Te encontré en la oscuridad

Capítulo 51

Lo que vieron sus ojos parecía el escenario de una película de acción. 

Pero esto no es ficción, es la vida real. 

Temerosa, se agachó e intentó ocultarse.

Se mantuvo en silencio creyendo que tal vez él asesino se marcharía de la escena del crimen. 

Estaba a punto de tomar el móvil que llevaba en el bolsillo de su pantalón cuando escuchó su voz:

—¡Luz, luz! ¿Realmente creías que podrías librarte de mí? 

Lo reconoció al instante; Rick. 

Su respiración se volvió agitada y rápida. 

Introdujo la mano en su bolso y con desespero busco su llavero de defensa personal, aquel regalo que le había dado Camille a pesar de que a John no le gusto la idea puesto que no pensaba que lo iba a necesitar si tenía una docena guardaespaldas cuidando sus pasos. 

Supiera John que hoy si lo necesitaría, se golpearía en la frente una y otra vez por haberse negado. 

Agarró el pequeño gas pimienta, y se aferró a el como si fuese una valiosa arma. 

Repentinamente la puerta de su lado fue abierta con brusquedad. 

—Te tengo ratoncita. 

 En un rápido movimiento Luz apretó el botón del aerosol rociando directamente a los ojos de Rick. 

—¡Aaaaah! —gritó desesperado al sentir una picazón y ardor que aumentaba a cada segundo —. ¡Maldita! —con los ojos cerrados, alzó el arma y comenzó a disparar en diferentes direcciones. 

El efecto del gas es inmediato, sus ojos lagrimean descontrolados, quiere restregarselos pero la rabia es mayor, no deja de disparar como un energúmeno. 

Pese al miedo, Luz se oculta a un lado del automóvil, el llavero aún esta en su mano, busca una llave que realmente es una navaja. Desliza la hoja con cuidado y toma con fuerza el pequeño mango. No es tan grande, es del tamaño suficiente para sostenerlo y usarlo en su defensa. 

Camina de puntillas y agachada hasta posicionarse detrás de Rick. 

Su mente solo puede pensar en John y en su bebé. Su hermosa familia. 

Ya no es la misma mujer débil y sumisa a la que él destrozó a golpes. Ya no es la misma Luz de antes. Ahora es una guerrera, una que luchará con uñas y dientes para protegerse a si misma y al fruto de su verdadero amor. 

Corrió y empuñando el arma se abalanzó sobre la espalda de Rick. 

Él gritó llenó de dolor. Sentía dolor en todo su rostro y ahora en su espalda. Soltó el arma de sus manos. 

Luz quito la navaja sin piedad, sus manos sudaban, sin embargo su instinto de supervivencia es increíblemente poderoso. 

Se apartó y se apresuró en tomar el arma. 

—No te muevas, ¿Oiste?, tengo la pistola y no dudaré en usarla. 

Rick se retuerce de dolor en el suelo. Sus ojos, nariz y vías respiratorias estan inflamados. La herida en su espalda sangra sin detenerse. 

—Eres una cobarde, jamás lo harás. 

Luz apretó el arma entre sus manos —. ¿Quieres probarme?... ¡NO TE MUEVAS! —gritó, no obstante Rick intentaba ponerse de pie. 

Este no hizo caso y contestó —.No digas estupideces, eres una…. 

PUM. Luz apretó el gatillo. 

La bala cayó en su pierna derecha. 

—¡Mierdaaaa! — él jamás había sentido tanto dolor en toda su vida. 

—Te dije que no te movieras. 

Quiso gritar, quiso reír y maldecir por no haber tomado en serio sus palabras. Mordió su lengua y evitó volver a moverse. 

Restregó sus ojos para poder verla. 

Luz sacó su teléfono del bolsillo, y sin dejar de apuntar el arma, marcó a John. 

—¿Amor? ¿Llegaste dónde tus padres? 

—John, por favor, ven rápido, estoy en la carretera 50. 

—¿Qué? ¿Qué pasó? 

—Rick nos siguió y mató a los guardaespaldas. Ven rápido —no dejó que respondiera y cortó la llamada. 

Por un segundo John quedó congelado en su sitio. Sacudió su cabeza y espabilo. 

Llamó a la policía y salió deprisa a casa de su abuelo Arthur. 

El abuelo al enterarse de lo ocurrido entendió porque su nieto acudió a él. 

Asintió con su cabeza, se despidió de su esposa y ambos caminaron a la enorme bodega. 

En ese lugar, frente a ellos, estaba el helicóptero Airbus avaluado en 12 millones de dólares. 

El magnate le sonrió a John, y le entregó un casco con intercomunicador.

Él por su parte se puso unas gafas de aviador, y también un casco. 

—¿Preparado para rescatarla? 

—Si. 

Velozmente subieron, se abrocharon los cinturones, y Arthur encendió el helicóptero. Este se elevó un metro sobre el suelo y luego avanzó hacia adelante saliendo de aquella bodega. 

Durante 15 minutos el helicóptero voló. 

Al llegar a su destino descendieron con cuidado, las hélices disminuyeron su velocidad hasta detenerse. 

John vió a Luz sosteniendo un arma y a Rick en suelo ensangrentado. Su corazón comenzó a latir desenfrenado, y más que rápido se quitó el casco y el cinturón de seguridad.

—¡John! —exclamó su abuelo —. No hagas nada de lo que te puedas arrepentir, la policía ya viene. 

El castaño lo ignoró completamente y corrió hacia Luz. 

—¿Estás bien? —acunó su rostro entre sus manos, la vió de pies a cabeza —. ¿Te hizo daño? 

Ella negó y continuó con el arma apuntando a Rick.

—Dame la pistola cariño —lentamente John la quitó de sus manos, y la entregó a Arthur, quien ya había llegado a su lado. 

La expresión de John se volvió profunda y peligrosa, sedienta de justicia. 

—Abuelo, que no vea esto. 

Él entendió, y oculto a la muchacha entre sus brazos alejándola. 

—No tienes mucho tiempo. 

—Seré rápido —respondió John quitándose las gafas. 

Rick en el suelo, no podía ver con claridad. Si sabía que quien hablaba era el maldito ciego. 

John se acercó llenó de una furia que sentía que no podía controlar. Nunca en su vida había sentido la necesidad de destrozar a alguien con sus propias manos. 

Levantó la pierna y pateó la cara de Rick. Lo hizo con tanta fuerza que le rompió la nariz al instante. 




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