Epílogo
Seis meses después
—¿Quién es el bebé más hermoso?, tuuu, si tú mi Maximilian —Camille sostenía al pequeño entre sus brazos.
Caminó con él hasta una habitación.
—Mira que hermosa es tu madre, es la novia más bella de todas.
Luz volteó y sonrió.
El bebé estiró los brazos y ella lo tomó.
—¡Te ves tan lindo!, mi pequeño hombrecito.
—Gracias a mi lo sé. Fue mi idea el traje formal —Camille alzó el mentón con orgullo.
La pelinegra levantó el rostro y asintió —. Es verdad, tienes muy buen gusto.
Maximilian movió sus manitos y balbuceó. El pequeño estaba vestido con una camisa, un mini corbatín, suspensores y un pantalón. Luce totalmente adorable.
Al instante cuatro mujeres entran por la puerta.
—Solo falta la novia—dijo Leonore con una enorme sonrisa.
—¡Uuuuhh! ¡Mi sobrino es todo un galán, dámelo dámelo! —Sarah tomó al bebe y besó la coronilla de su cabeza.
Amelia se acercó a su hija mientras luchaba por contener las lágrimas.
—Hija mía, te ves…. Te ves hermosa.
—Gracias madre, gracias a todas por estar en uno de los días más importantes de mi vida.
Camille no lo pudo soportar y comenzó a llorar, recordó a la Luz de tiempo atrás, aquella a la que le habían robado el brillo interior, pero que ahora es más feliz que nunca.
—Amiga te lo mereces, mereces una vida junto a las personas que te aman, y yo te acompañaré hasta el final.
Luz hizo un puchero.
—¡Ay nooo! ¡No llores o arruinaras tu maquillaje! Vamos, el novio está esperando—Camille tomó su mano y la impulsó a caminar seguida de las demás mujeres.
Una hermosa melodía se escuchó.
Los invitados voltearon expectantes, y algunos jadearon sorprendidos ante la novia.
Luz se ve como una princesa de un cuento de hadas.
Su vestido blanco se mueve suavemente con la brisa del cálido viento.
Su sonrisa es tan bonita que incluso las estrellas se asomarían a verla, el sol se siente admirado al contemplar su belleza.
Una criatura que camina a los brazos de su amado para unir sus vidas por la eternidad.
Sus ojos están fijos en él, no existe nadie más que John que pueda llenar su alma con su compañía.
Cada paso al altar lo acerca más a él hasta que se encuentran frente a frente. Es inevitable no sonreír, incluso se acercan y se besan en la boca.
El oficiante de la boda se sorprende, normalmente las parejas no se besan hasta el final, más ¿Que podía hacer él?, son solo dos jóvenes, que a sus ojos se aman demasiado. La emoción también llena su corazón, no siempre los novios se ven tan enamorados.
La ceremonia da inicio, pero ellos no pueden dejar de soñar con la vida que tienen por delante y sin darse cuenta llegó el momento más importante.
—Por favor, tómense de las manos.
—John Anderson ¿Acepta usted a Luz Meyer para amarla, cuidarla y protegerla en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte los separe?
—Si, acepto.
—Luz Meyer ¿Acepta usted a John Anderson para amarlo, cuidarlo,y protegerlo en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte los separe?
—Si, acepto.
En virtud de la autoridad que me confiere la ley, los declaró marido y mujer.
—Puede besar a la novia.
John miró a Luz, sonreía de oreja a oreja. No podía creerlo, tenía todo lo que siempre deseó, y más.
—¡Soy el más afortunado del mundo!—gritó a todo pulmón.
Los invitados se carcajearon, incluído el oficiante.
Luz se puso de puntillas, agarró el rostro de John entre sus manos y dijo —. ¡Y yo la más afortunada del mundo! —plantó en su boca un beso suave y tierno.
Voltearon tomados de las manos y gritaron al mismo tiempo —. ¡Somos los más afortunados del mundo!
Dos almas destinadas a ser felices, y aunque el camino, en ocasiones, se vea difícil, su amor todo lo podrá. En las tormentas se abrazarán para ser cómplices de sus sueños porque son el uno para el otro, y así permanecerán para toda la vida.