Día siguiente
El veterano magnate tenía entre sus manos un sobre. Se debatía si debía o no abrir y leer el contenido.
Según su intuición la muchacha no es mala, es un tanto diferente… es peculiar y especial, aunque pudo identificar que sobre sus hombros lleva una pena muy grande.
Finalmente, luego de un suspiro pesado, rompió el sobre por un costado y sacó una hoja de papel, la extendió y sus ojos se movieron línea tras línea.
Su expresión primeramente fue una ligera sonrisa, pues se confirmaban sus sospechas acerca de que la chica venía de una familia humilde, trabajadora y honesta. Si, efectivamente la chica era hogareña, y estudiosa. Sin embargo su ceño se frunció al leer que solo tuvo un novio con el cual se mudó a la ciudad. Al comienzo Luz trabajaba en una pequeña tienda de electrodomésticos como vendedora, no obstante, al pasar el tiempo, la joven renunció a su empleo, y se vió cada vez menos en las calles.
La información no especificaba qué sucedió para que ella estuviese prácticamente encerrada en su hogar por años.
Aquello fue muy extraño para Arthur.
La situación cambia cuando aparentemente su relación termina y ella va a vivir con su vecina Camille, la que también la emplea como mesera.
Su entrecejo se arruga aún más si es posible al leer que la chica va al psicólogo.
Definitivamente algo le sucedió, y eso encendió todas sus alertas.
¿John sabía esto?... seguramente no. Su nieto es un tonto que de haber investigado a Cassandra antes, jamás le habría propuesto matrimonio.
¿Qué debía hacer? ¿Debería darle a conocer la investigación?
Confundido y preocupado, el señor se levantó de su escritorio con bastón en mano. Camino hasta la ventana, mientras tomaba una decisión.
No sabe porque, siente que la muchacha puede estar en peligro.
Pero…. ¿Por qué?
Decidió que no le dirá a su nieto, si lo hace, este se molestará por haber pedido que la investigaran.
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El tiempo pasa y la presencia de Luz en la mansión Anderson es cada día más frecuente, Leonore la invita seguidamente, además de visitar la cafetería junto a su madre Helen.
Ambas están muy felices con la prometida de John, la muchacha tiene un encanto natural, es honesta, y buena persona.
¡John no podría haber escogido mejor! ¡Es un completo suertudo!
Tan bien marchan las cosas, que incluso el abuelo Arthur ha ablandado su corazón ante la jovencita dejando en el pasado la hostilidad y la desconfianza.
Por las tardes Luz se sienta junto a él y escucha atentamente mientras el magnate le relata cómo es que su familia se convirtió en una de las más poderosas del país y del mundo.
En resumidas cuentas, absolutamente toda la familia cayó rendida sin poder negar lo innegable: Luz es lo mejor que le ha pasado a John.
La boda es un evento que esperan con ansias.
Ahora mismo la pareja se encuentra en el vehículo privado que es conducido por el reemplazo de Carl, puesto que su familia ya ha llegado al país y se le asignaron unas largas vacaciones.
Eduard estacionó en un parking privado.
Luz y John caminaron por unos minutos hasta llegar a una de las boutiques más exclusivas, dónde solo las figuras más importantes del medio televisivo, político, y económico se visten.
—¿Qué hacemos aquí?
—Comprarte un precioso vestido.
—¿A mí? —preguntó Luz.
El castaño se rió y besó su mejilla —. ¿A quien más princesita?
—Pero, ¿Por qué?
—Porque te lo mereces, quiero que para mí cumpleaños te veas más hermosa de lo que ya eres.
—Amor, ¿Estás seguro?, conozco esta tienda. Un vestido valdrá un año de mi sueldo.
John frenó sus pasos y la miró fijamente —. Te daría el mundo entero si pudiera, un vestido no es nada. Si quieres diez, los diez compramos, si quieres una casa en la playa, la tendrás. Luz, lo que quieras te lo daré.
—Te quiero a ti, conmigo, para toda la vida. Quiero una familia, quiero un bebé que se parezca a ti, que tenga tus ojos y tu sonrisa. ¿Puedes darme eso?
Las mejillas de John se tiñeron de rubí —. Compramos el vestido y vamos a casa a hacer el bebé.
Luz soltó una carcajada —Eso es lo que tienes, eres un insaciable ¿No te bastó con la mañana?
—Nunca es suficiente mi amor, podría hacerte el amor día y noche, y también…
No terminó de hablar ya que Luz tapó su boca con la mano. Habían llegado a la entrada de la boutique.
—Shhh…¡Descarado!
Un guardia abrió la puerta y ellos entraron entre risas.
Una exuberante mujer se acercó de inmediato. Esta, había reconocido al atractivo hombre de lentes oscuros; el heredero que dejó todo por su ceguera. Pero ¿Quién dice que ya no se baña en montañas y montañas de dinero?
—Buenos días, bienvenidos… Por favor díganme en qué puedo ayudarlos —manifestó con voz melosa.
—Buscamos un vestido, exclusivo que nadie más tenga.
La vendedora esbozó una sonrisa, ¡Claro que sí tenía dinero!
—Síganme por favor.
John y Luz siguieron a la mujer hasta una sección que aparentemente era más importante que el resto de la tienda.
—Señorita, ¿Tiene algún color o diseño en mente?
—No, nada.
—Entonces, llamaré a mi compañera para que pueda asesorarla —así como habló, rápidamente desapareció de la vista de ambos.
Minutos más tarde volvió con otra vendedora que mantenía el ceño fruncido, esta no entendía nada, se suponía que su compañera ya los estaba atendiendo, ¿Por qué llamarla a ella?
—Ella es Jessi, continuará con usted.
La nueva vendedora sonrió a Luz y la guió a los percheros dónde vestidos de diversos colores, y texturas brillaban.
Entretanto la primera mujer se acercó a John y amablemente le ofreció una taza de café junto a unas galletitas. Él se negó, pero ella insistió.
—¿Desea que le ayude a buscar quizás, camisas o alguna corbata?