamar y persistió hasta que el médico contestó. 

—¿Diga? 

—Thomas, ¿Qué pasó con Camille?

Un suspiro se escuchó al otro lado de la línea, seguido de un absoluto silencio.

—¡Thomas, responde!

—No lo sé John, no sé qué me pasa con ella. 

—Dime la verdad, ¿Por qué ahora saldrá a bailar, y beber alcohol?, ¿No crees que Camille quiere olvidar algo?

—¿Enserio? —al instante se oyeron un par de palabras ininteligibles —. ¿Dónde irán? 

—No le pregunté, ¿Ahora te interesa?

—¿Dónde irán John? … Voy a ir, ¿Me acompañas? 

—¿A qué quieres ir?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.