"Dolor
Cinco simples letras
Un sentimiento que expresa tanto.
Dudas
Odio
Lástima
Olvido
Ratos en donde sólo deseas, morir"
Sebastián Rushmore
Pasado
El duque de Rochester se encontraba con una hermosa mujer sentada a horcajadas sobre él. Su nueva querida.
—Dime más de la relación de mi hija con ese pusilánime.
—Sé que se acostaron, me di cuenta porque noté su ropa manchada de sangre. Ella intentó taparlo con que se había caído y se lesionó un poco. Pero no encontré ni rastro de algún corte cuando la vestí para el baile de esa noche.
—Estúpida la hija mía. Igual a su madre. Dime que más. —le besó los labios.
—Planean huir. —quitó a la mujer de sus piernas prácticamente de un empujón y se levantó de la cama donde estaban acostados.
—No lo voy a permitir. Debo detenerlo de una sola vez.
— ¿Y que planea hacer?
El duque meditó por un momento la respuesta. —Ya sé que haré. Y tú me ayudaras.
***
Sebastián se encontraba en un pequeño bosque, preparando todo para su huida. Pronto estaría con la mujer que amaba y con la madre de sus futuros hijos.
Estaba distraído en la labor de arreglar el carruaje que los llevaría a Gretna Green para casarse. Debían hacerlo lo más rápido posible, no fuera a ser que el padre de Harmony los encontrara y estuviesen en grandes y verdaderos problemas.
Iba a dejar la universidad. El título de negocios de la gran universidad de Cambridge se perdería. El orgullo de la familia Rushmore estaría por los suelos cuando se enteraran de la "gran hazaña" que estaba haciendo su miembro menor.
Aunque no le importaba, si con ello conseguía tener como esposa a la mujer que amaba con cada parte de su ser.
Ya se acercaba la hora de la partida y Sebastián estaba muy nervioso, no había hablado con Harmony desde hacía unos dos días, pero para él, era una eternidad. Qué bueno que pronto estarían juntos para siempre. Sin miedo a nada.
Colocó las cosas en una calesa que había robado de su casa y se sentó a esperar a que se hiciera la hora de buscar a Harmony, ya el atardecer estaba en pleno auge así que sería pronto.
Estaba pensando en cosas, cuando un movimiento a su lado lo alertó. Sacó un puñal de su bota y se giró hacia el ruido.
— ¿Quien anda allí? —preguntó empuñando el arma.
El silencio fue quien respondió.
Dejó el nerviosismo y se dijo a sí mismo que debía ser alguna rama que se rompió o un animal.
—Pero si es el Rushmore menor. —su apellido se escuchó detrás de él y ya supo que no estaba solo.
Venía de una voz gruesa y ronca. Se giró hacia donde había escuchado la voz y vio una persona que reconoció rápidamente. Era el duque de Rochester.
No podía ser.
Si él estaba allí, quería decir que se había enterado de todo.
—Señor. —respondió solemne.