Te encontré en la oscuridad

Capítulo 43

Luz colapsó por completo. Las lágrimas caían por sus ojos como lluvia de invierno sin poder detenerse. 

—¿Porque, porque me mentiste? 

John sintió dolor al ver las lágrimas caer por sus mejillas. Estiró su mano para poder secarlas, pero la muchacha se alejó de un solo movimiento. 

—Yo… lo lamento, déjame explicarte por favor —dijo con el corazón adolorido. 

—¿Qué me dirás? ¿Qué otra mentira? ¿Siquiera me has amado realmente?

Los ojos de él se abrieron como platos. 

—Es real, mi amor por ti es real. Te amo más que a nada en el mundo. Daría mi vida si fuese necesario, lo daría todo, porque sin ti no tengo nada. 

Luz lloró aún más, quería creerle, Dios sabe cuánto deseaba hacerlo. 

—¡No! —exclamó —. Una relación se derrumba con mucha facilidad cuando ha sido construida a base de mentiras. ¿Por qué me engañaste? ¿No te di todo mi amor? ¿No es suficiente para que fueras honesto conmigo?

Él caminó hacia ella desesperado, a la misma vez la pelinegra retrocedió dos pasos. 

—¡No te acerques! 

John se dejó caer al suelo de rodillas, mientras  lloraba amargamente.

—No me digas eso, te amo demasiado. 

—¿Cómo quieres que reaccione?, acabo de descubrir que no eres ciego, me has mentido desde el inicio.  

—Luz, tengo mis razones, este engaño fue antes de conocerte. Jamás he mentido cuando he dicho que te amo. 

La muchacha mordió sus labios fuertemente, su pecho dolía como si una gran mano estuviera presionando su corazón. Incluso respirar se le hacía una tarea demasiado difícil. 

Avanzó de rodillas. Esta vez ella se mantuvo en su posición. 

—Te juro que me tienes a tu pies y a tu alma, eres mi droga y mi felicidad, mi motivo para creer que el amor es verdadero. Te amo, te amo tanto que si me alejas yo muero en vida. Me entregué a ti, porque solo tú me haces surcar los cielos con tus caricias. Tengo la certeza de que eres mi lugar, mi hogar y mi destino…Perdóname por no haberte dicho antes, fue un engaño que cada vez creció más y más al punto que no pude detenerlo. Tú confiaste en mí y me contaste tus miedos, me contaste tu vida, y yo no te pague con la misma moneda, me arrepiento tanto, porque tuve la oportunidad y no hablé. Te fallé, nos fallé a ambos. Si después de que te cuente mi verdad, no quieres verme, lo entenderé. 

Luz asintió con los ojos llenos de sentimientos que lo sobrecogieron. 

John suspiró pesado  —. Todo empezó por una apuesta que hice con mi abuelo…..

Los siguientes minutos le relató cómo es que el patriarca no confiaba en Cassandra, y en el amor que ésta decía tener por él. Le propuso fingir quedar ciego para poner a prueba a la mujer. Luego de una serie de sucesos, se dió cuenta de que la arpía que hasta ese momento era su prometida, realmente nunca lo amó, únicamente iba tras su dinero, además de mantener una relación clandestina con su mejor amigo.

Pese a que al principio pensó que era una idea absurda, finalmente agradeció a su abuelo pues gracias a él se libró de la mujer incorrecta. 

Debido a eso, decidió permanecer en la mentira, dado que en ese momento se volvió reacio al amor y a cualquier mujer que lo viera como un cajero automático. La tristeza y la desolación llegó a su vida hasta que la conoció. 

—La primera vez que te vi fué en el parque, cuando el balón llegó a mis piernas. Desde ese momento no pude dejar de pensar en tí, y luego en la pastelería, lo supe, supe que quería estar contigo. Sé que debí decírtelo, confesar mi verdad, pero tenía miedo, miedo de que pasara exactamente lo que ahora está pasando. Temía que te alejaras de mí, temía perderte. Perdóname, perdóname por favor —lágrimas rodaban por sus mejillas. 

Luz lo veía a los ojos. El dolor de la traición que aprisionaba su corazón fué desapareciendo gradualmente. Ahora entendió porqué fingir ser ciego. Sin embargo no debió haberselo ocultado, ella lo habría entendido, se mantendría a su lado sin importar nada. Pues de eso se trata el amor verdadero, uno que nace en tiempos difíciles, que lucha contra todo y que ama en las buenas y en las malas. 

Se acercó quedando frente a él y también se arrodilló. 

—Yo te amo. Te amo verdaderamente, no vuelvas a mentirme.

John acunó su rostro entre sus manos, besó sus lágrimas, besó cada espacio de su rostro hasta llegar a sus labios, ahí se detuvo y la vió a los ojos —. Tú eres lo primero en mi vida. Prometo nunca volver a fallarte. 

—Más te vale John Anderson —inquirió entrecerrando los ojos. 

El pelinegro se carcajeó y besó la punta de su nariz.

—No vuelvas a llorar por mi culpa —dijo para luego secar sus lágrimas con delicadeza. Tomó sus manos y las besó —. Te amo tanto mi princesa.  

—Igual yo… Sabes, necesito hablar con tu abuelo. 

—¿Por qué? 

—Necesito darle las gracias, sin su descabellada propuesta no estarías ahora a mi lado.

John se rió con ganas. Es cierto, sin su querido abuelo Arthur, nada de esto estaría pasando. 

—Pronto lo verás. Es hora de que conozcas a toda mi familia, ¿Qué te parece?

Luz sonrió tímidamente. 

—Creo que tienes razón. Aunque te confieso que la sola idea de conocerlos me pone nerviosa. 

Él acaricia su mejilla —. Tranquila, lo harás bien, yo estaré contigo. Y hablando de padres, ¿Podré conocer a los tuyos? 

El corazón de Luz se encogió de tristeza. Con el rostro apesumbrado contestó: —. No lo sé. Hace años que no hablo con ellos. Me siento muy culpable —declaró con las mejillas empapadas de lágrimas.

John se apresuró y la atrajo hacia él apegándola a su pecho —. ¡Oh no mi vida! no llores más. ¿Quieres contarme? 

Luz le relató los mensajes que había enviado su ex pareja, que terminaron por romper todo tipo de relación con sus padres y amigos. 

—Pero princesa eso no fue tu culpa, ¿No estás de acuerdo que es hora de arreglarlo? 

Ella suspiró y afirmó con su cabeza. 

—Entonces nos prepararemos e iremos. Estaré a tu lado en cada paso que des. Quiero que seas feliz, que avancemos juntos y derribemos las murallas que ese maldito dejó. 




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