Te encontré en la oscuridad

Capítulo 49

Sarah

El eco de las manecillas del reloj retumban en el silencio y la oscuridad de la noche. 

Mi cuerpo se mantiene rígido y quieto, tan solo mi pecho se mueve de forma errática. 

¿Quién es el hombre que duerme junto a mi? 

Asher, Cayden, Dylan, Ezra, Finn, Kai, y Rick. 

Identidades diferentes para el mismo hombre, para el extraño con el que decidí compartir mi vida. 

El hombre que presencie hoy no es el mismo del que me enamoré, no es el profesor amable y caritativo con el que me crucé en los pasillos del orfanato. 

Su mirada ya no me transmite esa calidez y amor, al contrario, percibí mucho enojo e ira. Siento que ha ocultado su verdadero ser, y ahora temo por lo que realmente es.

Llevo horas, despierta, sin poder dormir. 

Me aterra pensar que clase de psicópata tengo a mi lado, y no logro descubrir la razón por la cual observaba con tanto odio a mi hermano y cuñada. 

De lo que sí estoy segura, es que llegaré al fondo de esto, aún si debo dejar de lado mis propios sentimientos. 

 

Horas después

Una tormenta se desatará, y una verdad saldrá a flote.

A primera hora de la mañana Sarah se marchó del departamento. No se despidió de Kai, no podía mirarlo a la cara sin que un escalofrío recorriera su columna y una voz en su interior gritara “peligro”.

Condujo su automóvil rumbo a la casa de sus abuelos.

Cuando Helen la recibió y vió la expresión de su rostro pidió a los empleados que nadie los molestase. 

Arthur tenía la leve sospecha de su venida, más no quiso decir palabra alguna hasta que ella misma solicitara su ayuda. 

—Abuelo, temo que me he dejado deslumbrar por las apariencias, y me he vuelto ciega. 

El señor tomó un puro entre sus dedos y lo encendió —. Se trata de tu novio, ¿Verdad? 

—Si, ¿Cómo lo supiste? 

—No me agrada, y sé que esconde algo. 

La mueca que hizo Sarah confirmó todo.

—Descubriste algo, ¿No es cierto? 

Ella asintió, y con las manos temblorosas buscó en la galería de fotos de su móvil, y le extendió el aparato a su abuelo.

—Lo encontré en su caja fuerte… No sé cómo explicarlo, pero siento que el hombre del que me enamoré nunca existió. 

Arthur observó las diferentes identidades, y un nombre en particular llamó su atención: Rick. Ciertamente ya lo ha oído antes.

Entrecerró los ojos, y pensó…De pronto, las piezas encajaron. 

Recordó la manera en que el novio de Sarah miraba a Luz, y como la siguió cuando ella fue a la cocina.

Supo en ese mismo instante que algo ocurría. 

Llámese Intuición.

Se levantó precipitadamente y camino a su escritorio, abrió el primer cajón y tomó unos papeles. Leyó línea tras línea hasta que encontró lo que estaba buscando. 

Rick Wilson. 

Volvió a mirar el teléfono y confirmó su sospecha. El mismo nombre.

Aquello no podía ser una simple coincidencia. 

—¡Dios mío!, algo ocurre aquí, y necesito saber qué. 

—¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó Sarah. 

—Temo que algo muy malo, y esto tiene que ver con Luz. 

—¿Luz? 

—Si hija, llamaré a John.

Una hora después, cinco personas se encontraban reunidas en la oficina del veterano. 

Luz sabía que llegó el momento en el que debía contar su verdad, contar lo que vivió a manos de Rick, para así advertir a su cuñada.

John sostenía su mano, con su pulgar acariciaba su piel —. Estoy contigo, tú puedes hacerlo —susurró en su oído.

La muchacha asintió. 

Antes de que pudiera comenzar a hablar, Arthur dió un paso adelante, y confesó que previamente había mandado a investigarla. Declaró que lo hizo por miedo a que su nieto sufriera nuevamente.

Pero Luz no se molestó. 

Solo sonrió y se preparó para relatar lo que sucedió en su vida años atrás. 

Inicio relatando la tranquila vida que llevaba en un pueblo a las afueras de la ciudad, eso, hasta que conoció a un hombre llamado Rick. Ilusionada y rendida se marchó con él. Dejó a sus familiares y amigos para iniciar una nueva vida en la capital. Sin embargo lo que comenzó como una linda y floreciente relación se convirtió en una auténtica pesadilla.  

No específico a detalles lo que él hizo con ella, porque no es algo que se pueda describir fácilmente con palabras. Más no fue necesario para que todos los presentes comprendieran el martirio que vivió a manos su ex novio. 

Sarah estaba conmocionada y horrorizada, ¡Compartía techo con el mismo diablo!. Repentinamente pegó un brinco en su sitio, su móvil sonó, lo que la asustó en gran medida.

Llamada entrante de Kai. 

Su rostro se volvió pálido en un segundo.

—¿Es él? —preguntó Arthur. 

—Si. 

—¿Crees que puedas contestarle, y actuar como de costumbre? 

—No, hoy ni siquiera pude verlo a la cara, huí despavorida. 

Luz frunció el ceño.

—¿Por qué? ¿Te hizo daño? 

Sarah suspiró y contestó —. No…Ayer, en el cumpleaños ví algo que no me gustó, algo que encendió mis alarmas, y ahora que has contado todo esto, puedo entender el motivo. 

Posteriormente la joven contó lo que presenció en el cumpleaños, y lo que encontró en el cuarto que ambos comparten. 

En otro lado, Kai se mueve por la habitación del departamento cual león enjaulado, sus fosas nasales aletean y expulsa aire como un dragón. 

Su novia Sarah no contesta sus llamadas, y sus sospechas de que algo ocurre no han hecho más que aumentar luego de buscar un par de zapatos debajo de la cama y darse cuenta de que la caja fuerte no estaba en su posición habitual. 

Rápidamente la abrió y se percató que los documentos tenían distinto orden. La única persona que podría haber abierto su preciada caja fuerte era Sarah.

Si a eso, sumamos el hecho de que ella no se despidió como comúnmente hace, definitivamente él asume que ya está descubierto. 




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