Te encontré en la oscuridad

Capítulo 45

Dos semanas después

La gran mansión Anderson se prepara con bombos y platillos para la llegada del nieto mayor junto a su nueva novia. 

Las encargadas de la comida y la decoración corren de un lugar a otro. Tan solo faltan unos minutos y todo debe estar perfecto. 

Leonore se encuentra muy emocionada, y a pesar de que ha dicho maravillas acerca de la muchacha a su padre, este simplemente contestó:

—Ya lo veremos. 

Él, con la capacidad que tiene de ver a través de las personas, de discernir sus verdaderas intenciones, no permitirá que otra mujer ambiciosa ponga las garras sobre su nieto, pues harto le costó quitarle de encima a la copia barata de Barbie llamada Cassandra. 

—Cariño —susurró Helen —. Por favor no pongas esa cara de ogro apenas la veas, dale una oportunidad. Confía en John y en su buen juicio. 

El hombre chasqueó la lengua y con bastón en mano caminó hasta el minibar, dónde abrió una botella de su costoso whisky, y bebió un poco. 

Su esposa, a la distancia, lo observaba con el ceño fruncido. Realmente espera que la muchacha pase la prueba, ya que su hija no hablaría tan bien de alguien si no fuese cierto. 

Y como si hablando acerca de ella la invocasen, el timbre de la lujosa mansión sonó. 

—¡Al fin! —chilló Leonore, corrió a entrelazar su brazo al de su esposo Marcus y juntos caminaron a la puerta de entrada. El aludido se dejó guíar. También se encontraba a la expectativa acerca de la chica que conquistó el corazón de su hijo. 

La mujer tomó la manija y abrió la puerta.

—¡Bienvenidos! —exclamó. Luego de darle un rápido beso en la mejilla a John, rodeo con sus brazos a la pelinegra. 

—Mi niña, te ves preciosa —le dijo mirándola de arriba a abajo.

Luz se sonrojo y sonrió tímidamente. 

—Padre, ella es Luz, mi novia, y futura esposa. 

—¡¿Cómo?! ¿Futura esposa? —Leonore miró la mano de la chica y efectivamente notó en el dedo anular un precioso anillo de oro blanco con un pequeño diamante translúcido en forma de corazón. 

—¿Tan pequeño?, Hijo ¿Te has vuelto un tacaño? 

John se carcajeó y respondió —. Lo escogió ella madre, si por mi fuera hubiese comprado el diamante más caro del mundo. 

Luz se apresuró a aclarar —. ¡Oh!, sucede que era el único anillo que tenía forma de corazón, deseaba algo significativo —giró su rostro y al mirarse con John se sonrieron a la misma vez —. Y lo es, es único y especial. 

Su familia ya sabía que la muchacha conocía el secreto de John. 

El hombre, entonces, sonrió alegre —. Mis felicitaciones, ¿Tienen ya la fecha? 

—No aún padre, esperaremos un poco. 

Él asintió y estiró su mano para saludar a la muchacha —. Mi nombre es Marcus, mucho gusto. 

—Igualmente. 

De imprevisto un cuerpo se abalanzó sobre Luz y la arrastró lejos de todos. 

—Déjame mirarte cuñada. 

Sara le dió un vistazo con detenimiento —. Eres muy bonita, ¿Cómo te fuiste a fijar en el tonto de mi hermano? 

Otra voz se unió —. Cierto, mejor déjalo y quédate conmigo —Will le guiñó un ojo y se acercó a darle un beso en la mejilla. 

La pelinegra se rió con ganas —. ¿Tú eres Will verdad? ¿Y tú Sara? 

—Si —contestaron al unísono. 

—Me llamo Luz, encantada. 

Sara y Will se miraron con una sonrisa. Sin duda alguna la muchacha es diferente. 

Helen se acercó a su nieto y lo abrazó con cariño —. Felicidades hijo.

—Gracias abu —se acercó a su oído y susurró —. No se viene fácil con el abuelo ¿Verdad? 

—No mi niño, pero confía que todo saldrá bien. 

La señora dejó a su nieto y se aproximó a la muchacha. 

—Bienvenida Luz, yo soy Helen, la abuela de John, y aquel que ves allá —indicó a la distancia a su esposo, que se mantenía con un rostro frío y una mirada analizadora —. Es mi amado esposo Arthur, es un poco gruñón, pero no te asustes, no muerde. 

Luz la miró con una sonrisa apretada, mentiría si dijera que aquel señor no le provocaba algo de temor. Si no resulta ser de su agrado, definitivamente lo pasará muy mal. 

—Pero por favor, pasemos a la mesa, esta todo servido y listo para ser devorado. 

John caminó hasta ella y tomó su mano, se sentaron lado a lado. 

Leonore le pidió a las trabajadoras domésticas que se retiraran a descansar. Lo hacía cada vez que su hijo visitaba la casa, de esa manera John podía quitarse los lentes y dejar de fingir que es ciego.

—Ahora sí, sírvanse por favor

De inmediato los tres hermanos se peleaban por los platos, mientras que el resto reía, como si estuviesen acostumbrados a aquello. 

Luz contemplaba la escena con una sonrisa. El ambiente se sentía agradable, cálido y familiar. Recordó a su pequeña hermana Olivia, una adolescente de 12 años que amaba compartir a su lado y hacer fiestas nocturnas dónde veían películas hasta altas horas de la noche. 

Sin poder evitarlo una lágrima cayó de sus ojos, que limpio rápidamente para que nadie se diera cuenta. 

Afortunadamente nadie lo notó, excepto el abuelo Arthur. Este entrecerró los ojos, tomó su móvil y se disculpó levantándose de la mesa. 

—Necesito que averigües todo acerca de Luz, la novia de mi nieto, lo quiero para mañana a primera hora. 

Colgó la llamada y regresó al comedor. 

Durante toda la primera mitad de la cena, no despegaba su vista de la muchacha. Eso, hasta que Helen lo golpeó con su rodilla debajo de la mesa. 

La mujer susurró en su oído —. Compórtate, que no ves que la niña está nerviosa, y tú no ayudas en nada. 

Recién ahí, Arthur miró a su alrededor y notó las miradas de reproche de los demás. Sobretodo la de John, que con sus ojos prometía hablar seriamente con él. 

Aclaró su garganta, y suavizó sus expresiones. Su esposa tiene razón, de nada sirve ser hostil. Esperará pacientemente la información que el día siguiente tendrá en su despacho a primera hora de la mañana.




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