Te encontré en la oscuridad

Capítulo 44

Luz

—Entonces, ¿Nadie más puede saber? —le cuestiono mientras caminamos de la mano de vuelta a la mansión. 

Si me preguntan por que lo perdone tan fácilmente, les diré que es porque lo amo. 

He aprendido que el rencor destruye el corazón, como una fuerza oscura que arrasa con todas las cosas buenas, haciéndonos infelices. 

Yo lo amo, lo amo tanto que cada vez que lo veo siento que mi corazón explotará dentro de mi pecho, una felicidad inimaginable llena cada espacio de mi ser. 

John me hace feliz, y nada podrá cambiar eso. 

—Si, si el mundo se entera de mi verdadera condición, puedo estar en peligro. Ante la ley esto es un crimen. 

Mis ojos se abren como plato. Pero alguna opción debe haber ¿No?. Digo, no podrá fingir que es ciego hasta el final ¿O si? 

—¿Y una operación? 

Él se detiene y me ve fijamente. 

—No lo había pensado, una reparación del desprendimiento de la retina —lleva la mano a su barbilla —. Aunque la prensa se encargará de investigar el asunto. Debo hablar primero con Thomas, asegurarme de que puedo hacerlo. 

—Hazlo por favor, quiero que conozcas a mis padres. 

Sonríe, esa sonrisa que es tan linda, que marca sus hoyuelos perfectos. Me toma entre sus brazos y besa mi frente. 

—Lo que tú me pidas, te daré. Hablaré lo más pronto con Thom. 

De un salto enrosco mis brazos detrás de su cuello, me cuelgo a él y beso sus labios. 

—Yo solo te quiero a ti, para siempre. 

—Te amo mi princesa —entierra su cabeza en mi cuello, y deja besitos en el —. Desearía tomarte en brazos, llevarte a mi habitación, y hacerte el amor como un loco. 

—No puedes tomarme en brazos, pero sí llévame y hazme el amor, por favor.

Acaricia mi mejilla a la vez que sonríe coqueto.

Nos volvemos a tomar de las manos y caminamos en dirección a la casa. 

Lisbeth nos ve pasar con una sonrisa. También le sonrío y seguimos nuestro camino. 

Ya fuera de la habitación, John abre la puerta y 

me deja pasar primero. 

Me quedo de pie en medio del cuarto, cuando siento que sus manos acarician mis brazos con lentitud, a la misma vez que besa mi cuello suavemente. 

El deseo crece en mi interior, todo mi cuerpo reacciona a su toque. Anhelo ser suya nuevamente. 

Un gemido escapa de mis labios, volteo y quedamos frente a frente. Comienzo a desprender los botones delanteros de mi vestido hasta que cae al suelo dejándome completamente desnuda. 

—Luz —susurró él con la voz ronca.

Se acercó a mí y me abrazó rodeandome con sus brazos. Aspiro el olor de su cuerpo, y sonrió tontamente, me siento una niña pequeña, me siento tan feliz. 

—Te amo tanto mi amor —besa la coronilla de mi cabeza.

Mis ojos brillan de la emoción —. Yo también te amo mi caballero de brillante armadura. 

Camina conmigo aún abrazada a él, caemos sobre la cama y nos besamos con dulzura. Sus manos recorren cada espacio de mi piel con adoración. Mi cuerpo es su templo. 

Entre caricias nos entregamos a la pasión que nos envuelve, nuestros cuerpos se enlazan como si nos hubiésemos pertenecido desde siempre. 

Nos convertimos en un único fuego, somos uno solo. Latimos en la misma sintonía. El placer es tan grande, que por segundos me pierdo para luego encontrarme en su mirada. 

Sus ojos y sus expresiones me dicen sin palabras cuanto me ama. 

Un fuego abrazador atraviesa mi cuerpo desde la punta de mis pelos hasta la punta de mis pies. Conjuntamente gemimos el nombre del otro mientras alcanzamos la cúspide del placer.  

Nos abrazamos deseando fundirnos, y que este momento sea eterno. 

Guardaré en mi memoria estos encuentros, en el espacio más especial de mi alma. Dónde nadie podrá arrebatarlos, porque son míos, solo míos. 

—Te amo John —las palabras salen de mis labios luego de que mi respiración se ha normalizado. 

—Casate conmigo Luz. 

El aire queda atascado en mi garganta —. ¿Qué? 

—Lo que oíste mi amor, cásate conmigo —repite mirándome a los ojos —. Sé que no tengo un anillo, o que esta no es una velada romántica. Pero te necesito para siempre en mi vida. No me preguntes como o porque, estoy seguro de que estamos destinados. Tu eres mía y yo soy tuyo. Quiero amarte cada día de mi vida, quiero formar una familia contigo, quiero envejecer a tu lado. Te amo sin miedo, sin medidas, te amo con todo lo que soy —lágrimas ruedan por sus mejillas. 

Mi corazón se estremece —. Si —contesto entre llanto —. Si quiero, claro que sí. 

Acuna mi rostro entre sus manos y nos besamos.  

Él es mi lugar seguro. Nadie podrá hacerme daño, a su lado permanezco completamente a salvo.

Gracias Dios por haberlo puesto en mi camino. 




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